Sí al Aborto En Libertad Yo no voy a rezar el Rosario delante de las clínicas abortivas.
Si predicamos que Dios nos hizo libres, la libertad debería ser el punto de referencia de nuestro discurso
Nuestra misión se sustenta en la Misericordia, y la misericordia no juzga ni condena.
Si Dios, siendo Dios, respeta nuestra libertad, para acertar o equivocarnos, para hacer el bien o hacer el mal, quiénes somos nosotros para, desde la condición de creyentes, juzgar, condenar o prohibir nada a nadie
el aborto libre se está ejerciendo faltando a la verdad. Es decir, se conduce a las mujeres a elegir el aborto como solución rápida y drástica a un “problema”
Hasta ahora los abortos se practican sustentados en la mentira y el engaño, y eso una sociedad avanzada no debe permitirlo, más allá de creencias e ideologías
si al final la decisión de la mujer es abortar, esta no debe ser juzgada por haber ejercido su libertad. Debe estar siempre acompañada
Si Dios, siendo Dios, respeta nuestra libertad, para acertar o equivocarnos, para hacer el bien o hacer el mal, quiénes somos nosotros para, desde la condición de creyentes, juzgar, condenar o prohibir nada a nadie
el aborto libre se está ejerciendo faltando a la verdad. Es decir, se conduce a las mujeres a elegir el aborto como solución rápida y drástica a un “problema”
Hasta ahora los abortos se practican sustentados en la mentira y el engaño, y eso una sociedad avanzada no debe permitirlo, más allá de creencias e ideologías
si al final la decisión de la mujer es abortar, esta no debe ser juzgada por haber ejercido su libertad. Debe estar siempre acompañada
Hasta ahora los abortos se practican sustentados en la mentira y el engaño, y eso una sociedad avanzada no debe permitirlo, más allá de creencias e ideologías
si al final la decisión de la mujer es abortar, esta no debe ser juzgada por haber ejercido su libertad. Debe estar siempre acompañada
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Hace unos días una amiga me hizo llegar la convocatoria para participar y difundir la campaña de oración frente a clínicas abortivas. Pero le dije:
“Yo no voy a rezar el Rosario delante de las clínicas especializadas en intervenciones para abortar”. No porque no esté en contra del aborto libre, que lo estoy, sino porque estoy a favor del aborto en libertad, que no es lo mismo.
No me siento llamado a participar en estas acciones propuestas desde algunos sectores de la Iglesia porque me parece escenificar algo que no responde al verdadero espíritu cristiano. Creo que el camino no es ofrecer una imagen donde se “diga” en esta acera estamos los buenos más que buenos y enfrente los malos más que malos. Tampoco creo que las autoridades deban perseguir estas manifestaciones, que son un ejercicio más de la libertad de opinión y de expresión, que para otras historias bien se “consagra” y defiende.
A veces he pensado que en la Iglesia hemos errado en el planteamiento de muchas cosas. Si predicamos que Dios nos hizo libres, la libertad debería ser el punto de referencia de nuestro discurso, y a la libertad llegamos desde la verdad, porque “La Verdad os hará Libres”.
Sobre esta premisa quizá podríamos construir el papel más efectivo de la Iglesia en la sociedad. Deberíamos empezar por no juzgar, y menos condenar, por nada, ni a nadie. Nuestra misión se sustenta en la Misericordia, y la misericordia no juzga ni condena.
Y desde la visión misericordiosa es donde podemos exponer y defender la Verdad como camino hacia la Libertad.
La lucha contra las leyes de los hombres que fomentan más una cultura de muerte que de vida son baldías si se hace “de frente” y “contra ellas”. El tema del aborto puede ser un ejemplo y el de la eutanasia otro.
Soy de la opinión de que la Iglesia debería defender “el aborto en libertad”, que no es lo mismo que el aborto libre. Me explico. Para empezar los legisladores de este mundo no tienen por qué ajustarse a la ley de Dios, aun cuando mejor nos iría a todos si lo hiciesen. A la ley de Dios, no a la ley de la Iglesia. Pero no están obligados, entre otros motivos por esa libertad absoluta de la que he hablado ya y que es el argumento de peso para todo; Si Dios, siendo Dios, respeta nuestra libertad, para acertar o equivocarnos, para hacer el bien o hacer el mal, quiénes somos nosotros para, desde la condición de creyentes, juzgar, condenar o prohibir nada a nadie. Otra cosa es que a las leyes de este mundo se las haga frente desde el mismo campo de juego, pero poniendo por medio a Dios y a la Virgen no creo que sea lo más correcto. Ello no quita para que sigamos rezando, orando, pidiendo a Dios ya María que nos acompañen, iluminen y orienten para colaborar en la construcción del Reino aquí en la Tierra. En definitiva a hacer un mundo mejor para todos.
De poco, o nada, sirve denunciar y rechazar de plano las leyes a favor del aborto libre, porque estas se presentan como leyes “en favor de la libertad”, y así se vende y se compra por parte de la sociedad, y si nos “enfrentamos” a la ley del aborto parece que nos enfrentamos al derecho a la libertad. Por eso, quizá el discurso deba ser otro: No al aborto libre, Sí al aborto en libertad.
Sabemos que el aborto libre se está ejerciendo faltando a la verdad. Es decir, se conduce a las mujeres a elegir el aborto como solución rápida y drástica a un “problema”, no se aborda el embarazo como una consecuencia de la naturaleza humana; se les oculta o miente directamente sobre lo que llevan en su vientre, que es una vida, y se hace ello evitando que escuchen los latidos, que vean las ecografías, argumentando que “eso” es como un tumor o un coágulo de sangre. El aborto libre se construye sobre mentiras. Por eso creo que nuestra misión es exigir que la libertad de decisión se sustente en la verdad de la información. Y posteriormente si una mujer, consciente de que su opción supone eliminar una vida, y se le informa de cómo esta vida es eliminada, el método concreto y las consecuencias durante el proceso para ella y para el ser vivo que hay en su vientre; Si se le informa que si acepta “pagar el precio” del embarazo hay alternativas para esa criatura, bien con ella o sin ella; Solo entonces, si la mujer decide libremente y con toda la información en la mano, entonces sí que se garantice un proceso abortivo con calidad sanitaria y lo más “humano” posible para la madre y el feto. Y un acompañamiento posterior a la mujer, porque lo que va a vivir no es un mero “trámite”, no es la extracción de una muela. Y hay muchas probabilidades de que la decisión de abortar pase una factura no querida, deseada ni esperada.
Es muy probable que, con estas medidas el número de abortos se redujese, que quienes hacen negocio con esto quebrasen y que esta práctica quedase residualmente en manos de la sanidad pública, porque siempre habrá quien solo pueda ver el embarazo como un problema y necesite acabar con él.
Si después de informar con la Verdad, de hacer llegar a la madre la información de las alternativas que hay para esa vida tras el parto, de las consecuencias, físicas, psicológicas, sociales, ... tanto de optar por continuar con el embarazo como de abortar; también de las ayudas públicas y privadas para cualquiera de las opciones; Si después de ser informada del proceso abortivo y del modo concreto que se va a usar para acabar con esa vida, de informarle si científicamente hay datos sobre el sufrimiento y el dolor que puedan acabar experimentando ella y el ser que lleva en sus entrañas; Si después de tener la Verdad, y toda la verdad, en la mano, esa mujer decide abortar, que tenga todas las garantías sanitarias, todo el apoyo psicológico que precise, antes, durante y después.
Pero lo habrá hecho desde una verdadera libertad, la que solo te da la Verdad. Hasta ahora los abortos se practican sustentados en la mentira y el engaño, y eso una sociedad avanzada no debe permitirlo, más allá de creencias e ideologías.
Por eso creo que nuestro papel como Iglesia ha de estar defendiendo La Verdad, y poner la Ciencia al servicio de La Verdad, y que las leyes garanticen el Derecho a la Verdad, antesala de la Libertad.
Y si al final la decisión de la mujer es abortar, esta no debe ser juzgada por haber ejercido su libertad. Debe estar siempre acompañada.
La Iglesia también tiene que ser un referente para acompañar a la otra parte que ha colaborado en la formación de esa vida humana. Quizá el grado de decisión no pueda ser el mismo, pero su voz, si quiere alzarla, debe ser escuchada, sobre todo cuando esa vida se generó en un escenario del encuentro consentido por ambas partes.
Claro. Alguno dirá: “es que contado cómo lo cuentas estás condicionando y haciendo sentir a la mujer como una “asesina”. No, contado como se cuenta hoy se hace sentir a la mujer que lo que tiene dentro no es una vida, sino sólo materia orgánica que le causa “un problema”. Quizá no haya mayor ejercicio de libertad para una mujer que la de poder elegir entre la vida y la muerte de un ser formado en su seno. Pero esa libertad no será real si se la decisión se toma sin conocer la verdad en toda su extensión.
Quizá pueda parecer contradictorio reclamar que la Iglesia defienda el Aborto En Libertad, pero seguramente es más efectivo en una defensa pro vida que oponerse al aborto libre. Y esto también puede hacerse con un rosario en la mano.
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