Carga contra los que están "aprovechando" la crisis de abusos para intentar descarrilar su reforma Monseñor Vincent Long denuncia las "ataques frontales coordinados y virulentos" contra Francisco
(Cameron Doody).- Vincent Long, el obispo de Parramatta, cerca de Sídney, es quizás el prelado más 'francisquista' de la Iglesia australiana. Así, ha denunciado los "ataques frontales... coordinados y virulentos" contra Bergoglio.
Para Long, el "capitán Francisco" podrá rebatir la "tormenta" de los abusos y el "motín" de los ultras. Y que podrá cumplir con la "reforma profunda y comprensiva" que es esencial para que se restaure "la confianza y la fe" en la Iglesia.
Cuando Long habla de la crisis de abusos como una crisis de clericalismo, y de la necesidad de que la jerarquía eclesiástica sea más humilde -tal como ha hecho en una entrevista a América- sabe de lo que habla. Llegó a triunfar en Australia tras llegar en una patera desde Vietnam, y él mismo fue víctima de los abusos de un sacerdote. Por eso sus palabras tienen mucho peso. Especialmente cuando compara la crisis de abusos -"la más grande desde la Reforma"- a un "tsunami". Una catástrofe, denuncia, que "ha dejado al descubierto un conflicto ideológico" en la Iglesia que "las fuerzas anti-Francisco" están "aprovechando" para "socavar su papado y descarrilar su agenda de reforma".
"Ya es hora", prosigue Long, "de que la Iglesia, y especialmente sus líderes, escuchen con una gran humildad y emprenden un camino de conversión radical". ¿Cómo? "Cualquier intento de librar a la Iglesia del abuso de niños por clérigos tiene que afrontarse a las causas fundamentales". Son las mutaciones del clericalismo, explica Long, las que son responsables de la "cultura disfuncional, corrosiva y destructiva" de la que la Iglesia es presa.
Entre estas mutaciones del clericalismo responsables de los abusos, Long señala en primer lugar al "abuso de poder". Por eso pide que el poder se vea en la Iglesia "como relacional y pensado para el servicio, en vez de dominio, legitimación y privilegio". Otra mutación de la "hegemonía clerical" que identifica Long es la "auto-suficiencia" desde la cual la Iglesia se ve como "superior a y separado del mundo exterior". Visión de la Iglesia como un club "exaltado y elitista" para arreglar la cual el obispo receta "el modelo del Siervo Humilde en la Última Cena".
"Ya es hora de que abracemos e implementemos de forma inequívoca y decisiva la visión de la Iglesia-peregrina que el Vaticano II nos confió", proclama Long. "El modelo clericalista de Iglesia", dice, "ha llegado a su fecha de caducidad". Para explica que lo que hace falta ahora es un "nuevo paradigma": "basado en la mutualidad, no la exclusión; el amor, no el miedo; el servicio, no el clericalismo; la participación en el mundo, no la huida de él o la hostilidad contra él; la gracia encarnada, no el dualismo".
Monseñor Long