¿Puede la educación jugar algún papel? El espíritu de la no violencia en el contexto actual
"La solución para los conflictos es la educación para la paz, que sea una educación real, transformativa, que al fomentar buenos sentimientos y comunión entre los corazones –concordia- la sociedad repugne a un gobierno que quiera una guerra, y lo cambie para que los gobiernos promuevan la paz"
"La atención internacional deberá fijarse no en el lucro o hacer guerras que fomenten la industria del armamento y otras formas de egoísmo, sino únicamente defender la dignidad de los pueblos que pueden ser oprimidos por otros"
| Llucià Pou Sabaté
En el contexto actual de la invasión de Ucrania, he querido pensar no tanto en la resolución de un conflicto que es “un marrón”, donde pierden todos y donde no se puede quitar el derecho a la legítima defensa de un pueblo que se ve oprimido. Pero que, paralelamente, muchos se benefician del comercio de armas, principal industria de todas las que hay en el mundo… No, quiero referirme no tanto al “marrón” cuando está ya servido después de años de conflictos no resueltos, sino a un tema más de fondo, que es la educación en la noviolencia, que es –me parece a mí- lo que evitaría este tipo de guerras.
"La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa...", decía Erasmo de Rotterdam. Y aunque hay siempre el “derecho de legítima defensa” que para muchos justifica las guerras, no es menos cierto que el que hace violencia a un pueblo no deja a este pueblo amigo, y si no se hace con absoluta justicia este pueblo oprimido se sentirá humillado, y luego levantará la cabeza contra el agresor: el oprimido siempre levantará la cabeza, y entonces volverá su furor contra el agresor. Si la espiral de violencia no conduce a nada bueno (como vemos en el Próximo Oriente), ¿cuál es la solución de un conflicto como el que tenemos estos días?
De la mano de Aurelio Fernández en su escrito La paz y la guerra quería profundizar en las palabras de Jesús que llama bienaventurados a los artífices de la paz porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9; palabras recogidas en la visión que la Iglesia tiene sobre el mundo en los documentos Vaticanos: Gaudium et spes [GS],77).
La noviolencia en la Biblia
La paz en la Biblia no es la ausencia de conflictos, sino algo mucho más rico. El saludo Shalom desea un bienestar pleno, no sólo una paz social. Está en el núcleo del mensaje del Mesías, Príncipe de la paz (Is 9,7), cuya misión será inaugurar la paz. El mensaje de Jesús es la paz, se hacen realidad las palabras anunciadas por el salmista: "la justicia y la paz se besaron" (84,11). Es el shalom -bienestar, equilibrio y plenitud- que anuncia Jesús: “la paz esté con vosotros”.
Jesucristo no quiere violencia: vemos como atempera los ánimos alterados de los hijos de Zebedeo cuando le piden que "baje fuego del cielo" contra los samaritanos (Lc 9,54-55). El consejo de no resistir a quien hiere una mejilla es un buen ejemplo de su modo de pensar: "amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que calumnian. Al que te hiere en una mejilla ofrécele la otra, y a quien tome el manto no le impidas tomar túnica; da a todo el que te pida y no reclames de quien toma lo tuyo" (Lc 6,28-30).
Incluso en el uso de la violencia en defensa propia, Jesús propone una aceptación que la deja de lado, así cuando el apóstol Pedro acomete con la espada en el prendimiento de su maestro, Jesús le responde: "Mete tu espada en la vaina, pues quien toma la espada, a espada morirá" (Mt 26,52).
La noviolencia es la esencia del Evangelio, y ha sido llevada a la práctica en la historia por algunos cristianos como M. Luther King, y otros que no lo fueron exteriormente como Gandhi. Se trata de una actitud fundamental y continua profundamente pacifista, que rechaza toda violencia y mucho más la venganza. Algunos llegan a decir que "la no-violencia es un consejo evangélico como la obediencia o la castidad" (M. García).
Hay palabras que han resultado difíciles de entender en un mundo donde la agresión se castiga con otra agresión (véase los conflictos de Oriente Medio). Cuando Jesús habla de "volver la mejilla" (Mt 5,39) está proponiendo una alternativa a la ley del talión, que señalaba en los antiguos una respuesta proporcionada al mal recibido. Y sin duda fue un primer paso de resolver conflictos, pues antes si mataban a uno de los míos se respondía con matar a 100 de los tuyos, y esto podía llevar a una aniquiliación de la raza humana. Sin duda, el “ojo por ojo y diente por diente” (Ex 21,23-25) fue un avance. Pero Jesús propone excluir toda lucha vengativa, y quiso iluminar nuestro espíritu rechazando toda acción política o revolución social por vía de la violencia.
La doctrina del amor fraterno
La doctrina de Jesús sobre el amor fraterno ha de iluminar los conflictos sociales que tengamos (contra el terrorismo, conflictos territoriales, de nacionalismos, etc.), y no pretente ser un manual para resolverlos sino que muestra una dinámica del amor y noviolencia, para que esta luz nos permita iluminar las distintas situaciones que nos enfrentemos. Y esto queda al buen hacer de la política, que dependerá de las circunstancias y por eso no se trata de promover un pacifismo irreflexivo.
Esta luz hace que san Pablo no hable de la revuelta social sino de una conversión interior, porque si tengo paz en mi corazón seré portador de paz dondequiera que vaya. Esto no implica desprecio a las tareas políticas, sino que afirma la prioridad de la tarea educativa en la interioridad, que luego tiene una manifestación social. Es como el ejemplo del iceberg que tiene mucho más dentro del agua de lo que sale fuera; así, si dentro está todo en orden, aflora por fuera esa bondad: "Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestidos de la coraza de la justicia y calzados los pies, prontos para anunciar el evangelio de la paz. Embarazad en todo momento el escudo de la fe, con que podáis apagar los encendidos dardos del maligno. Tomad el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios... para dar franqueza el misterio del Evangelio, del que soy el embajador encadenado para anunciarlo con toda libertad y hablar de él como conviene" (Ef 6,14-20).
Cuando las personas están desinhibidas, por ejemplo cuando se encuentran bajo efectos del alcohol, aparece lo que llevan dentro: muchas veces la agresividad, la violencia. Se manifiesta en la violencia doméstica, en las calles… Pienso que se trata de una agresividad muchas veces reprimida en las personas, que cuando se pierden los nervios o hay esa desinhibición aflora fuera, mostrando la podredumbre en el corazón de las personas, la falta de paz. Cuando observo agresividad en los niños, cosa que va contra la esencia de la inocencia infantil y no parece lógica, no dejo de pensar que los niños son como un espejo virginal de lo que ven en el corazón de los mayores: la agresividad de los mayores contamina el corazón inocente de los niños. De ahí que la paz interior es la solución para todos los conflictos sociales, y eso es lo que indica el Evangelio: atemperar y gobernar las propias pasiones en lugar de buscar un "enemigo" exterior pues el auténtico enemigo está dentro. El ejemplo de que tenemos dentro dos lobos, uno bueno y otro malo, nos puede iluminar: podemos alimentar al lobo que deseemos que domine. El Antiguo Testamento lo decía con otras palabras: “ante ti está el bien y el mal, la vida o la muerte, como un fruto que se te ofrece: alarga la mano y toma el que tú desees”. A esto se refiere san Pablo cuando indica que él "ha combatido el buen combate" para ganar "la corona de la justicia" (2 Tim 4,7). La "autoridad" de Pablo es "para edificar y no para destruir" (2 Cor 10,8).
Amor a la paz en la historia siguiendo la luz evangélica
En la historia hemos visto persecuciones, y ya Sócrates dijo que se degrada más el que comete injusticia que el que la sufre; es decir, los verdugos se toman el veneno que quieren para sus víctimas. Naturalmente, esto supone una esperanza en que esta vida es un paso para otra mejor, una escuela de almas y al alma no le puede hacer daño nadie, y de ahí que el martirio o resistencia hasta la muerte es una opción vencedora: "Ellos le han vencido (al demonio) por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio y menospreciaron su vida hasta morir" (Apoc 10,11). Y de ahí que muchos al sufrir por el Evangelio están llenos de coraje: "Ellos se fueron contentos de la presencia del sanedrín, porque habían sido dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús" (Hech 5, 41, cfr. 4,19-27).
Esta luz para actuar no supone inactividad social, sino que es la semilla que permite que se transforme toda la sociedad, como vimos en la historia cuando aparece la sociedad cristiana sustituyendo al imperio romano. Cada uno está llamado a ser sal que dé sabor a todo y a todos (Mt 5,16), levadura que vivifique toda la masa del tejido social (Mt 13,33), pero hemos visto también que no se consigue en plenitud, que siempre hay errores en la sociedad, que está todo por hacer, aunque se haya avanzado en muchas cosas. La petición de Jesús de "ir hasta el fin del mundo" (Mt 28,19) está siempre por hacer, es una utopía que en esta tierra –escuela de almas- no se conseguirá por entero, porque siempre habrá trabajo en esta educación para la paz y el amor (Cfr. 2 Cor 4,1-3; Fil 1,19-26; 2 Tim 1,7-14, etc.). Por eso, esa búsqueda de la paz que propone Jesús será una dinámica siempre abierta y viva, y los dichos, parábolas y actitudes del Maestro serán siempre guía para un “orden establecido” que beneficia a unos en detrimento de otros, en definitiva que siempre el egoísmo personal y social (con sus “estructuras de pecado”) estarán perturbando esa búsqueda de paz.
San Justino (siglo II) muestra esta noviolencia: "no solamente no hacemos la guerra a nuestros enemigos, sino que morimos alegremente confesando a Jesucristo". San Ireneo (siglo II) dice: "los cristianos ya no saben luchar, sino que, abofeteados, ofrecen la otra mejilla". Tertuliano (siglo III) sufrió persecución, y recomienda no la venganza sino el sufrimiento paciente, y señala que las palabras que hemos visto más arriba de Jesús a Pedro en el Huerto son para todos: "Cristo, al desarmar a Pedro, desarmó a todos los cristianos" (de hecho, muchos soldados y oficiales del ejército se declararon “objetores de conciencia” al convertirse a la fe cristiana). San Juan Crisóstomo (siglo IV) señala: "Mi costumbre es padecer persecución y no perseguir; ser oprimido y no oprimir". Por eso se iban de la milicia, porque en ciertas profesiones es difícil vivir lo que se sentían obligados: “deben esforzarse para no hacer nada malo contra Dios, lo cual es muy difícil en la vida militar". Pero cuando se convierte el Emperador Constantino a la fe cristiana, vemos que no deja de haber guerras.
Los desastres de la guerra
No vamos a entrar aquí en si hay guerras justas, pues recuerdo que cuando la invasión de Kosovo, Juan Pablo II hizo un llamamiento a una “intervención quirúrgica” internacional para evitar que aquel pueblo fuera masacrado por los invasores, la llamó “injerencia humanitaria”. Muchas veces se aplica a la guerra la fórmula del “mal menor”: intentar que si no hay otro remedio pueda aplicarse, siempre que con ello la situación no empeore. Las Guerras Mundiales han puesto en evidencia, como todas las guerras anteriores, los desastres que conllevan. Juan XXIII que era un hombre de paz escribió: "En nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado" (GS,127). Las guerras son malas siempre, y cuando empieza es que la razón ha perdido. Al igual que en las discusiones entre personas: cuando dos personas discuten, la razón ha perdido.
Volviendo a la idea principal, para evitar las guerras y conflictos sociales la educación es la prioridad, pues allí se educa en la paz interior, y esa interioridad es la que permite, como en el iceberg, que aflore la paz en la acción exterior. La solución para los conflictos es la educación para la paz, que sea una educación real, transformativa, que al fomentar buenos sentimientos y comunión entre los corazones –concordia- la sociedad repugne a un gobierno que quiera una guerra, y lo cambie para que los gobiernos promuevan la paz. Juan Pablo II dijo bien claro que "la guerra es una aventura sin retorno". Y dijo también que las “armas” que hay que usar –mejor dicho las “herramientas”- son esa educación para la paz, pues así "con la razón, con la paciencia y con el respeto a los derechos inalienables de los pueblos y de las gentes, es posible descubrir y recorrer los caminos del entendimiento y de la paz".
Por tanto, la proyección social de la paz han de ir de la mano de la justicia y el amor: "la paz como obra y consecuencia de la justicia" y "la paz como fruto del amor el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar" (dice el Concilio Vaticano, GS,78). La atención internacional deberá fijarse no en el lucro o hacer guerras que fomenten la industria del armamento y otras formas de egoísmo, sino únicamente defender la dignidad de los pueblos que pueden ser oprimidos por otros.
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