La pandemia ha hecho que el hambre vuelva a aumentar Unos 811 millones de personas pasan hambre en el mundo
El último informe de la FAO, "Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo", ha confirmado lo que ya todos sabíamos: la pandemia de coronavirus ha hecho aumentar en 118 millones el número de personas que pasan hambre en el mundo
Una de cada diez personas en el mundo está subalimentada, África y Asia son los continente más afectados y el hambre en Europa crece por primera vez desde que se empezó a medir en 2014
| Manos Unidas
Según el informe elaborado conjuntamante por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y otros organismos como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y UNICEF, 1 de cada 10 personas en el mundo están subalimentadas.
Los autores del informe señalan que existen desigualdades regionales “persistentes y preocupantes” que llevan a que África sea el continente más perjudicado. Así, según los datos recabados para elaborar el informe, en el año 2020 "una de cada cinco personas (el 21% de la población) enfrentaba hambre en África. Más del doble de la proporción de cualquier otra región".
Asia alberga a más de la mitad de las personas desnutridas en 2020 (418 millones), Africa a 282 millones, mientras en América Latina y el Caribe había 60 millones de hambrientos. En Amérca del Norte y Europa, aunque la cifra no es significativa, el hambre aumentó por primera vez desde que se empezó a medir en 2014.
Una de las causas principales del aumento del número de personas subalimentadas radica, según la FAO, en el precio de los alimentos saludables, inalcanzables para un elevado porcentaje de la poblacion mundial.
Entre las poblaciones más afectadas por la desnutrición destacan los niños menores de cinco años. Se calcula que 149,2 millones de niños y niñas (el 22%) sufrieron retraso del crecimiento en 2020. Un 37% de estos pequeños vive en Asia central y meridional y otro 37% en África subsahariana.
Estrategia para acabar con el hambre en el mundo
En su llamado a transformar los sistemas alimentarios como condición esencial para lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y poner las dietas saludables al alcance de todos, el informe subraya la necesidad de políticas e inversiones que contrarresten los factores determinantes del hambre y la malnutrición.
Con este fin, traza seis recomendaciones a los encargados de las políticas alimentarias de los países para que las apliquen de acuerdo con su realidad nacional:
- Integrar las estrategias humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz en las zonas de conflicto, por ejemplo, mediante medidas de protección social que eviten que las familias vendan sus escasas pertenencias para alimentarse
- Ampliar la resiliencia de los sistemas alimentarios frente al cambio climático, ofreciendo a los pequeños agricultores un amplio acceso a seguros contra riesgos climáticos y financiación basada en previsiones científicas
- Reforzar la resiliencia de la población más vulnerable ante las adversidades económicas mediante programas de apoyo en especie o en efectivo para reducir los efectos de la pandemia o la volatilidad de los precios de los alimentos
- Intervenir en las cadenas de suministro para reducir el costo de los alimentos nutritivos fomentando la plantación de cultivos bioenriquecidos o facilitando el acceso a los mercados de los productores de frutas y hortalizas
- Combatir la pobreza y las desigualdades estructurales, impulsando las cadenas de valor alimentarias en las comunidades pobres mediante transferencias de tecnología y programas de certificación
- Fortalecer los entornos alimentarios y promover cambios en el comportamiento de los consumidores, por ejemplo eliminando las grasas trans industriales y reduciendo el contenido de sal y azúcar en los alimentos, o protegiendo a los niños frente a los efectos negativos de la comercialización de alimentos.
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