"más madera" De Diana a Dana
En vez de reconocer su culpa el PP aprovecha el drama para tratar de impedir el nombramiento de una ministra del PSOE… ¡a un cargo europeo! Nunca mejor dicho aquello de confundir la gimnasia con la magnesia.... Tentación de todos los sistemas federales o de autonomías: cuando las cosas van bien es mérito de la autonomía correspondiente; cuando van mal son culpa del gobierno central.
La negación del cambio climático sería, a lo más, una opinión no cierta sino solo probable.Y ante una probabilidad no se pueden correr riesgos tan serios
Beneficios a corto plazo, calamidades a medio plazo: se ha asfaltado y construido mucho en terrenos inundables
"En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio". Pero estas otras están mucho más a mano
Beneficios a corto plazo, calamidades a medio plazo: se ha asfaltado y construido mucho en terrenos inundables
"En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio". Pero estas otras están mucho más a mano
| José Ignacio González Faus
Comencemos con el pésimo chiste del título: hasta las cosas más pequeñas son indispensables a veces. Porque si a la esplendorosa Diana le quitamos una i, hay que ver con lo que nos quedamos.
Es un chiste malo, de acuerdo. Ojalá sirva para consolarnos un poco de la primera de las cuatro reflexiones que quisiera proponer ahora.
1.- Mal ejemplo del PP
En momentos así es hora de olvidarse de las divisiones y colaborar todos en la reconstrucción; mucho más si a eso se suma la culpa ya reconocida tanto del señor Mazón como de una consejera suya. Pero además de esa tardanza en avisar habría que recordar que el gobierno de Mazón elimino dos normas dadas por el presidente anterior Ximo Puig: la llamada UVE, para intervención inmediata en emergencias meteorológicas, y la prohibición de edificar en primera línea de costa[1]. En vez de eso el PP aprovecha el drama para tratar de impedir el nombramiento de una ministra del PSOE… ¡a un cargo europeo! Nunca mejor dicho aquello de confundir la gimnasia con la magnesia.
No me considero un fundamentalista de izquierdas: hace poco publiqué en este mismo portal una larga crítica a nuestras izquierdas. Creo que son necesarias ambas corrientes, conservadora y progresista: porque si no conservamos lo que hay que conservar corremos peligro de muerte; pero si no avanzamos en lo que hay que avanzar podemos quedarnos paralíticos. Tampoco me sitúo en un centro que recorta por ambos lados y viene a ser una especie de “arrianismo político”: ni lo uno ni lo otro. Quisiera integrar, no recortar. Y prefiero la fórmula de la dogmática cristológica: “verdaderamente uno y verdaderamente lo otro”.
Lo que creo percibir y lamento es que a este país le faltan unas derechas civilizadas y cultas: que, como dijo muy bien el señor Feijóo al comienzo de su andadura, derriben al adversario con argumentos y no con insultos o adjetivos descalificativos; pero que luego él no ha sabido cumplir en absoluto. Y se ha mantenido en ese programa del PP, que se limita cuando está en la oposición a decir aquello de “váyase señor Fulano”, y a decir: “España va bien" cuando gobierna. ¡Sería tan sabia una propuesta programática más amplia!
Es además demasiado fácil la caída en esa tentación de todos los sistemas federales o de autonomías: cuando las cosas van bien es mérito de la autonomía correspondiente; cuando van mal son culpa del gobierno central. Venga hombre: que ese truco ya nos lo sabemos.
2.- ¿Cambio climático?
Vox ya comentó al día siguiente de la Dana que eso no significa que exista un cambio climático porque catástrofes de esas las ha habido siempre. Tiendo a pensar que es cierto lo del cambio climático pero no me gusta argumentar con fundamentalismos. Por tanto será bueno examinar qué puede haber de razón en ese argumento de Vox.
Catástrofes las ha habido siempre, vale. Pero lo que parece cada vez más es que ahora son más frecuente y más intensas. Yo viví unas inundaciones en Valencia en 1949. Las posteriores del 57 fueron mucho más graves (y gracias a aquel sabio truco de 25 cms en los sellos de correos fue posible construir un nuevo cauce del Turia mucho más amplio). Las del 82 se centraron todas en la ruptura de la presa de Tous y no sé medir su gravedad. Las de ahora desbordan todo lo pensable; y encima se repiten a los quince días.
Catástrofes las habrá siempre, de acuerdo: pues la tierra es un equilibrio muy inestable y asombroso. Pero si nosotros contribuimos a hacer todavía más inestable ese equilibrio, es normal que esas catástrofes se multipliquen y se intensifiquen. En este sentido me parece imposible que la derretida del polo norte no tenga repercusión climática (aunque sea muy útil para ciertos comercios). Otros dirán si en las catástrofes del Caribe y California no se está repitiendo ese crecimiento. A esto se añade al calentamiento progresivo (por los combustibles fósiles y demás), confirmado por la ciencia: si se cumple el pronóstico científico de que, para fin de siglo, podemos haber pasado de 1’5 a 3 grados, entonces sí que habrá que decir aquello de “apaga y vámonos”.
En resumen: el argumento de los negadores del cambio puede tener una cierta probabilidad pero no llega ni de lejos a la certeza. Y parece evidente que con solo argumentos probables no se pueden correr riesgos tan inmensos. Es eso tan clásico del “por si acaso”: si tienes 2000 euros no los llevarás siempre en el bolsillo de la chaqueta arguyendo que no es seguro que vayan a atacarte...
Los negadores del cambio climático quizá deberían aplicarse aquella frase del salmo 49: “el hombre rico e inconsciente es como un animal que perece” (y que hace perecer a otros, podríamos añadir hoy).
3.- Las culpas más inmediatas
La historia tiene una ley que en la economía capitalista parece cumplirse con más intensidad: medidas que a corto plazo resultan muy prácticas y enriquecedoras, acaban convirtiéndose en verdaderos desastres a medio y largo plazo. Algunos sostienen hoy que la ley de liberalización del suelo de Aznar (en 1998) fue causa de la crisis económica posterior. Sería un buen ejemplo, pero no sirve ahora porque, en este mundo tan informado, nos hemos quedado sin saber si aquella ley abarató efectivamente el suelo o causó verdaderamente la crisis posterior: “las cosas son del color del interés con que se mira”. Repito que sería un buen ejemplo. Pero mejor buscar otros: que haberlos haylos.
Mejor será recordar los desastres acaecidos en campings abiertos en zonas inundables: como aquel de Biescas con más de ochenta muertos y cientos de heridos; pues 30 años después, solo en Cataluña hay 16 campings en situación de alto riesgo: y es que el suelo más barato aumenta los beneficios, pero también son mucho mayores los daños posteriores. Y si no pensemos en EEUU: la supresión de la ley que limitaba los riesgos que pueden asumir los Bancos, más las trampas posteriores de Goldman Sachs o Lehman Brothers (y del FMI declarando la buena salud de esta entidad financiera días ante de su quiebra) parece claro que causaron la crisis económica mundial del 2008.
Y apliquemos ya el ejemplo. En Valencia se ha seguido últimamente una política frecuente de arrancar huerta y naranjos para construir bloques. Unas veces al borde mismo del mar, otras en ciudades de las más castigadas ahora: como Picaña, Paiporta o Masanassa que están en esa tierra medio de barrancos y cauces naturales que conducen las aguas (cuando las hay) hacia la Albufera de Valencia; y que fueron cubiertas para edificar. Naturalmente, el asfalto impide la filtración del agua.
Esas ciudades han multiplicado increíblemente su población en los últimos años: con edificios para fábricas o para turistas. Naturalmente, el terreno era mucho más barato allí y eso facilitó el negocio. Pero ahora, si se quiere resolver bien el drama de la DANA hay que pensar en trasladar a la mayoría de esa población a terrenos más edificables, lo cual supone un gasto enorme. Por eso en mi anterior escrito hablé del “Impuesto Nacional de Emergencia” (INE) como complemente necesario de la UNE. Cosa que, por supuesto, no creo que se lleve a cabo; pero a lo mejor se vuelve a hablar de esto cuando venga la próxima calamidad dentro de unos años.
Otra vez podemos repetir la frase anterior del salmista: el hombre rico e inconsciente es como un animal que perece y hace perecer.
4.- “En el hombre hay más cosa signas de admiración que de desprecio”.
Esa frase de Albert Camus (en La Peste), sí que me la creo de veras. Y estos días se ha vuelto a poner de relieve en la generosidad, en el “desvivirse” y en los gestos de muchos colaboradores que se han dejado la vida y el corazón ayudando. Pero debo añadir que también me queda la misma pregunta que insinuaba Camus al final de aquella novela: ¿por qué esas cosas tan admirables y alentadoras casi solo aparecen cuando estalla una peste?
[1] Como es más sonoro recordar los malos ejemplos que los buenos, quiero agradecer aquí las palabras del señor Puig, en una entrevista de RNE, cuando le preguntaron por esos errores de su sucesor y, en vez de atacar o ponerse medallas, prefirió contestar que ahora no era momento de criticar sino de colaborar todos juntos en ayudar.