Los ucranianos rezan por la paz, mientras Putin declara la guerra a Ucrania "Hemos visto la guerra, hemos visto las ciudades bombardeadas, nadie quiere que esto se repita"
"Hemos querido unir, como ha dicho el Papa, a las personas de buena voluntad y esta fórmula es ideal, porque no conoce fronteras, ni entre confesiones, ni entre naciones, une a personas de diferentes religiones y luego pobres, ancianos, jóvenes, familias, todos han rezado y han agradecido a la comunidad este momento de paz y de tranquilidad. Es hora de detenerse y replantearse la situación en la que vivimos"
Con los bombardeos, habrá un nuevo flujo de prófugos. "En Ucrania - continúa el relato - hay un millón de personas, desplazados internos, que han tenido que dejar sus casas, en estos ocho años han reencontrado una casa y un lugar, si tendrá lugar una nueva oleada, no sabemos qué pasará"
(Francesca Sabatinelli, Vatican News).- En Kiev, como en otras ciudades alejadas del frente, la gente vive con preocupación, se discute, pero por ahora nada ha cambiado en la vida cotidiana. Pero el miedo está ahí, porque "la guerra significa ir al frente, significa escuchar los aviones. Hay una gran concentración de armas alrededor de Ucrania, Kiev está a cientos de kilómetros de la frontera, pero puede suceder cualquier cosa”, señalaban antes de que, esta madrugada, Vladimir Putin ordenara atacar Ucrania.
Yuriy Lifansé se muestra tranquilo cuando habla, pero sus palabras no ocultan la aprensión de un pueblo que contempla una situación que "realmente cambia cada minuto, porque las decisiones de los políticos la cambian". Él es el responsable de la Comunidad de San Egidio en la capital ucraniana y está convencido de que las armas no tendrán la última palabra, aunque los rusos "han obligado a todos a reaccionar" en el marco de un conflicto que ya ha causado miles de muertos y ha provocado una continua escalada de violencia.
De momento, lo que Yura, como le llaman familiarmente, también aprecia es el comportamiento del gobierno ucraniano, que pide "mantener la calma, seguir trabajando y esperar en la paz y en la búsqueda de vías diplomáticas". "El problema" – añade - "es que no se sabe lo que está sucediendo y no nos podemos preparar para nada". Ahora, ha estallado la guerra.
Una oración que une
La guerra no puede tener la última palabra, la debe tener la oración. Por esto, la Comunidad de San Egidio, respondiendo a la llamada del Papa Francisco, celebró el 26 de enero una oración especial en la catedral católica latina de San Alejandro de Kiev, presidida por el nuncio en Ucrania, monseñor Vysvaldas Kulbokas, con la participación de representantes de las distintas Iglesias cristianas, entre ellos muchos jóvenes.
Lo mismo ocurrió hace unos días, el 20 de febrero, cuando la Comunidad celebró una vigilia presidida por el obispo católico latino de Kiev, Vitalij Krivickij. La primera respuesta es y será siempre la oración, añade, "hemos querido unir, como ha dicho el Papa, a las personas de buena voluntad y esta fórmula es ideal, porque no conoce fronteras, ni entre confesiones, ni entre naciones, une a personas de diferentes religiones y luego pobres, ancianos, jóvenes, familias, todos han rezado y han agradecido a la comunidad este momento de paz y de tranquilidad. Es hora de detenerse y replantearse la situación en la que vivimos".
La tragedia de los evacuados
Tras un mes de ausencia de combates, continua Yura, en la última semana se han reanudado, en preparación de la fase de reconocimiento de las Repúblicas separatistas, hasta el punto de que ya en los días anteriores, los rusos habían trasladado a las mujeres, ancianos y niños a territorio ruso, dejando atrás a los hombres.
"Las familias han sido divididas, a los hombres no se les permite salir de estas llamadas Repúblicas. Sólo se llevan a las mujeres, los niños y los ancianos y se los llevan a miles de kilómetros, a Rusia, sin sus hombres, padres e hijos, y esto ya es una gran tragedia".
Además, con los bombardeos, habrá un nuevo flujo de prófugos. "En Ucrania - continúa el relato - hay un millón de personas, desplazados internos, que han tenido que dejar sus casas, en estos ocho años han reencontrado una casa y un lugar, si tendrá lugar una nueva oleada, no sabemos qué pasará, también porque la crisis tan prolongada hará que la sociedad sea aún más débil desde el punto de vista económico".
La gran lección del Papa Francisco
Yura recuerda al Papa Francisco, su "constante atención hacia Ucrania, que nunca faltó, incluso cuando el resto del mundo se había olvidado. Él siguió rezando y llamando la atención sobre nosotros. El Papa es uno de los pocos líderes que cree que la guerra jamás es la solución de un conflicto".
La esperanza es que el Papa pueda ayudar al mundo a entender esto y la esperanza también está en la oración, de la que se pueden extraer energías, ideas y creatividad "para encontrar una salida, incluso inesperada". Por eso nosotros esperamos, porque ya hemos visto la guerra, hemos visto las ciudades bombardeadas, una cosa horrible, nadie quiere que esto se repita".
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