Viernes 5 de febrero. Cansado por el confinamiento (pese a que mi situación es casi privilegiada) y abrumado por alguna alarma sanitaria en mi comunidad, veo que, en menos de 48 horas, un almendro cercano a mi ventana ha florecido como una explosión: la vida ha estallado allí en una pandemia de blancura, a la que el sol da un relieve espectacular. Recuerdo entonces el geranio de Etty Hillesum, y me brotan de golpe tres versos que luego procuré completar.
Como esa promesa entrevista tiene sus sombras evidentes, elijo el esquema de las golondrinas de Bécquer, que también continuaban siempre con algún "pero". Lo ofrezco aquí tímidamente por si pudiera ayudar un poco a alguien:
Volverán los almendros florecientes
de la salud los himnos a entonar,
y otra vez su blancura reluciente
invitará a cantar.
Volverán los vaivenes de la vida
contra toda pandemia a combatir,
y otra vez su energía desprendida
nos llamará a vivir.
Volverá el arcoíris presuroso
de la tormenta el fin a proclamar.
La luz de sus colores armoniosos
nos volverá a llamar.
Pero si reina el culto del dinero
por encima de la fraternidad.
Si el ego sigue siendo lo primero:
la crisis volverá.