Casi un año después, Enzo Bianchi deja la comunidad de Bose. No marcha al monasterio de Cellole, como se había planteado hasta hace unas semanas, sino a un alojamiento en Turín junto con dos hermanos que han pedido vivir 'extra donum' para poder asistirlo, tal y como establecía el comunicado del delegado pontificio, Amadeo Cencini.
Tal y como adelantaba Repubblica, tras la intervención del Papa, quien recibió a Cencini antes de partir a Irak, y la carta que posteriormente se hizo pública, Bianchi ha decidido finalizar con la polémica, que amenazaba con la propia supervivencia de una comunidad partida en dos mitades.
Bianchi, así, deja la comunidad que fundara en 1965, y se traslada a una casa del 'primer cinturón' de Turín, en las afueras, donde podrá descansar, pues su salud, a sus 78 años, está bastante deteriorada. ¿Supone esto el fin de la polémica? Cuesta pensarlo, después de todas las luchas internas, y de que jamás se hayan aclarado las verdaderas razones de la destitución-marcha del fundador de esta comunidad, icono del diálogo interreligioso desde el Concilio Vaticano a nuestros días.
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