Sin prisas
También se dan situaciones en la propia vida que hacen reconocer un día su presencia, entrando a formar parte de un nuevo caminar desde Él. Estaba en una librería y escuché una conversación, en la que una señora mayor preguntaba a un joven si creía en Dios. En primer lugar, pensé: a ver que le responderá ahora… y gratamente la respuesta fue desde la fe de quién un día un acontecimiento importante de su vida le hizo creer y desde entonces su vida cambió, tomó otra dirección y ésta desde entonces la vive como cristiano. ¡Sí, creo en Jesús!, le contestó. Y no fue una respuesta rápida y ya si no que le dijo el por qué y en sus palabras había testimonio de vida en la que Jesús está presente.
“Creo en ti, amigo (oración)…
Si tus ojos brillan de alegría al encontrarnos,
creo en ti, amigo.
Si compartes mis lágrimas y
sabes llorar con los que lloran,
creo en ti, amigo.
Si tu mano está abierta para dar y
tu voluntad es generosa para ayudar,
creo en ti, amigo.
Si tus palabras son sinceras y
expresan lo que siente tu corazón,
creo en ti, amigo.
Si sabes comprender mis debilidades y
me defiendes cuando me atacan,
creo en ti, amigo.
Si tienes valor para corregirme con amabilidad,
creo en ti, amigo.
Si tienes paciencia para perdonarme
cuando me equivoco,
creo en ti, amigo.
Si sabes orar por mí,
y brindarme buen ejemplo,
creo en ti, amigo” (rezandovoy)
Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.