El secretario vaticano preside la misa de la Fiesta Nacional de Croacia Gallagher: "Para los creyentes el trabajo por la paz es un deber sagrado, no solo una iniciativa generosa"
El secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales presidió esta tarde, en Roma, la misa de la Fiesta Nacional del país, "cuyos contactos con la Santa Sede nunca han decaído, a pesar de no pocas batallas a lo largo de la historia"
En su homilía, invitó a los fieles a rezar por todas las naciones afligidas por los conflictos
| Tiziana Campisi
(Vatican News).- Dos días antes de su visita a Croacia, donde se celebrará la fiesta de Nuestra Señora de la Puerta de Piedra, patrona de Zagreb, en la misa por la Fiesta Nacional del país, presidida ayer 28 de mayo, en Roma, en la iglesia de San Jerónimo, monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, invitó a los fieles a dar gracias a Dios «por el don de la libertad y de la paz» en la nación, «recordando la constitución del primer Parlamento pluripartidista elegido democráticamente el 30 de mayo de 1990».
El arzobispo instó también a «rezar por el don de la paz» para todos los países afligidos por guerras y conflictos, y señaló que para los creyentes, «el “trabajo por la paz” es un deber sagrado y no es sólo el resultado de la iniciativa generosa de hombres de buena voluntad», como afirmó Juan Pablo II en su primer viaje apostólico a Zagreb, en septiembre de 1994, añadiendo que «la paz, si se quiere de verdad, es siempre posible, pero para construirla sobre las bases de la justicia y de la verdad, ante todo hay que implorarla a Dios.
Dios es el único que puede darnos libertad interior
En su homilía, monseñor Gallagher se centró en el seguimiento de Jesús, que lleva a afrontar dificultades, persecuciones, problemas, que «nos ayudan a crecer, si sabemos aceptarlos como oportunidades para adquirir mayor madurez y responsabilidad consciente, y seremos felices, a pesar de todo», y explicó que la salvación, «presupone nuestro compromiso personal», pero «es siempre al final un don de la gracia de Dios». Es precisamente el Todopoderoso «el único que puede salvarnos y cambiar el corazón del hombre, dándole libertad interior y exterior de los bienes materiales y de otras falsas seguridades humanas, para que pueda apoyarse sólo en Él».
Comentando la página evangélica en la que Cristo aclara a Pedro y a los demás discípulos que quienes dejan «casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o campos por mí y por el Evangelio» reciben «“el ciento por uno” ya en el presente» y «“la vida eterna” en el futuro», el prelado aclaró que «Jesús no quiere decir que, para ser sus discípulos debamos despreciar a nuestros seres queridos«, sino que “en la comunidad, donde la riqueza no se guarda para uno mismo sino que se comparte, es decir, se vive en el amor, se recuperan infinitos hermanos, hermanas, hijos, madres” y, por tanto, “la familia natural es una pequeñez frente a la gran comunidad de los creyentes, en la que cada uno se siente ”llevado' por el amor de todos».
Entre la Santa Sede y Croacia los contactos nunca se apagaron
Por último, hablando de los verdaderos discípulos del Señor, el Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales señaló que el Papa Francisco, en su meditación matutina pronunciada el 28 de febrero de 2017 en la Capilla de la Casa Santa Marta, señaló cómo San Pedro y los demás santos ''en medio de las pruebas, de las dificultades, tenían un rostro alegre, una mirada contenta y un corazón alegre'', y lo mismo hacían los santos contemporáneos. Entre ellos, el chileno Alberto Hurtado, que ''fue perseguido y tuvo que afrontar 'muchos sufrimientos'', estuvo comprometido con los pobres, ''siempre trabajando, dificultad tras dificultad'', pero dijo que era feliz.
Concluyendo su reflexión, el arzobispo Gallagher encomendó Croacia, ''cuyos contactos con la Santa Sede nunca han decaído, a pesar de no pocas batallas a lo largo de la historia'', a la intercesión de Nuestra Señora de la Puerta de Piedra, de San José, protector del país, y del beato cardenal Alojzije Stepinac.