El documento sobre la Fraternidad Humana y sus implicaciones, a debate en FICRT Silvia Martínez Cano: “La religión no es propiedad de algunos, es una experiencia de Dios, y es plural”
Jumaa AlKaabi: "La firma del documento entre el Papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar ha fijado los cimientos de valores como la paz, la libertad de credo, la cultura de la tolerancia, la ética"
Juan García Gutiérrez: "El texto puede dar sentido y alma a nuestro tiempo. Casi a la altura de la Declaración de los Derechos Humanos”
Jesús Bastante: "La comunicación es esencial para un mundo cada vez más interconectado. Pero una comunicación sana, que no tenga miedo de contar la verdad, aunque duela, pero que no haga del dolor, del conflicto, de la tragedia, el motor de su trabajo. De lo contrario, mejor haríamos en apagar el ordenador y dejar de escribir"
Jesús Bastante: "La comunicación es esencial para un mundo cada vez más interconectado. Pero una comunicación sana, que no tenga miedo de contar la verdad, aunque duela, pero que no haga del dolor, del conflicto, de la tragedia, el motor de su trabajo. De lo contrario, mejor haríamos en apagar el ordenador y dejar de escribir"
“La religión no es propiedad de algunos, es una experiencia de Dios, y es plural. La convivencia juntos nos ayuda a esto. Así reducimos las expresiones fundamentalistas”. La teóloga Silvia Martínez Cano fue la encargada de abrir las jornadas de FICRT (Fundación for Islamic Culture and Religious Tolerance) sobre ‘El documento de la Fraternidad Humana: caminos de tolerancia y convivencia pacífica’
En la presentación, el director de la Fundación, Jumaa AlKaabi, quiso agradecer a todos los asistentes su presencia en este primer encuentro de una serie que conmemora los dos años de la firma del documento entre el Papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar, que “ha fijado los cimientos de valores como la paz, la libertad de credo, la cultura de la tolerancia, la ética, la protección de los lugares de culto, la lucha contra el terrorismo, el concepto de ciudadanía, los derechos de la mujer, del niño y también la protección de los grupos vulnerables”. El objetivo no es otro que “generar valores que promuevan la tolerancia”.
Para la teóloga, es fundamental “el encuentro de mesas comunes, la fraternidad evangélica”, porque “el que no ama, no ha conocido a Dios”. En este sentido, animó a “desarrollar el concepto de fraternidad más allá del encuentro con otras comunidades”, dando el salto a la amistad social.
“Vivimos en sociedades abiertas, diferenciadas, donde no hay una institución que tenga el dominio”, afirmó Martínez Cano, lo que ofrece un poliedro con “multitud de procedencias, diversos sentidos de la vida”. “Las religiones tradicionales conviven con nuevos movimientos religiosos”, en una pluralidad que, por otro lado, “también genera inseguridades que nos pueden llevar al miedo, el miedo al otro, que provoca autodefensa”. “Nos defendemos del otro, al que no conocemos, y lo estigmatizamos. Ahí se generan los fundamentalismos”, lamentó.
Frente a esta realidad, varias claves, desde “experiencias de misericordia y compasión”. “Hay que cuidar la relación de las comunidades religiosas en la sociedad multicultural. Podemos ser un lugar de acogida y espiritualidad para trazar lazos fraternales, y hacer frente juntos a lo que tergiversa el núcleo fundamental de la experiencia religiosa”, recalcó Silvia Martínez Cano.
Mesas siempre abiertas
“Generosidad, honradez, justicia, actitudes que ayudan a descolonizar a la religión de la coacción y la amenaza del proselitismo”, subrayó la teóloga, quien insistió en la necesidad de “construir las mesas comunes”, para abonar “el encuentro con Dios”. “Que nuestras mesas estén siempre abiertas. Hoy más que nunca la hospitalidad es una manera de vivir”, recalcó la teóloga, quien también llamó a “contar con las mujeres”, porque “sin mujeres creyentes no podemos avanzar”. Todo desde una comunidad que “se entrene a aceptar la diferencia”, porque “sin la crítica es imposible que se dé el encuentro”.
Por su parte, el profesor de la UNED Juan García Gutiérrez abordó el alcance educativo del documento sobre la fraternidad humana en la educación, en torno a tres personalidades: Francisco, Benedicto XVI y Chiara Lubich.
“Es fundamental generar mayor conciencia sobre el papel de la educación en la promoción de la tolerancia”, recalcó el experto, quien animó a la educación y el respeto de la diversidad, y proclamó que, en este sentido, el documento sobre la fraternidad humana “puede dar sentido y alma a nuestro tiempo. Casi a la altura de la Declaración de los Derechos Humanos”.
Libres e iguales
“El documento estructura la fraternidad como categoría para el diálogo que lleva al creyente a ver al otro como un hermano”, pues anima a “leer la fraternidad como un principio pedagógico que aporta un contenido y metodología particular”. Libres e iguales, en valor y derechos, con la mirada puesta en “la solidaridad como diálogo de la fraternidad”, porque “existen múltiples culturas y religiones, pero una sola humanidad”.
Finalmente, nuestro redactor jefe, Jesús Bastante, planteó una serie de preguntas, desde el Periodismo, para trabajar por una auténtica fraternidad humana en un mundo marcado por el conflicto y la información como espectáculo y mecanismo de poder.
“El documento de la Fraternidad Humana marca un antes y un después. También para el Periodismo. Una nueva forma de contemplar la realidad, y de interactuar con ella, que se ha reflejado como posible, y necesaria, con el coronavirus. Una pandemia global, que afecta a ricos y pobres, independientemente de su raza, cultura, credo o condición social, y que exige respuestas conjuntas, porque “nadie se salva solo”, como repite hasta la saciedad el Papa Francisco”, subrayó Bastante.
¿Seremos capaces, desde el Periodismo, de buscar sinceramente la verdad íntegra, no la que nos marcan los grupos de poder?
“Los medios, ¿somos capaces de convertirnos en actores para construir esa fraternidad social y humana?”, se preguntó. “¿Seremos capaces, desde el Periodismo, de buscar sinceramente la verdad íntegra, no la que nos marcan los grupos de poder? ¿Conseguiremos hacer de la información lo que debe ser, un servicio público, que dé voz a los sin voz, que ejerza de escudo de protección a los más débiles, a los sectores escondidos y marginados? ¿Comprenderemos que la religión puede ser un complemento informativo, y no un arma arrojadiza que fomente la división, el odio al diferente y la xenofobia? ¿Colaboraremos para hacer del bien común una noticia, una buena noticia? La comunicación es esencial para un mundo cada vez más interconectado. Pero una comunicación sana, que no tenga miedo de contar la verdad, aunque duela, pero que no haga del dolor, del conflicto, de la tragedia, el motor de su trabajo. De lo contrario, mejor haríamos en apagar el ordenador y dejar de escribir”.