¿pedir perdón? Carta a la presidenta de México

Pedir perdón espontáneamente es uno de los gestos que más grande hacen al ser humano. Exigir que a uno le pidan perdón puede obedecer a un victimismo que sirve como cortina de humo para enmascarar defectos propios.

Ese perdón ¿habrían de pedirlo solo los hispanos tataranietos de los conquistadores o también los criollos mexicanos que tras la independencia siguieron igual? ¿habría que pedirlo a todo México o mas bien a los mayas, nahuas, tarahumaras, aztecas y demás?

Ese perdón ¿no fue pedido ya por hombres como Bartolomé de las Casas? Y hoy ¿no habrían de pedirlo antes los narcotraficantes que han hecho una especie de estado dentro del estado?

Todo ello con letras de mis queridos mariachis

Hermana Claudia Sheinbaum:

Quiero comenzar felicitándola por ser la primera mujer presidenta de ese querido país. Y además con mayor mérito por no ser de ascendencia mexicana sino lituana. México ha tenido siempre fama de ser país muy acogedor y los españoles pudimos experimentarlo cuando nos tocó la dictadura franquista.

Y esto lleva al tema de esta carta: su exigencia de que España pida perdón por los desmanes y crímenes de la conquista. Algo que ya hizo su predecesor AMLO y sospecho que usted copia de él, añadiendo además el rechazo al representante español, en su investidura como presidenta. ¿Podríamos reflexionar un momento sobre esa exigencia?

Pedir perdón espontáneamente es uno de los gestos que más grande hacen al ser humano. Estoy convencido de eso. En cambio, exigir que a uno le pidan perdón puede obedecer a un victimismo que sirve como cortina de humo para enmascarar defectos propios. Por ejemplo:

Hay mexicanos que piden también que su gobierno pida perdón por no haber sabido resolver en diez años la desaparición de aquellos cuarenta muchachos de Ayotzinapa. O por ser uno de los países más violentos del mundo: en julio de este año habían sido asesinadas 2546 personas, cinco veces más que hace unos quince años; y según datos oficiales, durante el gobierno de AMLO (desde finales del 2018) han sido asesinadas 180.000 personas. De modo que ya no es solo en León de Guanajuato donde se puede cantar aquello de “la vida no vale nada” porque “se empieza al nacer llorando y así llorando se acaba”. Ahora parece que es en todo México donde la vida no vale nada porque te la pueden quitar por menos de dos pesos…

Por otro lado creo que quien hoy más debería pedir perdón a México son los narcotraficantes que han logrado crear una especie de estado dentro del estado, con las terribles consecuencias de corrupción en las fuerzas del orden, de un poder judicial más desacreditado que el de mi país (¡que ya es decir!), y de inseguridad para los periodistas que son asesinados con la mayor impunidad. Esto es algo que no logró resolver su predecesor, aunque hiciera varias cosas buenas como la subida del salario mínimo.

También sabrá usted que ese perdón que ahora menciona, ya fue pedido hace cinco siglos y no es cosa de repetirlo a cada nuevo gobierno. Lo pidió el obispo de Chiapas Bartolomé de las Casas, en nombre propio primero, y de los españoles después en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias (hacia 1520). Por supuesto, no todos los españoles de la época aceptaban esa petición, como pasaría hoy si la hiciera el jefe del estado español (o como la presidenta madrileña no aceptó la petición hecha por el papa Francisco). Y bastante tuvo que sufrir por eso Las Casas. Pero su testimonio está ahí y ha ido ganando cada vez más credibilidad.

Además de eso, parece claro que si hoy se hace esa petición de perdón no deberíamos hacerla solo los hispanos de aquí, tataranietos de los conquistadores, sino también todos los criollos de ahí que tras la independencia de México siguieron maltratando a los indios como sus antepasados conquistadores. O debería aclarar usted que esa demanda de petición de perdón no la hace en nombre de los ciudadanos mexicanos criollos (que ellos también deben pedir perdón), sino en nombre de los mayas, nahuas, tarahumaras, aztecas y demás. Conocerá usted aquel precioso canto sobre la maldición de Malinche (creo que de amparo Ochoa), una de cuyas estrofas dice:

“hoy, en pleno siglo XX nos siguen llegando rubios

y les abrimos las puertas y los tratamos de amigos.

Pero si llega cansado un indio de andar la sierra,

lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra”.

Finalmente, quizá para no desesperarnos, habría que añadir que, tanto en el caso de la conquista como en de la independencia, ha habido sus excepciones que sirven hoy para darnos ánimo y ejemplo. Ahí está, para la independencia de México el cura Miguel Hidalgo Costilla que predicaba; “¿quién les ha dicho que para ser católicos hay que ser también españoles?” Y que creo que fue excomulgado por eso, para acabar fusilado en Chihuahua; pero hoy es uno de los padres de la nación mexicana. Y ahí están, en la época de la conquista algunos ejemplos que lo siguen siendo para mí. Ahí está el “tata Vasco” (Vasco de Quiroga) tan querido todavía y que justifica aquello de la canción de “qué lindo es Michoacán” y “tú si tienes de qué presumir”. Ahí está Juan de Zumárraga primer obispo de México, llamado “protector de los indios”, que excomulgó a varios españoles y que llevó la primera imprenta a América Latina.

Usted estaría libre de esta otra obligación de pedir perdón, porque sus antepasados remotos no son mexicanos sino lituanos. Y entre tanto aplaudo su programa de promocionar a la mujer (a ver si se supera un poco “la maldición de Malinche”); y le deseo que trabaje por un México “lindo y querido”, que deje de ser uno de los países más violentos del mundo: un país del que se pueda cantar con verdad que “si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí”.

Un saludo muy cordial y mucho ánimo. Su tarea es dura y difícil, pero vale mucho la pena.

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