Francisco hace un llamado al "diálogo y entendimiento mutuo" para construir la paz El Papa anima a los líderes de todas las religiones a luchar unidos contra "el flagelo del tráfico y de la trata de personas"
"Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio"
"Todos nosotros estamos llamados, no sólo a prestar atención a la voz de los pobres en nuestro entorno: los marginados, los oprimidos, los pueblos indígenas y las minorías religiosas, sino también a no tener miedo de generar instancias, como ya tímidamente se vienen desarrollando, donde poder unirnos y trabajar mancomunadamente"
El catolicismo es ciertamente minoritario en Tailandia, donde conviven más de una veintena de credos. Representantes de todos ellos (unos 18, según la nota oficial de la Santa Sede), entre líderes evangélicos, ortodoxos, budistas, musulmanes, sijhs, brahmanes y de otras religiones del continente, acogieron al Papa en el Auditorio de la Universidad de Chulalongkorn.
Antes del encuentro ecuménico, el Papa mantuvo su tradicional debate con los jesuitas de la zona. Uno total de 48 hermanos de la Compañía de Jesús, que departieron junto al Pontífice antes del almuerzo en la Nunciatura. Los católicos son apenas el 1% en un país con amplia mayoría budista.
#PopeFrancis is meeting 48 #Jesuits from South Pacific Asia. Great questions and answers, as usual! @civcatt@civcatt_en@jcapsjpic.twitter.com/RMbOtmtVzq
— Antonio Spadaro (@antoniospadaro) November 22, 2019
En su discurso a los líderes religiosos, el Papa reconoció “la valiosa herencia cultural y las tradiciones espirituales de las que son hijos y testigos”, y recordó cómo hace 122 años, en 1897, el rey Chulalongkorn (que pone nombre a la universidad) visitó Roma y a León XIII: “Era la primera vez que un Jefe de Estado no cristiano fue recibido en el Vaticano”, evocó el Pontífice.
Abolir todas las esclavitudes
“El recuerdo de ese importante encuentro, así como el reinado llevado adelante por él, caracterizado entre tantas virtudes por la abolición de la esclavitud, nos cuestiona y nos anima a asumir un protagonismo tenaz en el camino del diálogo y del entendimiento mutuo”, subrayó, invitando a un “espíritu de compromiso fraterno que ayude a poner fin a tantas esclavitudes que persisten en nuestros días, pienso especialmente en el flagelo del tráfico y de la trata de personas”.
“La necesidad de reconocimiento y valoración mutua, así como la cooperación entre las religiones, es aún más apremiante para la humanidad actual -indicó Bergoglio-; el mundo de hoy se enfrenta a problemáticas complejas, como la globalización económico-financiera y sus graves consecuencias en el desarrollo de las sociedades locales; los rápidos avances —promotores aparentemente de un mundo mejor— conviven con la trágica persistencia de conflictos civiles: migratorios, refugiados, hambrunas y bélicos; y también con la degradación y destrucción de nuestra casa común”.
No podemos construir solos
Todas estas situaciones, añadió el Papa, “nos recuerdan que ninguna región ni sector de nuestra familia humana puede pensarse o construirse ajena o inmune a las demás”. “Se acabaron las épocas donde la lógica de la insularidad podía predominar en la concepción del tiempo y del espacio, e imponerse como mecanismo válido para la resolución de los conflictos. Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio”, propuso.
En este trabajo, asumió Francisco, “las religiones, así como las universidades, sin necesidad de renunciar a las propias notas esenciales y dones particulares, tenemos mucho para aportar y ofrecer” para ofrecer a las “generaciones más jóvenes su derecho al futuro, y será también un servicio a la justicia y a la paz”.
Así, el Papa animó a “reconocer y reclamar la defensa de nuestra casa común”, con “una administración responsable, que conserve la belleza y la exuberancia de la naturaleza como un derecho fundamental para la existencia”. “
Las grandes tradiciones religiosas de nuestro mundo dan testimonio de un patrimonio espiritual, trascendente y ampliamente compartido, que puede ofrecer sólidos aportes en este sentido, si somos capaces de aventurarnos a no tener miedo de encontrarnos”
Defensa de la vida y de la casa común
“Todos nosotros estamos llamados, no sólo a prestar atención a la voz de los pobres en nuestro entorno: los marginados, los oprimidos, los pueblos indígenas y las minorías religiosas, sino también a no tener miedo de generar instancias, como ya tímidamente se vienen desarrollando, donde poder unirnos y trabajar mancomunadamente”, propuso el Papa, quien recordó que todas las confesiones están llamadas a “defender la dignidad humana y respetar los derechos de conciencia y libertad religiosa”.
.@Pontifex_pl spotkał się z przywódcami wyznań chrześcijańskich i innych religii na Uniwersytecie Chulalongkorn w Bangkoku.#PopeinThailandpic.twitter.com/2DCoeZwupN
— EpiskopatNews (@EpiskopatNews) November 22, 2019
“Ustedes valoran y cuidan a sus ancianos, los respetan y les dan un lugar reverencial, que les garantizan a ustedes las raíces necesarias, para que vuestro pueblo no se marchite detrás de determinados slogans que terminan por vaciar e hipotecar el alma de las nuevas generaciones”, reconoció el Papa, lamentando la “tendencia a homogeneizar a los jóvenes” para “convertirlos en seres manipulables hechos en serie”. Así, se produce “una destrucción cultural”.
Para evitarla, el conocimiento y la investigación son fundamentales, pues “ayudan a abrir nuevos caminos para reducir la desigualdad entre las personas, fortalecer la justicia social, defender la dignidad humana, buscar las formas de resolución pacífica de conflictos y preservar los recursos que dan vida a nuestra tierra”.
#PopeinThailand Francesco arriva all’incontro con i rappresentanti delle altre confessioni cristiane e delle altre religioni presenti in Thailandia pic.twitter.com/dCEWeoUNQT
— Andrea Tornielli (@Tornielli) November 22, 2019
Discurso del Papa:
Señor Cardenal, Hermanos en el episcopado, Distinguidos Representantes de las diferentes confesiones religiosas, Representantes de la Comunidad Universitaria, Queridos amigos:
Gracias por vuestra cordial bienvenida. Agradezco al Obispo Sirisut y al Dr. Bundit Eua- arporn sus amables palabras. Agradezco también la invitación a visitar esta famosa Universidad, a los estudiantes, docentes y personal que dan vida a esta casa de estudios, así como la oportunidad que me brindan de encontrarme con representantes de las diferentes Comunidades cristianas, y con los líderes de otras religiones que nos honran con su presencia. Les manifiesto mi agradecimiento por vuestra presencia aquí, y mi especial estima y reconocimiento por la valiosa herencia cultural y las tradiciones espirituales de las que son hijos y testigos.
Hace ciento veintidós años, en 1897, el rey Chulalongkorn, de quien toma el nombre esta primera universidad, visitó Roma y tuvo una audiencia con el Papa León XIII: era la primera vez que un Jefe de Estado no cristiano fue recibido en el Vaticano. El recuerdo de ese importante encuentro, así como el reinado llevado adelante por él, caracterizado entre tantas virtudes por la abolición de la esclavitud, nos cuestiona y nos anima a asumir un protagonismo tenaz en el camino del diálogo y del entendimiento mutuo. Y esto habría que hacerlo en un espíritu de compromiso fraterno que ayude a poner fin a tantas esclavitudes que persisten en nuestros días, pienso especialmente en el flagelo del tráfico y de la trata de personas.
La necesidad de reconocimiento y valoración mutua, así como la cooperación entre las religiones, es aún más apremiante para la humanidad actual; el mundo de hoy se enfrenta a problemáticas complejas, como la globalización económico-financiera y sus graves consecuencias en el desarrollo de las sociedades locales; los rápidos avances —promotores aparentemente de un mundo mejor— conviven con la trágica persistencia de conflictos civiles: migratorios, refugiados, hambrunas y bélicos; y también con la degradación y destrucción de nuestra casa común. Todas estas situaciones nos alertan y recuerdan que ninguna región ni sector de nuestra familia humana puede pensarse o construirse ajena o inmune a las demás. Son todas situaciones que, a su vez, nos exigen aventurarnos a tejer nuevas formas de construir la historia presente sin necesidad de denigrar o denostar a nadie. Se acabaron las épocas donde la lógica de la insularidad podía predominar en la concepción del tiempo y del espacio, e imponerse como mecanismo válido para la resolución de los conflictos. Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio. Y, de este modo, ofrecer un nuevo paradigma para la resolución de conflictos, contribuir al entendimiento entre las personas y salvaguardar la creación. Creo que, en este campo, las religiones, así como las universidades, sin necesidad de renunciar a las propias notas esenciales y dones particulares, tenemos mucho para aportar y ofrecer; todo lo que hagamos en este sentido es un paso significativo para garantizar a las generaciones más jóvenes su derecho al futuro, y será también un servicio a la justicia y a la paz. Sólo así les proporcionaremos las herramientas necesarias para que sean ellos los principales protagonistas en la forma de generar estilos de vida sustentables e inclusivos.
Estos tiempos nos exigen construir bases sólidas, ancladas en el respeto y reconocimiento de la dignidad de las personas, en la promoción de un humanismo integral capaz de reconocer y reclamar la defensa de nuestra casa común; en una administración responsable, que conserve la belleza y la exuberancia de la naturaleza como un derecho fundamental para la existencia. Las grandes tradiciones religiosas de nuestro mundo dan testimonio de un patrimonio espiritual, trascendente y ampliamente compartido, que puede ofrecer sólidos aportes en este sentido, si somos capaces de aventurarnos a no tener miedo de encontrarnos.
Todos nosotros estamos llamados, no sólo a prestar atención a la voz de los pobres en nuestro entorno: los marginados, los oprimidos, los pueblos indígenas y las minorías religiosas, sino también a no tener miedo de generar instancias, como ya tímidamente se vienen desarrollando, donde poder unirnos y trabajar mancomunadamente. A su vez, se nos pide abrazar el imperativo de defender la dignidad humana y respetar los derechos de conciencia y libertad religiosa, y crear espacios donde ofrecer un poco de aire fresco en la certeza de que «no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan» (Carta enc. Laudato si’, 205).
Aquí en Tailandia, país de gran belleza natural, quisiera subrayar una nota distintiva que considero crucial, y en cierta medida parte de las riquezas a “exportar” y compartir con otras regiones de nuestra familia humana. Ustedes valoran y cuidan a sus ancianos, los respetan y les dan un lugar reverencial, que les garantizan a ustedes las raíces necesarias, para que vuestro pueblo no se marchite detrás de determinados slogans que terminan por vaciar e hipotecar el alma de las nuevas generaciones. Junto a la tendencia creciente de desacreditar los valores y las culturas locales, por imposición de un modelo único, también «vemos una tendencia a “homogeneizar” a los jóvenes, a disolver las diferencias propias de su lugar de origen, a convertirlos en seres manipulables hechos en serie. Así se produce una destrucción cultural, que es tan grave como la desaparición de especies» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 186). Continúen haciéndoles descubrir a los más jóvenes el bagaje cultural de la sociedad en la que viven. Ayudar a los jóvenes a descubrir la riqueza viva del pasado, a encontrarse con sus raíces haciendo memoria, es un verdadero acto de amor hacia ellos, en vista de su crecimiento y de las decisiones que deberán tomar (cf. ibíd., 187).
Toda esta perspectiva implica necesariamente el papel de instituciones educativas como esta Universidad. La investigación, el conocimiento, ayudan a abrir nuevos caminos para reducir la desigualdad entre las personas, fortalecer la justicia social, defender la dignidad humana, buscar las formas de resolución pacífica de conflictos y preservar los recursos que dan vida a nuestra tierra. Mi agradecimiento se dirige, de modo particular, a los educadores y académicos de este país que trabajan para proporcionar a las generaciones presentes y futuras las habilidades y, sobre todo, la sabiduría de raíz ancestral, que les permitirá participar en la promoción del bien común de la sociedad. Queridos hermanos: Todos somos miembros de la familia humana y cada uno, desde el lugar que ocupa, está invitado a ser actor y gestor directo en la construcción de una cultura basada en valores compartidos, que conduzcan a la unidad, al respeto mutuo y a la convivencia armoniosa.
Una vez más, les agradezco su invitación y su atención. Ofrezco mi oración y mis mejores deseos por sus esfuerzo, que están orientados a servir el desarrollo de Tailandia en prosperidad y paz. Sobre ustedes aquí presentes, sobre sus familias y sobre aquellos a quienes sirven, invoco la bendición divina. Y les pido que lo hagan también por mí.
Muchas gracias.
@Pontifex_pl spotyka się z przedstawicielami innych religii #PopeinThailandpic.twitter.com/lPeudEsbaP
— Tomasz Sajewicz (@TomaszSajewicz) November 22, 2019
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