Carta a Pablo Iglesias: ¿Anormalidad democrática? "Hemos hecho de la ética una pistola con la que disparar al adversario en vez de una autoridad suprema a la que someternos"
"Pensé que iba usted a referirse a la falta de listas abiertas en las elecciones, o a esa férrea disciplina de partido que convierte a los partidos en sectas y hace que los parlamentarios sean representantes del partido en vez de representantes del pueblo..."
"La anormalidad no está en que fuesen líderes (¡eso es lo de menos democráticamente hablando!) sino en si son o no inocentes"
"Hace aún pocos años, el 15M despertó en muchos la ilusión de que “otra política es posible”. Desgraciadamente, y en poco tiempo, Podemos ha desmentido aquella ilusión y nos ha mostrado que solo saben hacer la misma política"
"Hace aún pocos años, el 15M despertó en muchos la ilusión de que “otra política es posible”. Desgraciadamente, y en poco tiempo, Podemos ha desmentido aquella ilusión y nos ha mostrado que solo saben hacer la misma política"
| José I. González Faus teólogo
Hermano Pablo: Cuando leí esas palabras suyas: “No hay situación de plena normalidad democrática en España”, confieso que me alegré. Pensé que iba usted a referirse a la falta de listas abiertas en las elecciones, o a esa férrea disciplina de partido que convierte a los partidos en sectas y hace que los parlamentarios sean representantes del partido en vez de representantes del pueblo. A la necesidad de suprimir esas campañas electorales tan mentirosas como millonarias. Y al hecho de que los partidos no sepan ponerse de acuerdo para renunciar a toda participación en el nombramiento de altos cargos del poder judicial... Realmente, no reflejan esos datos mucha normalidad democrática.
Pero luego sigo leyendo y me encuentro con que usted no dice eso sino que los líderes de dos partidos que gobiernan Cataluña, uno está en prisión y el otro huido.
Dicho así, uno piensa que se ha quedado usted corto: parce obligado añadir que no hay normalidad democrática porque un presidente que gobernaba Baleares (Jaume Matas) está en la cárcel; otro presidente de Andalucía (J. L. Griñán) está en prisión; un vicepresidente del gobierno de España (R. Rato) ha estado en prisión. Quizá dentro de poco podrá usted añadir que dos presidentes que han gobernado Madrid (Cristina Cifuentes e Ignacio González quien, si no me equivoco, tiene aún una causa pendiente) están en prisión. Para no hablar de diversos alcaldes de Andratx, Totana, Boadilla del Monte, Santa Coloma de Gramanet, todos ellos en la cárcel…
Pero esto me lleva a la conclusión de que lo que usted quiso decir es que falta normalidad democrática porque la ley es igual para todos y no debería ser así para nuestros líderes… Lo cual me parece una aberración democrática.
Por supuesto me dirá usted en seguida que eso no es verdad: porque todos esos que le he citado están en prisión no por ser líderes sino por ser delincuentes: no son presos políticos sino políticos presos. De acuerdo; pero entonces me sorprende más el que usted hablara solo de “líderes de partido que gobiernan Cataluña”, sin aludir para nada a los otros presos y a si se han cometido delitos o no. Porque si no son delincuentes y están en prisión, la anormalidad no está en que fuesen líderes (¡eso es lo de menos democráticamente hablando!) sino en que son inocentes.
Y bien: personalmente yo creo que esos dos señores cometieron en realidad un delito. Son muchos los juristas (en Cataluña, en España y en Europa) que piensan lo mismo y, en cualquier caso, cuando uno sabe que su opinión no tiene validez universal, debe aceptar la posibilidad de estar cometiendo un delito, exponiéndose a la pena. Eso mismo parecen mostrar las confesiones (durante el juicio) de que la declaración de independencia había sido hecha solo “de manera simbólica”: pues, aunque el acusado tenga derecho a mentir en defensa propia, ese modo de hablar muestra que los imputados distinguían perfectamente entre un acto simbólico inocente y lo que ellos habían hecho. Y sin conciencia de delito tampoco se entiende que un presidente se escape sin avisar a los suyos, escondido en la trasera de un coche…
Debo aclarar que, en mi opinión, no se trató de un delito de rebelión y que (aun en el caso de que se les acuse de sedición) la condena me parece desproporcionada, y esa exageración es la que hace que unos políticos presos puedan aparecer como presos políticos. Si valiera para algo el presumir, podría decirle que, ya el mismo día en que apareció la primera demanda del juez Llarena, le escribí una de estas cartas (que igual se encuentra todavía en los fondos de este portal digital). Pero que se haya exagerado el delito no quiere decir que no hubiera delito.
Amigo Iglesias: Otras veces he admirado y aplaudido que alguien de Madrid se atreva a hablar de una España plurinacional, y a proclamar el camino de un referéndum legal para solucionar el problema catalán. Aunque pienso también que, para una materia tan seria, no puede bastar una mayoría del 51% porque esas cifras son muy oscilantes y entonces tendríamos que estar haciendo referendos cada dos por tres. Si para cambiar la Constitución, creo que son necesarios dos tercios, a un referéndum como este habría que pedirle una mayoría de al menos el 60%.
También creo que, dado que aquí se ha cometido una injusticia, hay que buscar la manera de repararla mediante alguna forma de indulto, amnistía o cambio del texto legal pactado con los condenados. En todo esto le aplaudo. Por eso me decepcionan más esas salidas de tono que unos atribuyen a afán de protagonismo, o al hecho de estar en días de elecciones y yo no sé a qué atribuir.
La mayor anomalía de nuestra democracia creo que es la falta de ética. Hemos hecho de la ética una pistola con la que disparar al adversario, en vez de una autoridad suprema a la que someterse. Por el bien de la democracia yo me atrevo a pedirle que se desdiga usted de esas declaraciones. Lo pido con la misma fuerza con la que pido al señor Casado que reniegue de todo el pasado de su partido, que pida perdón al pueblo español y a sus votantes, en lugar de escudarse con que él “no estaba allí entonces”.
Hace aún pocos años, el 15M despertó en muchos la ilusión de que “otra política es posible”. Desgraciadamente, y en poco tiempo, Podemos ha desmentido aquella ilusión y nos ha mostrado que solo saben hacer la misma política. A pesar de todo (como pide Arcadi Oliveras, ya en las mismas puertas del más-allá), algunos vamos a seguir proclamando que otra política y otra democracia son posibles. Lo proclamaremos porque sabemos que, aunque nadando contra corriente sientas que avanzas poco, si no sigues en ese empeño, se te lleva la corriente.
Y temo que eso es lo que les ha ocurrido a ustedes.
P. D.- Me permito reproducir la citada carta al juez Llarena. Era del 27 de febrero del 2018.
¿Puede un simple ciudadano expresar respetuosamente su perplejidad ante algunas actuaciones de la justicia que considera injustas? Me estoy refiriendo al problema catalán y por eso debo comenzar diciéndole que, antes de esta carta, me he sentido llamado a criticar los pasos del independentismo: no porque crea que no se puede ser independentista, sino porque estimo que se ha llevado a cabo el proceso a base de ilegalidades, mentiras y falta de democracia auténtica…
Pero una vez dicho esto, creo que combatir la injusticia injustamente es un modo de acabar fomentándola. Por eso no puedo solidarizarme con la decisión de mantener en prisión preventiva tan prolongada, a los inculpados por el proceso catalán. En cuanto yo sé, la prisión preventiva es una decisión que se toma sólo en última instancia y para evitar que el imputado pueda influir en el proceso. Si se teme que vuelva a delinquir, queda el recurso de volver a encarcelarlo, pero no por eso se le debe negar de antemano la libertad, a menos que exista un peligro para la sociedad que no se da en este caso. Y si además dejan su acta de diputado desaparece ese peligro.
Hay dos principios fundamentales en el derecho romano que me parecen aplicables aquí: el “summum ius” puede convertirse en “summa iniuria”; y hay que estar siempre “in dubio pro reo”. Porque si no, se corre el riesgo de que luego el presunto reo sea absuelto o condenado a una pena menor que la prisión que ha tenido que soportar. Lo cual hiere gravemente la confianza en la justicia y acaba convirtiendo en “presos políticos” a los que en el principio eran simples “políticos delincuentes”.
No entiendo por eso que un juez pueda dar un veredicto de prisión preventiva amparándose en las consecuencias políticas que pudiera tener la libertad, en vez de ceñirse a las razones jurídicas. Y mucho menos, si ha recibido un aviso del gobierno sobre esas consecuencias políticas: porque así vuelve a minarse la confianza en la justicia. Comparto por eso la opinión de Amnistía Internacional que considera “excesiva y desproporcionada” la permanencia en prisión de Jordi Sánchez.
Usted quizás habrá visto la película de Spielberg sobre los papeles del Pentágono. Las consecuencias políticas de no condenar al New York Times ni al Washington Post eran entonces mucho más terribles que las que podrían seguirse de la libertad de los encarcelados catalanes de hoy. Sin embargo, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos supo ser fiel a la imparcialidad de la justicia. Por otro lado, si queremos atender a las consecuencias políticas, mucho más graves me parecen las que pueden seguirse ahora de una ruptura aún mayor de la convivencia entre los catalanes, que va a necesitar mucho tiempo para rehacerse. Y créame que convivir en ambientes de odio, desautorización y hostilidad previos, es de las cosas más trágicas que nos pueden ocurrir.
Me parece finalmente que la acusación de “rebelión y sedición” es también excesiva y desproporcionada para los autores de la declaración de independencia y, en este sentido, habría que haber tenido más en cuenta la decisión de la justicia belga cuando se negó a entregar por esos delitos a los huidos a Bruselas. Las sesiones de septiembre en el Parlament catalán fueron vergonzosas y ridículas, pero no fueron una decisión impuesta “pistola en mano”, como la famosa del coronel Tejero en aquel lamentable 23F. Y otra vez aquí me parece aplicable el principio de “in dubio pro reo”.
Perdone Ud. esta carta que no es un ataque personal hacia alguien a quien no conozco y que tiene además fama de persona serena. Quiere ser sólo una respuesta a eso que se nos dice tantas veces a los ciudadanos (sobre todo si nos dedicamos al mundo de la pluma): si puedes hacer poco, haz ese poco aunque luego no sirva para nada. Un saludo cordial.