En el silencio…
Sin embargo, la conexión con Dios puede ir en ocasiones más lenta, quedarse incluso fuera de cobertura, nos cuesta más. Hay que entrar en el silencio, poner el corazón a la escucha y entonces nos sorprenderá la presencia de Aquél que nos ama y nos lleva de su mano. Busquémosle, compartamos nuestro tiempo con Él, apacigüemos el alma en el silencio que lo alimenta “Orando no seáis habladores. Vuestro Padre conoce vuestras necesidades» (Mt 6,78).
“Ayúdame a hacer silencio, Señor,
quiero escuchar tu voz.
Toma mi mano, guíame al desierto,
que nos encontremos a solas, Tú y yo.
Necesito contemplar tu rostro,
me hace falta la calidez de tu voz,
caminar juntos…
callar para que hables Tú.
Me pongo en tus manos,
quiero revisar mi vida,
descubrir en qué tengo que cambiar,
afianzar lo que anda bien,
sorprenderme con lo nuevo que me pides.
Me tienta creer que te escucho,
cuando escucho mi voz.
¡Enséñame a discernir!
Dame luz para distinguir tu rostro.
Llévame al desierto Señor,
despójame de lo que me ata,
sacude mis certezas y pon a prueba
mi amor Para empezar de nuevo,
humilde, sencillo, con fuerza
y Espíritu para vivir fiel a Ti.
(P. Javier Leoz)”
Hna. Ana Isabel Pérez.