A los políticos
1.- Como ya dije, el resultado electoral fue el que fue, y no el que muchos hubiéramos querido. Actuar olvidando este dato puede resultar nefasto. Por eso repito lo que escribí hace poco: “la alternativa que nos queda se sitúa entre lo malo y lo peor”. Más adelante, espero que esa alternativa podrá mejorarse.
2.- Comparto la sensación de muchos analistas de que el pueblo no quiere nuevas elecciones. Si vuelve a haberlas, castigará a los que considere culpables de esa repetición. Hacerse ahora cuentas de lechera contando que, si hay nuevas elecciones me irá mejor, temo que sea un acto de autocomplacencia ciega.
3.- Si esos dos datos son verdaderos, refuerzan un principio ético fundamental: España necesita servidores, no salvadores. De salvadores de la patria, líbranos Señor. Pediría que cada quién se examine de si cumple de veras ese principio.
Y si es así, quizá convendría recordar una canción de la preciosa voz de María Ostiz (a quien saludo desde aquí), con la que concluyo, cambiando sólo un letra de una palabra suya:
“Con una frase no se gana un pueblo,
ni con un disfrazarse de profeta.
Al pueblo hay que ganarle con respeto.
Un pueblo es algo más que una maleta
perdida en la estación del tiempo y esperando
sin dueño, a que amanezca”.
Ojalá llegue un día en que esos versos estén inscritos en todos los parlamentos y se canten, como oración previa, antes de cada sesión de la actividad política.