Misionero en Taiwán y Hong Kong durante cuarenta años Miguel Ángel San Román, el misionero abulense apasionado por la Iglesia en China y por la evangelización

Padre Miguel Ángel San Román Pérez, O.P.
Padre Miguel Ángel San Román Pérez, O.P.

El padre Miguel Ángel San Román Pérez, O.P., misionero en Taiwán y Hong Kong, donde durante cuarenta años, falleció en Roma, tras una larga enfermedad

Miguel Ángel San Román Pérez nació en Ávila (España) el 13 de marzo de 1944. Sus hermanos de comunidad lo recuerdan como una persona inteligente y sensible, fiel a la vida comunitaria incluso en los últimos momentos de su enfermedad

El funeral solemne se celebró el 11 de mayo en la iglesia del Convento de los Dominicos de Via dei Condotti, en Roma. Asistieron numerosos dominicos y colegas de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos

(Agencia Fides).- El 7 de mayo falleció en Roma, tras una larga enfermedad, el p. Miguel Ángel San Román Pérez, O.P., misionero en Taiwán y Hong Kong, donde durante cuarenta años desarrolló una intensa labor pastoral y docente, además de ocupar cargos de responsabilidad en la Orden Dominicana a la que pertenecía.

De regreso a Roma, desde 2010 hasta 2019 continuó ocupándose de los múltiples y complejos aspectos de la vida de la Iglesia en China, aportando una gran contribución en la sección china de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Miguel Ángel San Román Pérez nació en Ávila (España) el 13 de marzo de 1944. En el convento de Ocaña (Toledo) tomó el hábito dominicano el 4 de agosto de 1959 y realizó el año de noviciado, al final del cual hizo su primera profesión el 5 de agosto de 1960. Estudió filosofía en el Instituto San Pedro Mártir de los Dominicos de Madrid, donde se licenció en 1964. Hizo su profesión solemne el 14 de mayo de 1965 en el Convento de Santo Tomás de Ávila, donde estudió teología. Fue ordenado sacerdote en Ávila el 7 de julio de 1968. En junio de 1969 completó sus estudios de teología y se licenció.

Taiwan

En diciembre de ese año fue enviado a Hong Kong, donde estudió inglés y cultura asiática para prepararse para el ministerio que desempeñaría en Taiwán, donde llegó en 1970 y permaneció durante la mayor parte de su vida misionera, con algunos intervalos.

En Taiwán pudo estudiar chino mandarín y filosofía china hasta 1975, cuando comenzó un intenso ministerio pastoral marcado también por los cargos de responsabilidad en su congregación. Trabajó en varias parroquias, fue director de la escuela de catequistas, superior de algunas comunidades dominicanas, encargado de los estudios y de la formación permanente, consejero del vicariato, vicario provincial... Para desempeñar sus funciones de gobierno, durante algunos períodos entre 1985 y 1993, residió en Hong Kong.

En 1994 fue destinado a la comunidad dominicana de Via dei Condotti, en Roma. Esto le dio la oportunidad de estudiar Misionología en la Universidad Gregoriana, donde se licenció en febrero de 1995 y se doctoró en 2000, con una tesis sobre “Los cristianos laicos en la misión dominicana en el norte de la provincia de Fujian, China, en el siglo XVII”.

En 1995 fue nombrado miembro del equipo para el apostolado de la Orden en China. Luego regresó a Taiwán, donde permaneció hasta 2010. Al final de su servicio en Taiwán, regresó a Roma y puso a disposición de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y, por tanto, de la Iglesia en China, la herencia de su larga experiencia misionera, sus estudios y su compromiso con el anuncio del Evangelio.

El padre Miguel estaba dotado de una aguda inteligencia, que utilizó sobre todo en el estudio de la historia, y en particular de la historia de la Iglesia en China, en la provincia de Fujian. Trabajador incansable y amante de la investigación, dejó varias obras, de las que sólo se han publicado algunas. Unos días antes de ser hospitalizado, dijo a sus hermanos que estaba a punto de terminar un estudio histórico sobre la misión en Taiwán, pero también expresó sus dudas sobre poder terminarlo.

Sus hermanos de comunidad lo recuerdan como una persona inteligente y sensible, fiel a la vida comunitaria incluso en los últimos momentos de su enfermedad. Sobre todo fue ejemplar su celo misionero, su pasión por la Iglesia en China y por la evangelización, como un verdadero hijo de Santo Domingo. El funeral solemne se celebró el 11 de mayo en la iglesia del Convento de los Dominicos de Via dei Condotti, en Roma. Asistieron numerosos dominicos y colegas de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Por una Iglesia mejor informada
Volver arriba