Encuentro interreligioso de oración por la paz en Roma: "Nadie se salva a sí mismo. Paz y Fraternidad" Francisco: "Sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence a la injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro"

Oración por la paz en Roma
Oración por la paz en Roma

Bartolomé I pide: "Que la pandemia, nos empuje a buscar juntos la curación de todo mal"

El obispo luterano confiesa: "Experimentar esta unidad en la mesa del Señor durante mi vida es mi sueño personal"

"Pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males"

"Todos somos especialistas en colgar en la cruz a los demás con tal de salvarnos a nosotros mismos"

"Quizás también nosotros preferiríamos a veces un dios espectacular más que compasivo, un dios potente a los ojos del mundo, que se impone con la fuerza y desbarata a quien nos odia"

"Cuántas veces queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios; un dios como nosotros, más que llegar a ser nosotros como Él"

"¡Qué fácil es criticar, hablar en contra, ver el mal en los demás y no en uno mismo, hasta llegar a descargar las culpas sobre los más débiles y marginados!"

Cuando la negra sombra de la pandemia, acompañada por las no menos sombrías de la guerra y la explotación egoísta del hombre por el hombre, se extienden por el mundo, Roma se convierte, una vez más, en “la capital de la paz”. En un encuentro, “en el Espíritu de Asís”, organizado por la Comunidad de San Egidio, y presidido por el Papa. Francisco, que por vez primera lleva mascarilla en público, siguiendo la estela de su reciente encíclica 'Fratelli tutti', hizo un canto a la fraternidad y al amor. Porque “sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence a la injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro”, mientras que “pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males”.

El Papa Francisco participa en el 34º Encuentro Internacional de la Comunidad de Sant'Egidio en el Espíritu de Asís que este año, debido a la pandemia, se celebró en Roma, en el Capitolio, la tarde del 20 de octubre, en una única sesión vespertina.

El evento, titulado "Nadie se salva a sí mismo. Paz y Fraternidad", contó con la participación del Patriarca Bartolomé I junto con representantes del Judaísmo, el Islam y el Budismo. El encuentro se celebró en dos momentos: a las 4 p.m. las oraciones de las diferentes religiones en diferentes lugares y el encuentro ecuménico en presencia del Papa en la Basílica de Santa María en Ara Coeli.

Luego, a las 17.15 horas, la ceremonia final en la Plaza del Capitolio - con la participación del Presidente de la República Italiana Sergio Mattarella - que terminó con la firma de un llamamiento común por la paz.

El Papa entra en la basílica Santa María in Ara Coeli e inicia el rito de la oración con el saludo de paz a la asamblea. Inmediatamente después, el Patriarca de Constantinopla, Bartolomé I secunda el saludo con las siguientes palabras:

Hermanos y hermanas, el Espíritu Santo nos ha reunido para implorar el don de la paz que viene de Dios. Este santo y bendito don nos ha sido confiado a nosotros, testigos del Evangelio de Jesucristo, para que los corazones de todos puedan redescubrir el coraje de la reconciliación, la humilde fuerza del diálogo, la alegría de la fraternidad.

Que nuestra invocación concordante disipe las tinieblas del mal, el terrorismo y la violencia y nos abra a la esperanza; que esta vez, heridos por la pandemia, nos empuje a buscar juntos la curación de todo el mal y que toda la creación vea el amanecer de un nuevo día, en Cristo Jesús nuestro Señor.

Unánimes, acojamos ahora con alegría la Palabra de Dios que entra entre nosotros, para que ilumine nuestras mentes y corazones.

A continuación entra la Sagrada Escritura y los tres hermanos “separados”, el Santo Padre, el Patriarca de Constantinopla y el obispo luterano se acercan a ella y hacen un gesto de reverencia.

Saludos antes de la ceremonia del encuentro internacional
Saludos antes de la ceremonia del encuentro internacional

Lectura del libro del profeta Isaías.

Tras el canto de la antífona, la intervención de la meditación del obispo luterano.

Meditación "Paz y Fraternidad" de S.E. Heinrich Bedford-Strohm, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD), en la Oración de los Cristianos

Queridas hermanas y hermanos en Cristo,

"Tu pueblo reconstruirá las antiguas ruinas, reconstruirá los cimientos de las generaciones pasadas" – que consuelo al escuchar hoy, en un mundo herido, estas palabras del profeta Isaías. En un mundo herido por la pandemia. En un mundo que anhela la curación.

Nuestras almas están confundidas. Todos los signos físicos de conexión - las manos que se buscan, hablando cara a cara, sin máscara!, abrazándose, abrazándose - todos estos signos físicos que siempre han sido expresiones de amor, se han convertido ahora en el enemigo del amor, un peligro para el otro, una fuente potencial de sufrimiento. ¿Cómo pueden nuestras almas entender este vuelco de las formas fundamentales de la interacción humana espontánea?

El Papa durante el encuentro internacional de oración
El Papa durante el encuentro internacional de oración

"Tu pueblo reconstruirá las antiguas ruinas, reconstruirá los cimientos de las generaciones pasadas". Necesitamos desesperadamente esta promesa para fortalecernos en nuestro agotamiento. ¡No teman! Dice Dios, no te dejaré solo. Siempre estaré contigo. Y experimentarás la curación. "Entonces tu luz se elevará como el amanecer, tu herida pronto se curará."

¿Cómo podemos, como iglesias, ser mensajeros y agentes de la curación de Dios? ¿Cómo podemos ser signos de paz, de hermandad y de hermandad? ¿Cómo podemos ser todos hermanos?

A través del trinomio compuesto por la oración, el ejercicio de la justicia y la búsqueda de la unidad.

A través de la oración: como personas con diferentes caminos confesionales y religiosos, hablamos con Dios. Llevamos ante Dios nuestras penas, nuestros fracasos, nuestras preguntas sin respuesta, nuestra esperanza. Y escuchamos a Dios. Escuchamos a Dios para obtener claridad, dirección y orientación para avanzar.

Obispo luterano
Obispo luterano

En el ejercicio de la justicia. No hay oración, ni ayuno, dice el profeta Isaías, sin ejercer la justicia. Como dice Jesús: "Todo lo que has hecho a uno de estos mis hermanos y hermanas más pequeños, me lo has hecho a mí. ¿Y si realmente es Cristo quien espera ayuda, una vida digna entre las tiendas inundadas de los campos de refugiados de las islas griegas? ¿Y si realmente es Cristo quien corre el riesgo de ahogarse en el Mar Mediterráneo porque Europa no salva, e incluso impide que los barcos de los civiles ayuden? ¿Y si realmente es Cristo el que encontramos en el niño de Mozambique que no tiene suficiente comida para vivir?

Hacer estas preguntas, ser movido por las necesidades de los demás no es un catalizador para una mala conciencia. Es lo contrario. Es lo que abre la puerta a una vida plena. Es el camino hacia la paz y la fraternidad. Es la fuente de la curación, porque "Entonces tu luz se elevará como el amanecer, tu herida pronto se curará".

La Comunidad de Sant'Egidio es el mejor ejemplo. Una comunidad de personas comprometidas que no irradian un sentido de renuncia y falta de disponibilidad, sino de alegría y plenitud de vida. Porque sienten en profundidad que vivir con otros en lugar de contra otros es una vida mucho mejor. Porque saben en sus almas que el mismo Cristo está presente en esta hermandad humana.

Saludo interconfesional
Saludo interconfesional

Rezar y ejercer la justicia - estos son los dos primeros pasos del trinomio para convertirse en sal de la tierra y luz del mundo. El tercero es convertirse en uno como iglesia.

"¿Está Cristo dividido?" pregunta Pablo en la Primera Carta a los Corintios capítulo 1 antes de las diferentes divisiones en la iglesia. Y todos sabemos la respuesta. ¡Cristo es uno! ¿Cómo podríamos estar satisfechos con nuestras divisiones internas? La pasión por la unidad de la iglesia no es un sentimiento de un grupo de la iglesia que tiene un interés especial en ella. Es parte del mismo ADN de cada iglesia. Y añado, de manera muy personal: experimentar esta unidad en la mesa del Señor durante mi vida es mi sueño personal.

La paz y la justicia se abrazarán. Y ninguna pandemia lo evitará. Sí, nuestra luz brillará en la oscuridad y nuestra oscuridad será como el mediodía y seremos como un jardín irrigado y como un manantial cuyas aguas no se secan.

Nos curaremos. AMEN

El Papa y Bartolomé
El Papa y Bartolomé

Tras un silencio de recogimiento, el diácono proclama el Evangelio de Marcos, en el pasaje de la crucifixión. UN nuevo silencio meditativo e interviene el Papa.

Texto completo de la homilía del Papa Francisco durante la oración de los cristianos

Es un don rezar juntos. Agradezco y saludo con afecto a todos vosotros, en particular a Su Santidad el Patriarca Ecuménico, mi hermano Bartolomé el querido Obispo Heinrich, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania.

El pasaje de la Pasión del Señor que hemos escuchado se sitúa poco antes de la muerte de Jesús y habla de la tentación que se cierne sobre Él, exhausto en la cruz. Mientras vive el momento del dolor y del amor más extremo, muchos, sin piedad, lanzan unas palabras contra Él: «Sálvate a ti mismo» (Mc 15,30). Es una tentación crucial, que nos amenaza a todos, también a nosotros, cristianos. Es la tentación de pensar sólo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses, mientras todo lo demás no importa. Es un instinto muy humano, pero malo, y es la última provocación al Dios crucificado.

Sálvate a ti mismo. Lo dicen primero «los que pasaban» (v. 29). Era gente común, que había escuchado hablar a Jesús y lo habían visto hacer prodigios. Ahora le dicen: «Sálvate a ti mismo bajando de la cruz». No tenían compasión, sino ganas de milagros, de verlo bajar de la cruz. Quizás también nosotros preferiríamos a veces un dios espectacular más que compasivo, un dios potente a los ojos del mundo, que se impone con la fuerza y desbarata a quien nos odia. Pero esto no es de Dios, es nuestro yo. Cuántas veces queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios; un dios como nosotros, más que llegar a ser nosotros como Él. Pero así, en vez de la adoración a Dios preferimos el culto al yo. Es un culto que crece y se alimenta con la indiferencia hacia el otro. A los que pasaban, de hecho, Jesús les interesaba sólo para satisfacer sus antojos. Pero, reducido a un despojo en la cruz, ya no les interesaba más. Estaba delante de sus ojos, pero lejos de su corazón. La indiferencia los mantenía distantes del verdadero rostro de Dios.

Francisco junto a Bartolomé
Francisco junto a Bartolomé

Sálvate a ti mismo. En un segundo momento, dan un paso al frente los jefes de los sacerdotes y los escribas. Eran los que habían condenado a Jesús porque representaba un peligro. Pero todos somos especialistas en colgar en la cruz a los demás con tal de salvarnos a nosotros mismos. Jesús, en cambio, se deja clavar para enseñarnos a no descargar el mal sobre los demás: «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar» (v. 31). Conocían a Jesús, recordaban sus curaciones y las liberaciones que había realizado, y relacionan todo esto con malicia: insinúan que salvar, socorrer a los demás no conduce a ningún bien; Él, que se había entregado tanto por los demás, se está perdiendo a sí mismo. La acusación es sarcástica y se reviste de términos religiosos, usando dos veces el verbo salvar. Pero el “evangelio” del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás. El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros.

Sálvate a ti mismo. Al final, incluso los crucificados que estaban junto a Jesús se unen al clima de hostilidad contra Él. ¡Qué fácil es criticar, hablar en contra, ver el mal en los demás y no en uno mismo, hasta llegar a descargar las culpas sobre los más débiles y marginados! Pero, ¿por qué los crucificados se ensañan con Jesús? Porque no los quita de la cruz. Le dicen: «Sálvate a ti mismo y a nosotros» (Lc 23,39). Sólo buscan a Jesús para resolver sus problemas. Pero Dios no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor. Esta es la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males. Pero uno de los ladrones observa a Jesús y ve en Él el amor humilde. Y obtiene el cielo haciendo una sola cosa: cambiando la atención de sí mismo a Jesús, de sí mismo a quien estaba a su lado (cf. v. 42).

Oración interreligiosa
Oración interreligiosa

Queridos hermanos y hermanas: En el Calvario tuvo lugar el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona. Y llegó la victoria de Dios, su misericordia descendió en el mundo. De la cruz brota el perdón, renace la fraternidad: «La cruz nos hace hermanos» (BENEDICTO XVI, Palabras al final del Vía Crucis, 21 marzo 2008). Los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos. Porque sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence a la injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros.

Pidamos a Dios crucificado la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos. Y cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, recordemos las palabras de Jesús: «Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará» (Mc 8,35). Lo que a los ojos de los hombres es una pérdida, para nosotros es salvación. Aprendamos del Señor, que nos ha salvado despojándose de sí mismo (cf. Flp 2,7), haciéndose otro: de Dios hombre, de espíritu carne, de rey siervo. También a nosotros nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás. Cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y “universales”, porque nos sentiremos responsables de los demás. Y el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión. Comenzando por los pobres, los más parecidos a Jesús. El gran arzobispo de Constantinopla, san Juan Crisóstomo escribió que «si no hubiera pobres, en gran parte sería destruida nuestra salvación»(Sobre la 2. Carta a los Corintios, 17,2). Que el Señor nos ayude a transitar juntos el camino de la fraternidad, para ser testimonios creíbles del Dios verdadero.

Oración por la paz
Oración por la paz

Tras la homilía papal y el consiguiente silencio, todos juntos invocan los nombres concretos de los países para los que se invoca la paz. Y son los 29 siguientes:

1. Oremos por la paz en el mundo

2. Por la paz en el Afganistán

3. Para el fin de la violencia generalizada en América Central

4. Por el fin de las tensiones y el diálogo en Bielorrusia

5. Por la reconciliación en Burundi

6. Por el fin del terrorismo y la persecución contra los cristianos en Burkina Faso

7. Para los acuerdos de paz en Colombia

8. Por la paz en la región de Kivu, en la República Democrática del Congo

9. Para el fin de las tensiones en la península de Corea

10. Por la paz y el fin de toda la violencia en el Iraq

11. Para el fin de las tensiones entre la India y el Pakistán

12. Por la estabilidad y la coexistencia pacífica en el Líbano

13. Por la paz en Libia

14. Para el fin del conflicto en Malí

15. Para México y el fin de la violencia causada por el tráfico de drogas

16. Para poner fin a los ataques y la violencia en el norte de Mozambique

17. Por la paz y el fin del terrorismo en Nigeria

18. Por la paz en la República Centroafricana

19. Por la paz y el fin de toda la violencia en Siria

20. Para el fin del conflicto en el Cáucaso

21. Por la paz en Somalia

22. Para los acuerdos de paz en el Sudán del Sur

23. Por la paz y la reconciliación en Ucrania

24. Por la reconciliación y el fin de la violencia en Venezuela

25. Por la paz en el Yemen

26. Por la paz y el fin de toda la violencia en Tierra Santa

27. Para la liberación de todos los secuestrados, en el Medio Oriente y en todas partes del mundo

28. Para que los gobernantes conduzcan al mundo por caminos de paz y diálogo

29. Para todos los países marcados por el odio y el conflicto

Durante la lectura de los nombres de los países y de la sintenciones de paz, se van encendiendo velas y se canta el Kyrie Eleison.

La ceremonia concluye con la bendición 'tripartita' por parte del Papa, del Patriarca de Constantinopla y del obispo luterano.

Oración por la paz
Oración por la paz

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