El intrépido Pedro y un tanto presuntuoso, antes de la pasión de Jesús dijo que estaba dispuesto a dar la vida por su maestro. Y ante el peligro lo niega tres veces. Y después de la resurrección de Jesús, cuando ha visto de lo que era capaz, ya no presume. Su debilidad le ha hecho reconocer que es capaz ante el miedo de negarlo por tres veces (Cfr. Jn 21,15-19).
Ahora ante la pregunta de Jesús: “Pedro me amas más que estos”, responde temeroso: “Sí, Señor tú sabes que te quiero”. Ya no se fía de él, sino que apela al conocimiento que Jesús tiene de él. El pobre apóstol queda un tanto entristecido por la triple pregunta de Jesús.
Y donde lo había negado tres veces ahora le hacen afirmar sobre el amor que tiene por el Mesías. Consciente de sus limitaciones puede apacentar el rebaño, conducir la barca de la Iglesia. Reconociendo sus deficiencias se podrá hacer cargo de las de sus hermanos en la fe.
También Jesús nos pregunta a cada uno de nosotros si lo amamos, y no fiados de nuestras propias fuerzas, sino con los dones del Espíritu Santo que recibimos en nuestro bautismo, podremos responder como Pedro: “Sí, Señor tú sabes que te quiero”. Y con esta confianza de amar al Señor, él nos manda a evangelizar a los de cerca o de lejos. Será él quien hable por nuestras palabras o por nuestros hechos. Texto: Hna. María Nuria Gaza.