La Iglesia y la política
Vivimos tiempos de silencios cómplices sobre los que debiéramos reflexionar los católicos . Nos hemos olvidado de aquellas exhortaciones pontificias que no están tan lejanas en el tiempo. La configuración del mundo descristianizado de comienzos del siglo XX era muy semejante al de ahora, con la diferencia de que antes existían unas orientaciones político- religiosas claras y precisa y lo que actualmente existe es mucha ambigüedad y desconcierto. Ahora estamos instalados en la cultura de lo “políticamente correcto” y no sabemos muy bien cual es el papel que nos toca jugar en el terreno de la política; por eso faltan políticos ejemplares en las filas de los católicos.
Hay que estar abiertos, ciertamente a la cultura de nuestro tiempo; pero ¿ Quiere ello decir que hay que contemporizar con el laicismo? Claro que el Reino de Dios no es de este mundo. ¿Habríamos de pensarse por ello, que Cristo sólo ha de imperar en el corazón de los hombres ; pero no en el corazón de los pueblos y naciones? Cierto que hay que dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. ¿ Supone ello no obstante, que solamente es legítimo el estado laico; pero no lo es el confesional? Naturalmente que hay que saber separar la política de la religión; pero esto ¿ puede dar pie al católico para pensar que ha de serlo sólo en su vida privada, pero no en la publica? ¿ Que en su casa ha de comportarse como católico pero olvidarse de que lo es, cuando está en el parlamento? Muchas son las preguntas que están exigiendo una respuesta urgente, rotunda y clara para que los católicos sepamos a que atenernos y comencemos a ser fermento en medio de un mundo paganizado.
¿ Saben los católicos de donde proviene la legitimidad de toda autoridad? ¿ Saben los católicos que por encima de la mayoría parlamentaria está la ley natural, que obliga tanto a creyentes como a no creyentes? ¿ Saben que la ley Natural es expresión de la voluntad de Dios y que cuando se prescinde de ella ya sólo cabe el relativismo totalitario? ¿ Saben los católicos que una Constitución atea lesiona los derechos divinos? ¿ Saben que ninguna actividad humana, incluida la actividad política, puede sustraerse al imperio de Dios?
Las respuestas que necesitamos, las podemos encontrar en un magisterio de la Iglesia no muy lejano en el tiempo y que por las razones de oportunismo o por lo que sea, ha sido silenciado, quedando en el olvido y preciso es recuperarla cuanto antes. En los últimos años posconciliares, el magisterio eclesial sobre doctrina política ha brillado por su ausencia, podíamos decir incluso que no existe unanimidad de respuesta en cuestiones políticas serias y que entre los mismos obispos se dan notables discrepancias. Todo ello se ha traducido en la falta de compromiso político de los católicos, hasta el punto de que siendo mayoría en España, no estamos representados por nadie. Es triste tener que decir que con la excusa del mal menor, son muchos los católicos que están colaborando y sosteniendo con sus votos a gobiernos y partidos que promueven leyes incompatibles con el espíritu cristianismo. Semejante situación, como la que estamos viendo, no se arregla con decir que hay que votar y que hay que hacerlo en conciencia. Estamos esperando que alguien autorizado diga: basta ya de que el voto católico, sea el voto útil para propósitos infames. Ha llegado la hora de que los votos católicos se unan para promover un sistema político más en consonancia con el espíritu cristianismo. A tal respecto habría que recordar la doctrina tradicional de la Iglesia de comienzos del siglo XX y sacar de ella las oportunas consecuencias.
La festividad de Cristo Rey nos brinda la ocasión propicia para recordar el magisterio ejercido por ejemplo, por de León XIII , Pio X o Pio XI que aún sigue vigente en nuestros días, ahí tenemos la fuente donde poder encontrar esas respuestas que tanto necesitamos los católicos, si bien es posible, que hoy fueran motivo de escándalo para más de uno.
Aunque sea brevemente, quisiera detenerme en la encíclica “Quas primas” ya citada, para reflexionar un poco sobre lo que en ella se nos dice. “Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad... Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: Hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la Religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios”…. ( Quas primas. Pio XI) El mensaje que nos llega a través de estas palabras es tan nítido que no necesita comentario alguno, lo único que deberíamos hacer es disponer nuestro corazón para que calaran hondo en nuestro corazón.
Íntimamente asociada a esta encíclica está la festividad de Cristo Rey, instituida con el claro propósito pedagógico de contrarrestar al ateismo y el laicismo y colocar la soberanía de Cristo por encima de todos los hombres, pueblos, naciones e instituciones y que a partir del 1970 ha ido perdiendo su sentido originario “Para condenar y reparar de alguna manera esta pública apostasía, producida, con tanto daño de la sociedad, por el laicismo, ¿no parece que debe ayudar grandemente la celebración anual de la fiesta de Cristo Rey entre todas las gentes? En verdad: cuanto más se oprime con indigno silencio el nombre suavísimo de Nuestro Redentor, en las reuniones internacionales y en los Parlamentos, tanto más alto hay que gritarlo, y con mayor publicidad hay que afirmar los derechos de su real dignidad y potestad”… “La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo, no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.” ( Quas Primas . Pio XI)
Es nuestra pasividad y cobardía, las que están envalentonando a políticos, escritores, periodistas anticristianos y en general a todos aquellos, que se oponen al Reinado de Cristo. ¿Si nosotros, que nos llamamos cristinos, callamos, quien va a hablar? Quizás hoy como nunca los católicos debiéramos sentir la necesidad de unirnos para militar juntos , haciendo valer los derechos de Dios, que le son negados por muchos pueblos y naciones y si algo debiéramos tener claro es que Él, Jesucristo, es rey universal, Señor de la Historia : Su potestad se extiende a los reyes, a las naciones, a los pueblos, a los gobernantes a las constituciones que rigen los países, que Él será también quien al final de los tiempos nos juzgará a todos.
Hay que estar abiertos, ciertamente a la cultura de nuestro tiempo; pero ¿ Quiere ello decir que hay que contemporizar con el laicismo? Claro que el Reino de Dios no es de este mundo. ¿Habríamos de pensarse por ello, que Cristo sólo ha de imperar en el corazón de los hombres ; pero no en el corazón de los pueblos y naciones? Cierto que hay que dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. ¿ Supone ello no obstante, que solamente es legítimo el estado laico; pero no lo es el confesional? Naturalmente que hay que saber separar la política de la religión; pero esto ¿ puede dar pie al católico para pensar que ha de serlo sólo en su vida privada, pero no en la publica? ¿ Que en su casa ha de comportarse como católico pero olvidarse de que lo es, cuando está en el parlamento? Muchas son las preguntas que están exigiendo una respuesta urgente, rotunda y clara para que los católicos sepamos a que atenernos y comencemos a ser fermento en medio de un mundo paganizado.
¿ Saben los católicos de donde proviene la legitimidad de toda autoridad? ¿ Saben los católicos que por encima de la mayoría parlamentaria está la ley natural, que obliga tanto a creyentes como a no creyentes? ¿ Saben que la ley Natural es expresión de la voluntad de Dios y que cuando se prescinde de ella ya sólo cabe el relativismo totalitario? ¿ Saben los católicos que una Constitución atea lesiona los derechos divinos? ¿ Saben que ninguna actividad humana, incluida la actividad política, puede sustraerse al imperio de Dios?
Las respuestas que necesitamos, las podemos encontrar en un magisterio de la Iglesia no muy lejano en el tiempo y que por las razones de oportunismo o por lo que sea, ha sido silenciado, quedando en el olvido y preciso es recuperarla cuanto antes. En los últimos años posconciliares, el magisterio eclesial sobre doctrina política ha brillado por su ausencia, podíamos decir incluso que no existe unanimidad de respuesta en cuestiones políticas serias y que entre los mismos obispos se dan notables discrepancias. Todo ello se ha traducido en la falta de compromiso político de los católicos, hasta el punto de que siendo mayoría en España, no estamos representados por nadie. Es triste tener que decir que con la excusa del mal menor, son muchos los católicos que están colaborando y sosteniendo con sus votos a gobiernos y partidos que promueven leyes incompatibles con el espíritu cristianismo. Semejante situación, como la que estamos viendo, no se arregla con decir que hay que votar y que hay que hacerlo en conciencia. Estamos esperando que alguien autorizado diga: basta ya de que el voto católico, sea el voto útil para propósitos infames. Ha llegado la hora de que los votos católicos se unan para promover un sistema político más en consonancia con el espíritu cristianismo. A tal respecto habría que recordar la doctrina tradicional de la Iglesia de comienzos del siglo XX y sacar de ella las oportunas consecuencias.
La festividad de Cristo Rey nos brinda la ocasión propicia para recordar el magisterio ejercido por ejemplo, por de León XIII , Pio X o Pio XI que aún sigue vigente en nuestros días, ahí tenemos la fuente donde poder encontrar esas respuestas que tanto necesitamos los católicos, si bien es posible, que hoy fueran motivo de escándalo para más de uno.
Aunque sea brevemente, quisiera detenerme en la encíclica “Quas primas” ya citada, para reflexionar un poco sobre lo que en ella se nos dice. “Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad... Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: Hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la Religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios”…. ( Quas primas. Pio XI) El mensaje que nos llega a través de estas palabras es tan nítido que no necesita comentario alguno, lo único que deberíamos hacer es disponer nuestro corazón para que calaran hondo en nuestro corazón.
Íntimamente asociada a esta encíclica está la festividad de Cristo Rey, instituida con el claro propósito pedagógico de contrarrestar al ateismo y el laicismo y colocar la soberanía de Cristo por encima de todos los hombres, pueblos, naciones e instituciones y que a partir del 1970 ha ido perdiendo su sentido originario “Para condenar y reparar de alguna manera esta pública apostasía, producida, con tanto daño de la sociedad, por el laicismo, ¿no parece que debe ayudar grandemente la celebración anual de la fiesta de Cristo Rey entre todas las gentes? En verdad: cuanto más se oprime con indigno silencio el nombre suavísimo de Nuestro Redentor, en las reuniones internacionales y en los Parlamentos, tanto más alto hay que gritarlo, y con mayor publicidad hay que afirmar los derechos de su real dignidad y potestad”… “La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo, no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.” ( Quas Primas . Pio XI)
Es nuestra pasividad y cobardía, las que están envalentonando a políticos, escritores, periodistas anticristianos y en general a todos aquellos, que se oponen al Reinado de Cristo. ¿Si nosotros, que nos llamamos cristinos, callamos, quien va a hablar? Quizás hoy como nunca los católicos debiéramos sentir la necesidad de unirnos para militar juntos , haciendo valer los derechos de Dios, que le son negados por muchos pueblos y naciones y si algo debiéramos tener claro es que Él, Jesucristo, es rey universal, Señor de la Historia : Su potestad se extiende a los reyes, a las naciones, a los pueblos, a los gobernantes a las constituciones que rigen los países, que Él será también quien al final de los tiempos nos juzgará a todos.