En la diócesis de Kamjanets-Podilskyj, forma grupos de apoyo para el cuerpo, la psique y también el alma Oleksandr Khalayim, un sacerdote ucraniano al lado de quienes sufren la pérdida de sus seres queridos

Dolor en Ucrania
Dolor en Ucrania

En la diócesis de Kamjanets-Podilskyj de los Latinos, el padre Oleksandr Khalayim ofrece no sólo apoyo espiritual, sino también ayuda psicológica a quienes se enfrentan al drama de la guerra

También se han organizado encuentros comunitarios. Hay una gran solidaridad entre creyentes y no creyentes, relata, la ayuda mutua se ha desarrollado mucho y también se organizan cursos de primeros auxilios

"Si antes había diferencias entre creyentes y no creyentes, ahora todos están unidos por el mismo dolor, por esta guerra", asegura

(Vatican News).- Don Oleksandr Khalayim es un sacerdote ucraniano de la diócesis de Kamjanets-Podilskyj de los Latinos. Se dedica al acompañamiento espiritual y psicológico de personas que sufren el trauma de la pérdida de sus seres queridos en la guerra y en la diócesis de Kamjanets-Podilskyj, donde ejerce su ministerio, y también ha formado grupos en otras diócesis de Ucrania. A Radio Vaticano-Vatican News, explica cómo ayuda a las personas que viven dramas y momentos difíciles a causa del conflicto con Rusia, que dura ya más de un año.

-¿Cómo surgió la iniciativa de acompañar a las personas - madres, esposas, hermanas y también hermanos y maridos - que han perdido a seres queridos en el frente?

-Surgió porque nos dimos cuenta de que varias personas, al enterarse de la noticia de la pérdida de sus seres queridos, familiares o amigos, no podían entender lo que estaba pasando. A menudo, las personas se encierran en sí mismas, no pueden vivir, no pueden entender cómo seguir adelante en la vida. Muchos de ellos temían que, además de las pérdidas en la guerra, aumentaran las pérdidas de vidas en el hogar, incluso por suicidio. Por eso creamos varios centros en los que podemos ayudar a quienes han sufrido pérdidas, traumas, para ayudarles a seguir adelante, para estar con ellos, cerca de su dolor.

-¿Cómo se desarrollan los encuentros? ¿Qué les proponen?

-Las reuniones tienen lugar a distintos niveles, empezando por reuniones personales, reuniones con madres, esposas, familias, reuniones también con personas que han sufrido violencia, que han experimentado distintos tipos de trauma, por ejemplo, un bombardeo. Luego están las reuniones a nivel comunitario y hay diferentes grupos: para madres y para esposas que se reúnen cada semana e intentan sobrellevar juntas ese dolor.

También intentamos explicarles cómo pueden vivir el trauma de la guerra, cómo deben comportarse, qué tipo de preguntas pueden o no pueden hacer a sus seres queridos que están en el frente, o cómo pueden comportarse con alguien que ha perdido a alguien importante. También les enseñamos cómo ofrecer ayuda en caso de emergencia, en momentos de trauma, en momentos de dolor, en momentos de pérdida.

-¿Es decir, que su método tiene elementos tanto de espiritualidad como de psicología?

-Sí. Además, hacemos cursos de primeros auxilios. Por ejemplo, en caso de bombardeo, explicamos cómo tratar las heridas sangrantes. Así pues, intentamos hacer esta formación de las personas a tres niveles: cuerpo, psique y también alma.

-¿Cómo se preparó para este servicio?

-En el aspecto espiritual, gracias a Dios, fue en el seminario y también otros estudios teológicos. En cuanto a la esfera psicológica, la Providencia de Dios se encargó de ello: antes de la guerra, hice un curso sobre traumas en Alemania y lo terminé en los primeros días del pasado mes de febrero. El Señor me ayudó a seguir por este camino, incluso ahora estoy haciendo varios cursos en Alemania para ayudar a los que sufren traumas psicológicos.

-¿Cuál es la clave de la propuesta espiritual en el acompañamiento a estas personas?

-La clave es estar cerca de ellos, para que no se encierren en sí mismos y entiendan lo que está pasando en ellos. Tienen que entender que en el dolor y en el trauma algunos comportamientos son completamente normales, porque así reacciona nuestro cuerpo, así reacciona nuestra psique. Y luego tienen que saber cómo superarlo, cómo tienen que salir de ello, para no permanecer todo el tiempo en el trauma y el dolor.

-Usted dice que hay que hacerles comprender que no están solos. Creo que toda la sociedad, y especialmente la comunidad más cercana, debe estar dispuesta y preparada para acompañar y ayudar a estas personas...

-Desde hace más de un año, toda la comunidad ucraniana, no digo sólo la comunidad de las Iglesias, sino que hablo de toda Ucrania, se ha unido, se ha vuelto extremadamente solidaria, intenta de diversas maneras posibles ayudarse mutuamente. Porque si antes había diferencias entre creyentes y no creyentes, ahora todos están unidos por el mismo dolor, por esta guerra. Por ejemplo, si la gente sabe que en una comunidad, en un lugar determinado, se puede encontrar ayuda, que alguien ofrece ayuda, se corre la voz. Y si no podemos hacer nada, siempre encontramos a alguien que puede ofrecer ayuda, incluso desde un punto de vista psicológico o humanitario. Siempre existe esa solidaridad y ese deseo de ayudar.

"Si antes había diferencias entre creyentes y no creyentes, ahora todos están unidos por el mismo dolor, por esta guerra"

-¿Recuerda algún momento en el que, a pesar de la desesperación y el gran dolor de las familias, haya visto surgir en alguien una pequeña luz de esperanza?

-Cuando una madre no tenía más información sobre su hijo que luchaba en el frente. Lo habían dado por desaparecido, decían que ya no se le podía encontrar. Esta madre había recibido incluso una carta en la que le decían que su hijo había muerto. Luego, con la ayuda de amigos y otras personas, esta mujer se enteró de que su hijo estaba prisionero en Rusia y ahora estamos intentando recuperarlo. Para esta madre fue una gran alegría y esperanza saber que su hijo está vivo.

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