Diez del diez a las diez 10-10-10 La Ordenación episcopal de Alvaro Chordi contará con una representación de "su" diócesis de Vitoria
“Bienaventurado el Obispo que hace de la pobreza y el compartir su estilo de vida, porque con su testimonio está construyendo el reino de los cielos"
"Intentaremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo concerniente a la habitación, el alimento, los medios de locomoción y todo lo que con esto va unido"
El obispo de Vitoria junto al vicario general y dos sacerdotes de la diócesis acompañarán a Chordi en este día
La ceremonia podrá seguirse on line, 10 de la mañana en Chile, 15:00 horas en España
El obispo de Vitoria junto al vicario general y dos sacerdotes de la diócesis acompañarán a Chordi en este día
La ceremonia podrá seguirse on line, 10 de la mañana en Chile, 15:00 horas en España
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Este diez de octubre quedará en la memoria de muchas personas por diversos motivos, pero de manera particular en la biografía de un buen amigo, Alvaro Chordi, el día, el mes y la hora en la que se iniciaba su ordenación episcopal.
la ceremonia se podrá seguir en este enlace
En su Facebook uno días antes puso esto:
“Se acerca mi ordenación episcopal (el 10 del 10 a las 10) y un hermano obispo me ha enviado estas 8 bienaventuranzas pronunciadas por el Papa Francisco (mayo 2021) dando a conocer el perfil de los obispos que quiere para la Iglesia. Por mis propias fuerzas, imposible. Solo la gracia sacramental de la ordenación puede hacerlo posible con la oración de todo el pueblo de Dios. ¡¡Así lo creo!!
“Bienaventurado el Obispo que hace de la pobreza y el compartir su estilo de vida, porque con su testimonio está construyendo el reino de los cielos.
Bienaventurado el Obispo que no teme mancharse su rostro con las lágrimas, para que en ellas puedan reflejarse los dolores de la gente, las fatigas de los sacerdotes, encontrando en el abrazo con los que sufren el consuelo de Dios.
Bienaventurado el Obispo que considera su ministerio un servicio y no un poder, haciendo de la mansedumbre su fuerza, dando a todos el derecho de ciudadanía en su propio corazón, para que habiten la tierra prometida a los mansos.
Bienaventurado el Obispo que no se encierra en los palacios de gobierno, que no se convierte en un burócrata más atento a las estadísticas que a los rostros, a los procedimientos que a las historias, buscando luchar junto al hombre por el sueño de justicia de Dios para que el Señor, encontrado en el silencio de la oración diaria, sea su alimento.
Bienaventurado el Obispo que tiene un corazón para la miseria del mundo, que no teme ensuciarse las manos con el fango del alma humana para encontrar el oro de Dios, que no se escandaliza por el pecado y de la fragilidad de los demás porque es consciente de la propia miseria, para que la mirada del Crucificado Resucitado sea para él el sello del infinito perdón.
Bienaventurado el Obispo que aleja la doblez del corazón, que evita toda dinámica ambigua, que sueña con el bien incluso en medio del mal, porque será capaz de gozar del rostro de Dios, encontrando su reflejo en cada charco de la ciudad de los hombres.
Bienaventurado el Obispo que obra la paz, que acompaña los caminos de la reconciliación, que siembra la semilla de la comunión en el corazón del presbiterio, que acompaña a una sociedad dividida en el camino de la reconciliación, que lleva de la mano a todo hombre y mujer de buena voluntad para construir la fraternidad: Dios lo reconocerá como su hijo.
Bienaventurado el Obispo que por el Evangelio no teme ir contracorriente, volviendo su rostro “duro” como el de Cristo dirigiéndose a Jerusalén, sin dejarse frenar por las incomprensiones y los obstáculos porque sabe que el Reino de Dios avanza en la contradicción del mundo”.
En la distancia muchos estaremos a su lado en este momento, y la diócesis de Vitoria ha enviado, además del obispo Juan Carlos Elizalde y el vicario general, Carlos García Llata, a dos compañeros sacerdotes, Diego Bande y Luis Marí Goikoetxea para representar a toda la comunidad diocesana a la que siempre estará vinculado.
En plena sintonía con esas bienaventuranzas que le hizo llegar un obispo se puede enmarcar el detalle que desde Vitoria se le ha hecho llegar con motivo de su ordenación: impreso en pergamino el pacto de las catacumbas.
Este es el texto íntegro:
“Nosotros, obispos reunidos en el Concilio Vaticano II, habiendo recibido luz sobre las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio..., nos comprometemos a lo que sigue:
1.- Intentaremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo concerniente a la habitación, el alimento, los medios de locomoción y todo lo que con esto va unido (cf. Mt 5,3; 6,33-34 82,20).
2.- Renunciamos para siempre a la apariencia y a la realidad de riqueza, especialmente en los vestidos (telas ricas, colores llamativos), las insignias de materias preciosas (estos signos deben ser realmente evangélicos: cf. Mc. 6,9; Mt 10,910; Hch 3,6).
3.- No poseeremos ni bienes inmuebles, ni muebles, ni cuentas bancarias, etc., a nuestro propio nombre; y si es preciso poseer, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas (cf. Mt. 6,19-21; Lc 12,33-34).
4.- Siempre que sea posible, confiaremos la gestión financiera y material en nuestras diócesis a un comité de seglares competentes y conscientes de su función apostólica, con el fin de ser menos administradores que pastores y apóstoles (cf. Mt 10.8; Hch 6,1- 7).
5.- Renunciamos a ser llamados de palabra o por escrito con nombres y títulos que indican grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor). Preferimos ser llamados con el nombre evangélico de Padre.
6.- En nuestro proceder y en nuestras relaciones sociales evitaremos lo que pueda dar a entender que damos privilegios, prioridad e incluso cualquier tipo de preferencia a los ricos y poderosos -v.gr., banquetes ofrecidos o aceptados, clases en los servicios religiosos- (cf. Lc 13,1214; 1 Cor 9,1419).
7.- Igualmente evitaremos fomentar o adular la vanidad de nadie con la intención de recomendar o solicitar dones, o por cualquier otro motivo. Invitaremos a nuestros fieles a considerar sus aportaciones como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social (cf. Mt 6,2-4; Lc 15,913; 2 Cor 12,14).
8.- Daremos cuanto sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc., al servicio apostólico y pastoral de las personas y grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que esto perjudique a los demás grupos y personas de la diócesis. Apoyaremos a los seglares, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llame a evangelizar a los pobres y obreros participando de la vida obrera y del trabajo (cf. Lc 4,18; Mc 6,4; Mt 11,45; Hch 18,3-4; 20,33-35; 1 Cor 4,12; 9,1-27).
9.- Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad y de sus relaciones mutuas, intentaremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas sobre la caridad y la justicia, que tengan en cuenta a todos y todas las exigencias, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes (cf. Mt 25,31-46; Lc 13,1214 y 33-34).
10.- Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en aplicación las leyes, las estructuras y las instituciones sociales necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres y, por este camino, para el establecimiento de un orden social distinto, nuevo, digno de hijos del hombre y de hijos de Dios (cf. Hch 2,44-45 y 4,32-35; 2 Cor 8 y 9 enteros; 1 Tim 5,16).
11.- Puesto que la colegialidad de los obispos encuentra su más evangélica realización en el interés común por las masas en estado de miseria física, cultural y moral (los dos tercios de la humanidad), nos comprometemos: - a participar, en la medida de nuestras posibilidades, en las inversiones urgentes de los episcopados de las naciones pobres; - a conseguir juntos, en el plano de los organismos internacionales, pero como testimonio del evangelio, como el papa Pablo VI en la ONU, la puesta en marcha de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones proletarias en un mundo cada vez más rico, sino que permitan a las masas pobres salir de la miseria.
12.- Nos comprometemos a compartir con amor pastoral nuestra vida con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos, seglares, para que nuestro ministerio sea un verdadero servicio. Por tanto: - nos esforzaremos en "revisar nuestra vida" con ellos; - suscitaremos colaboradores, con el fin de ser más bien animadores según el Espíritu que jefes según el mundo; - procuraremos que nuestra presencia sea más humana y acogedora; - nos mostraremos abiertos a todos, sea cual sea su religión (cf. Mc 8,34-35; Hch 6,1-7; 1 Tim 3,810).
13.- Vueltos a nuestras diócesis respectivas, daremos a conocer a nuestros diocesanos nuestra decisión, rogándoles nos ayuden con su comprensión, su colaboración y su plegaria. Que Dios nos ayude a ser fieles.”
Non solum sed etiam
Y en sintonía con estos 13 puntos han ido algunos de los comentarios que le han ido llegando en su muro de facebook a Alvaro Chordi, como el que le pide que renuncie a ser llamado monseñor y sí “padre”.
Siempre puede quedar el miedo a que el cargo fagocite a la persona, pero no sería el primero que empieza a hacer renuncias. Lo hicieron los firmantes del pacto de las catacumbas y algún prelado más joven también se ha negado a recibir el “kit” de obispo de la sastrería vaticana, de la que solo se llevó un par de camisas blancas.
Sin duda el pontificado de Francisco está siendo un pontificado de gestos, y por ello los nuevos prelados están llamados a seguir la estela y hacer sus propios gestos.
Alvaro los tendrá, no tengo dudas, porque ya hace tiempo que los lleva haciendo.
Felicidades querido amigo y pastor, Alvaro Chordi.
Biografía
El pasado julio la Santa Sede hizo público el nombramiento de Álvaro Chordi Miranda como nuevo Obispo auxiliar de la capital de Chile. Este sacerdote, ordenado en 1999 en la Catedral nueva de María Inmaculada de Vitoria-Gasteiz, llegó a este país latinoamericano en 2015 con la tarea de asesorar en temas de educación a la Iglesia chilena tras su experiencia en España en temas de juventud y educación.
Nacido el 4 de diciembre de 1967 en Pamplona, Álvaro Chordi estudió Derecho en la Universidad de Salamanca y posteriormente Teología en la Pontificia también de esta cuidad castellanoleonesa y en la Universidad de Deusto. Hizo un Máster en Dirección de Ejercicios Espirituales en la Universidad Pontificia de Comillas. Se estableció en Vitoria en los años 90 donde maduró su fe y su vocación siendo ordenado sacerdote el 19 de junio de 1999 por el entonces Obispo de Vitoria, Monseñor Miguel Asurmendi.
Entre sus pasadas responsabilidades en la capital alavesa, destaca su primer destino como sacerdote siendo nombrado párroco de San Andrés de 1999 a 2003. Ese año se le encomendó la responsabilidad del Área de Jóvenes de la Diócesis de Vitoria hasta 2008. Asimismo fue impulsor de la fusión de las Escuelas Diocesanas con el colegio de los jesuitas Jesús Obrero, naciendo así la marca Egibide en el año 2012 y siendo el coordinador de la pastoral en estos centros educativos hasta 2015, año en el que se trasladó al cono sur. Además fue miembro del Consejo Pastoral Diocesano de la Iglesia alavesa, por lo que es muy conocido en diferentes ámbitos de la Diócesis y miembro de las comunidades cristianas Adsis, presentes en España y en toda Latinoamérica.
Hasta hoy era el responsable de la parroquia de San Saturnino en la capital chilena, miembro del Consejo de Presbiterio de la Arquidiócesis de Santiago y forma parte de la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal de este país latinoamericano. El pasado 22 de septiembre Álvaro Chordi viajó hasta Roma para mantener un encuentro con el Papa Francisco dos meses después de haber sido nombrado prelado, quien le bendijo la cruz pectoral de Obispo y que le acompañará de ahora en adelante.