¡Voló tu corazón lleno de nombres!...
La amalgama de amores que cultivas
va tejiendo un tapiz de siemprevivas:
flores regadas de mujeres y hombres.
Tapirapés surcando el Araguaia
con orgullo de raza rediviva,
dibujan con el agua azul festiva
tu nombre en las arenas de la playa.
Y te acoge el Misterio en un abrazo
sin fin, que te recrea en Su regazo
de eternidad sin sombra de egoísmo.
Te vas, pero nos dejas un venero
de paz y de coraje; guerrillero
del mundo, de la Iglesia y de ti mismo.