Misionero de OMP en Ucrania: "La misión es estar con el que sufre" Don Khalayim, capellán militar: "Ahora la Iglesia en Ucrania tiene olor a quemado, el olor a guerra"

Don Khalayim
Don Khalayim

En una entrevista con Vatican News, el sacerdote ucraniano, que forma parte de los Misioneros de la Misericordia que se reunieron con el Papa el pasado lunes en el Vaticano, habla de la asistencia espiritual en el frente

"Si el fuego cesa, si hay paz, no sólo una tregua, entonces se podrá hablar de perdón. Será un largo camino", admite, "de tres o cuatro generaciones. Aunque cantemos "Cristo ha resucitado", seguimos viviendo un Via Crucis, pero la Iglesia lleva esperanza

Por su parte, el Asistente Eclesiástico de las Obras Misionales de los Estados Unidos, comparte la experiencia de su reciente visita a Ucrania

"La experiencia de la Pascua de la Iglesia greco-católica, la cercanía con los refugiados de la guerra, el servicio de los sacerdotes y sobre todo, la gran esperanza de la población ucraniana", asegura el padre Sebastián Sardo

Señala: "este viaje fue una escuela para nosotros, porque nosotros fuimos a hacerles sentir nuestra compañía y ellos nos hicieron sentir su fuerza, su fe; verdaderamente vimos una comunidad que se ha unido, vimos una Iglesia muy trabajadora"

(Vatican News).- El padre Oleksandr Khalayim es un sacerdote ucraniano de la diócesis de Kamjanets-Podilskyj de los latinos. Desde la región de Khmelnytskyi, ayer estuvo entre los Misioneros de la Misericordia que participaron en el encuentro con el Papa Francisco en el Vaticano. También fue una oportunidad para hablar de lo que ocurre en su país, de la urgencia del diálogo en el plano político y de la cercanía en el plano humano.
"Perdón" y "misericordia" son las palabras clave incluso en un escenario de guerra, un camino largo pero necesario. En las palabras del misionero se percibe también una renovada gratitud por quienes, con tanta solidaridad y solicitud, intentan curar las heridas de un conflicto cuyo final aún no se vislumbra.

-Como capellán y como ucraniano, ¿cómo está viviendo estos más de dos meses de guerra?

-En los primeros días del conflicto era difícil creer y aceptar que en el siglo XXI todavía tengamos una guerra y que esto esté ocurriendo en mi país, con mi gente. Entonces me planteé inmediatamente la siguiente pregunta: ¿qué puedo hacer? Decidí estar con la gente, con los soldados, los numerosos voluntarios civiles, que ahora esperan la Palabra de Dios y la asistencia espiritual. La función del capellán es escuchar, celebrar la misa, confesar, dar ánimo y estar con estas personas. Ellos saben por qué luchan: por su familia. Están dispuestos a darlo todo para defenderse. También es importante estar cerca de las personas mayores que sobreviven al fuerte bombardeo, para que nadie se sienta solo.

-En el tercer encuentro con el Papa, a ustedes misioneros se les pidió que fueran un signo concreto de la misericordia de Dios. ¿Qué es la misericordia en la guerra y qué es el perdón?

-Antes del perdón viene el diálogo. Hay que aceptar el perdón. El perdón es un largo viaje. Para mí, es difícil hablar de perdón ahora, si las bombas siguen cayendo, si los niños siguen siendo asesinados, si nuestras ciudades siguen siendo bombardeadas. Si el fuego se detiene, si hay paz, no sólo una tregua, entonces podremos hablar de perdón, pero será un largo camino de tres o cuatro generaciones. Perdonar lo que han sufrido las mujeres y los niños es realmente muy difícil. Sí, los cristianos debemos hablar de perdón, pero no debemos explotar esta palabra, porque el perdón es responsabilidad. Dios ha perdonado no sólo con palabras sino con el corazón. Se necesita una larga cura del alma.

"'Perdón' y 'misericordia' son las palabras clave incluso en un escenario de guerra, un camino largo pero necesario"

-¿Logra hablar de la misericordia de Dios a los militares?

-Sí. La misericordia es pedir a los soldados que no maten, si es posible. Cuando se está en primera línea no es fácil. Les digo que defiendan el país. Esto también es misericordia: defender sus hogares y familias. Son muchos los milagros que estos chicos han visto en estos dos meses: se preguntan, por ejemplo, cómo es posible que sigan vivos en medio de tanta destrucción. Aquí, la misericordia de Dios es su presencia con su protección.

-En la oscuridad de la guerra, también surgen muchas historias de solidaridad y acogida que alivian un poco el dolor de tantas heridas. ¿Qué necesita hoy el pueblo ucraniano?

Creo que Ucrania nunca ha tenido esta unidad y solidaridad. Doy las gracias al pueblo italiano y a muchos otros por todo lo que están haciendo. Necesitamos solidaridad, cercanía, pero también necesitamos buscar la verdad. El enemigo se esconde a través de muchas mentiras y propaganda. La verdad clama, no debemos tener miedo de decir la verdad, aunque esto signifique la pérdida de la seguridad material.

Detrás de una verdad no dicha siempre hay alguien que da la vida. Y si esto ocurre, uno se convierte en corresponsable de la muerte del inocente. Y luego está la oración. La guerra siempre va en contra de los derechos humanos. También me gustaría agradecer la ayuda a los militares. Estamos defendiendo nuestra tierra. La libertad no son sólo palabras, sino una responsabilidad. Y en nombre de esto tienes que estar dispuesto a dar no sólo un poco de tu vida, sino a veces toda tu vida.

"Perdonar lo que han sufrido las mujeres y los niños es realmente muy difícil porque el perdón es responsabilidad. Se necesita una larga cura del alma"

-Usted hablada del "olor" de la guerra...

-Desde los primeros días de su pontificado, el Papa dijo que los sacerdotes deben tener olor a oveja. Y ahora la Iglesia en Ucrania tiene este olor. El olor a quemado, el olor a guerra. No se puede explicar con palabras. Con un diácono pasamos cerca de Donetsk y sentimos el olor de la guerra. El olor a muerte no se puede explicar.

Ucrania

En Bucha, en Gostomel se puede oler el hedor de la quema. En Chernihiv hay olor a abandono, todo está destruido. Pobres ancianos solos. Una persona no ha podido moverse durante cinco días, nadie pudo ayudarla. Sólo podía sacar agua de los radiadores para beber. Así sobrevivió. Cada ciudad tiene su propio olor a sufrimiento. No se puede describir. Aquí la Iglesia tiene que empaparse de este olor y mantenerse al margen con diferentes formas de ayuda. La verdadera Iglesia es una Iglesia "flexible".

-¿Cómo de palpable es la esperanza entre el pueblo ucraniano?

-No sabemos cuánto durará este Vía Crucis para Ucrania. Para nosotros sigue siendo Cuaresma, aunque cantemos "Cristo ha resucitado". Sin embargo, seguimos manteniendo la esperanza. Lo que hacemos no lo hacemos para jugar, porque no tenemos otra cosa que hacer sino porque es nuestro deber. La gente está agotada pero en sus ojos se ve la confianza en Dios y en los que les están cerca. Un soldado de Crimea, con toda su familia atea, quiso recibir todos los sacramentos antes de ir a luchar. Durante una semana se preparó tan bien que es raro ver tanta gratitud. Para él, acercarse a los sacramentos fue un verdadero regalo. Soy testigo de ello. Esperemos que un día podamos cantar que hemos resucitado con Él.

El testimonio de Sebastián Sardo, Asistente Eclesiástico de las Obras Misionales de los Estados Unidos, en Ucrania

Frente a este desastre de la guerra hemos decidido hacer este viaje, dado que las misiones mucho más que asistencia material o económica, la misión es imitar los gestos de Jesús con su cercanía”, lo dijo el Padre Sebastián Sardo, Asistente Eclesiástico de las Obras Misionales de los Estados Unidos, explicando a los micrófonos de Sor Bernadette Reis, de Vatican News, la experiencia misionera que realizó en algunas ciudades de Ucrania, en su reciente visita a este país con ocasión de la Semana Santa.

“Dado que los greco-católicos celebran la Pascua una semana después de la nuestra, podíamos compartir esta Semana tan significativa con ellos – afirmó el sacerdote argentino – en este momento, en que ellos están identificados con Jesús que carga con su cruz”.

Este viaje para nosotros fue una escuela

Asimismo, el Asistente Eclesiástico de las Obras Misionales de los Estados Unidos señaló que, “este viaje fue una escuela para nosotros, porque nosotros fuimos a hacerles sentir nuestra compañía y ellos nos hicieron sentir su fuerza, su fe; verdaderamente vimos una comunidad que se ha unido, vimos una Iglesia muy trabajadora”. En este sentido, el padre Sardo puso como ejemplo el trabajo de los sacerdotes en esta región.

“Cuando estuvimos en Ternópil con los monjes Basilianos, vimos como atendían a los refugiados, como le dedicaban tiempo, todo lo que hacían ellos por estas personas. Por ejemplo, el encargado de toda la logística era el padre Román, un sacerdote casado que está trabajando ahí con toda su familia, su esposa, sus cuñados, es todo un equipo que está organizado para la asistencia de los más necesitados, pero, es muy dedicado, apenas terminaba la liturgia inmediatamente se ponía un abrigo anaranjado para que lo vean muy bien y empezaba a organizar, a cargar camiones, entre ellos habían algunos incluso que eran los mismos que conducían los camiones para llevarlos a las zonas desfavorecidas”.

Cercanía espiritual y administración de los sacramentos

El padre Sebastián Sardo también explicó que la asistencia que brindan los sacerdotes a la población es espiritual y material. “Cuando el sacerdote va a esta zona llevando la ayuda material, también el sacerdote atiende espiritualmente a esta gente. De hecho, unos amigos de Polonia cuando yo les conté que íbamos a ir para ahí, me mandaron nombres de gente que estaba pidiendo la unción de los enfermos. La gente tiene mucho miedo, entonces, me decían está va a ser la contraseña para que digas y para que te abran la puerta. A veces uno veía esas cosas en una película, verlas en personas es distinto, es verdaderamente distinto”.

No podemos perder fuerzas odiando

Una de las cosas que más le ha impactado al misionero argentino fue la enorme esperanza que tienen los pobladores de Ucrania. “Me quedo con la esperanza que ellos tienen hoy, sobre todo, con una cosa que dijo un muchacho que estaba trabajando con nosotros, en un momento dijo que él no sentía odio, porque el odio era una palabra fea, y decía: yo tengo amigos rusos y sé qué no todos los rusos son necesariamente malos. Después, el Obispo, el Metropolita, nos decía: no podemos perder fuerzas odiando, porque si nosotros dedicamos nuestras fuerzas al odio, perdemos las fuerzas que necesitamos para hacer el bien”. Entonces, yo creo que esa es la concentración que están teniendo todos allá en Ucrania, es poner todas las fuerzas para hacer el bien.

“Dios saca cosas buenas aún de lo malo”

En este sentido, el sacerdote argentino dijo que esta experiencia le hacía pensar fundamentalmente en dos textos bíblicos. El primero, “que hay que vencer el mal a fuerza del bien” de la Carta a los Romanos; y el otro, que es de la Carta a los Hebreos que dice, “que Dios saca cosas buenas aún de lo malo, aún de lo terrible”.

Cuando uno vive una cosa terrible, es difícil ver todo lo bueno que ve que está sacando, pero yo que lo podía ver desde afuera, la verdad que me quedé impresionado como decía hace rato. Estoy digiriendo esta experiencia, mi primera reacción fue un bloqueo absoluto, me bloquee emocionalmente, me quedé sin saber que decir, no hay palabras, pero estoy digiriendo esta experiencia, pensaba sobre todo en los niños, veíamos a los niños, como ellos estaban un poco desconcertados porque están fuera de casa, porque estaban separados de su papá, porque estaban viendo con unos monjes, pero a la vez estaban contentos para ellos era como una aventura, tal vez no tenían conciencia del riesgo.

La divina liturgia en Ucrania

Las heridas en la niñez y la caducidad de las noticias

Otro aspecto sobre el que el padre Sardo reflexionó fue el de las heridas de la niñez. “Es duro estas cosas que se viven en la niñez, dejan cicatrices y eso es lo más difícil porque a veces el peligro de la comunicación es que la noticia tiene una fecha de vencimiento, entonces todos estamos concentrados sobre algo mientras que eso tiene la atención del público, llega un momento en que otra cosa más importante y nos damos la vuelta, pero los problemas continúan ciudades destruidas, gente que quedó sin nada, familias separadas, niños con heridas profundas. ¿Cómo se reconstruye eso? No sé, me sonaba en mi cabeza tantas veces lo que el Papa Francisco hablaba de lo diabólico que es el mercado de las armas.

Una auténtica experiencia misionera

Finalmente, el representante de las Obras Misionales Pontificias dijo que, esto ha sido una auténtica experiencia misionera, una auténtica obra misionera, que le hemos hecho el nombre de la Iglesia que dice: “estamos aquí, no están solos, estamos con ustedes, los queremos, nos interesan”. Eso es muy importante, es muy importante, ellos no nos pedían cosas materiales, cuando llegamos nadie nos pedía, ellos nos ofrecían, eso era increíble, nos ofrecían lo mejor que tenían, llegamos y teníamos el cuarto, dulces, nos habían dejado agua todo el tiempo, gracias por estar aquí, no nos pedían nada a pesar de la necesidad.

Lo que ellos simplemente esperaban era decir no es Oriente y Occidente, somos la Iglesia, somos una familia y ustedes son parte de nuestro corazón y eso creo que resume la experiencia misionera, somos las Obras Misionales Pontificias, si, en nombre del Papa cumplimos esta misión, que es la misión de Jesús de estar con el que sufre.

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