Hoy la Iglesia conmemora a San Fernando III, rey de Castilla. Fue un gobernante de los que la realeza no corrompió en absoluto. Si nuestros gobernantes actuales intentaran imitarlo, otro gallo nos cantara. Uno de sus historiadores comenta que la corrupción no tuvo cabida en sus objetivos, las pasiones no lo dominaron nunca; piadoso, prudente, humilde, benigno como buen cristiano nunca perjudicó a sus semejantes y se mostró magnánimo a la hora de perdonar.
Junto a su padre fundó la universidad de Salamanca. Levantó la catedral de Burgos.
Arrebató el corazón de sus mismos enemigos. Logró que algunos reyes y príncipes moros abrazaran la fe cristiana, cosa inconcebible, por su ejemplo. Era hombre dulce, con sentido político. A diferencia de su primo carnal, San Luis IX de Francia, no conoció la derrota ni casi el fracaso puesto que triunfó en todas sus empresas interiores y exteriores. Murió el año 1252 y fue enterrado en la catedral de Sevilla. A sus exequias asistió el rey moro de Granada. Texto: Hna. María Nuria Gaza.