Una de las laicas incorporadas al Consejo Económico del Vaticano Charlotte Kreuter-Kirchhof: "La Iglesia no puede prescindir de los carismas y las vocaciones de la mujer. Debe usar este gran tesoro"

Profesora de derecho público en Düsseldorf y presidenta de la Asociación Hildesgardis en Bonn, Charlotte Kreuter-Kirchhof se ha convertido en una de las recientes incorporaciones al Consejo Económico del Vaticano. Entre los profesionales elegidos por el Papa Francisco para ser sus consultores en materia de finanzas y bien común, seis son mujeres. Un número alto, que ha sorprendido y está siendo celebrado por quienes, como Kreuter-Kirchhof, luchan por el acceso femenino a los espacios de poder vaticanos.

Entrevistada por el medio katolisch.de, Kreuter-Kirchhof ha hecho constar que su trabajo por la visibilidad de las mujeres católicas viene de largo. "La Sociedad Hildegardis es bien conocida en el Vaticano por su programa de tutoría para mujeres que asumen funciones de liderazgo en la Iglesia Católica", ha explicado, argumentando que ello ha podido ser una de las razones por las que Francisco se ha fijado en ella.

La otra se trata del ámbito de investigación de la experta, centrado en el "derecho a la energía" y la protección ambiental. "En mi trabajo científico me dedico enfáticamente al tema de la sostenibilidad. Tenemos que pensar en cómo podemos utilizar los recursos financieros de manera eficaz para las generaciones futuras y la preservación de la creación", ha declarado Kreuter-Kirchhof.

En medio de una crisis sanitaria y consciente del agotamiento del planeta, el Papa Francisco ha buscado voces como la de Charlotte para trabajar junto a sus cardenales y obispos "las preocupaciones económicas, ecológicas y sociales", apunta la alemana.

Esperanzada y orgullosa, Kreuter-Kirchhof ha celebrado su nombramiento como un reto para "hacer visible la misión especial de la Iglesia por el bien común". De la misma manera, considera que el hecho de fichar a mujeres laicas para este cometido es "un signo de unión que hace que la Iglesia esté preparada para el futuro". "La Iglesia no puede prescindir de los carismas y las vocaciones de la mujer. Debe usar este gran tesoro", reivindica.