Alegría por ver al Dios nacido

Todo está en calma. María agota los últimos momentos de su ansíada espera, José espectante, permanece en silencio sumergido en el misterio que no acaba de descifrar, Jesús va a nacer. Todo está dispuesto: el pesebre preparado, el heno extendido, los pañales limpios, el inconmensurable amor maternal de una Virgen y la disponibilidad incondicional de un Varón justo, eso es todo. Sólo ellos, sólo los dos van ser testigos del más grande acontecimiento de los siglos. ¿Cómo será el parto, cómo sucederá todo?. ¿Como será el niñito que va nacer? ¿Cómo será la primera sonrisa de un Dios con rostro humano? La noche está tranquila, los hombres duermen, la tierra, ese punto minúsculo perdido entre mil galaxias se prepara para dar cobijo al Rey del Universo. Es la Noche de Dios, es la Noche del Hombre y todo va suceder como estaba previsto

Dejemos que sea Lucas quien nos lo cuente. “Cumplido el tiempo del parto María dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre”. Los cielos se rasgaron por no poder contener el alborozo celestial de un ejército de ángeles que entre las nubes “ alababan a Dios diciendo: Gloria a Dios en la s alturas y paz en la tierra”.

Ya nada volverá a ser lo mismo. La suprema aspiración humana se ha hecho realidad, Dios es ya uno de los nuestros y su gloria ha inundado de luz este mundo nuestro, sumido en las tinieblas. Esto es lo que sucedió hace dos mil años en nuestra tierra, aunque hay hombres que quisieran olvidarlo. Ésta ha sido la revelación de Dios, la más sublime y hermosa de todas las locuras que uno pudiera imaginarse. Éstas son las Navidades que algunos nos quieren robar y otros ensuciar o adulterar; pero no podrán porque forman parte de nuestra historia y siempre habrá un corazón humano que tiemble de emoción cada año, por estas fechas

Después de haber sabido lo que sucedió en Belén, nos sentimos orgullosos de ser hombres porque a partir de ahora, la grandeza de Dios será nuestra grandeza y todo lo que nos suceda a nosotros le sucederá también a Él. Los que solamente somos hombres no acabaremos nunca de entender este misterio; pero si podemos agradecérselo a nuestra manera y cuando nos acerquemos a adorar al niño, dejar que sea nuestro corazón el que hable.

Éstas son las Navidades que yo quisiera que fueran de todos y para todos, éstas son las Navidades que yo quisiera que duraran todos los días del año. Las otras navidades, aquellas en las que hay que estar alegres por obligación, sin saber por qué, éstas otras navidades paganas a las que nos hemos ido acostumbrando son las que habría que comenzar a cuesrtinar

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