Mal ejemplo de unos estudiantes maleducados

El pasado día 4 de junio pudimos presenciar algo vergonzoso que vuelve a cuestionar la educación en nuestro país. Se celebraba un acto académico nacional para galardonar a los mejores estudiantes de la promoción 2013, ocasión que fue aprovechada por algunos de ellos para convertirla en un manifiesto político, con menosprecio incluido a la máxima autoridad educativa de nuestro Pais. Pasados unos días, ya en frío, semejante hecho debiera ser merecedor, cuando menos, de una seria y serena reflexión, por una razón muy simple y es ésta. La falta de respeto a la autoridad siempre es reprobable, mucho más en el seno de una comunidad educativa. La reivindicación del principio de autoridad en el mundo de la enseñanza es hoy por hoy una de las asignaturas pendientes, ya que la falta del mismo está siendo una de las causas del fracaso escolar
El acto académico a que me refiero viene a ser un fiel reflejo de lo que está pasando en los centros educativos. Como todos pudimos ver, el respeto debido a la autoridad académicas brilló por su ausencia y de esta forma es difícil llevar buen término la labor educativa. El ejemplo que algunos estudiantes maleducados ofrecieron a los colegas que vienen detrás, fue el peor que pudieron ofrecerles. Si es así como se comportan estos estudiantes galardonados y mejor preparados ya finalizados sus estudios ¿que se puede esperar de aquellos estudiantes más jóvenes y menos aventajados?. Negar el saludo al Sr. Ministro nada tiene que ver con la libertad de expresión, excusa a la que siempre se suele recurrir para tratar de justificar lo injustificable. Por supuesto que estos estudiantes como cualquier otro ciudadano pueden disentir del proyecto de reforma educativa y defender sus propios puntos de vista, del mismo modo que el señor Ministro tiene el derecho y la obligación de acometer las reformas que considere pertinentes o
¿ es que hemos de resignarnos a ver la educación como el feudo de unos cuantos, que se creen con derecho a imponer sus propias ideas y vetar las de los demás, que piensan que sólo los que profesan unas determinadas ideologías están legitimados para hacer reformas?

Que nadie se equivoque, lo que aquí estamos condenando es el gesto incívico e intransigente de unos estudiantes, que ni de largo, supieron estar a la altura de las circunstancias, comenzando por la indumentaria y acabando por la actitud irrespetuosa con nuestro representante educativo. ¡Hombre!, no parece que una camisetilla verde, llena de connotaciones políticas, sea la forma más adecuada de presentarse en un acto tan solemne; como no lo hubiera sido tampoco asistir en bañador. ¡Hombre!, seguro que su actitud despectiva, casi vejatoria no es la que corresponde a estos brillantes estudiantes, llamados a ser los futuros gestores de nuestra sociedad . De ellos cabía esperar algo más elegante. Hasta me hubiera parecido más digno, no presentarse a recibir el galardón, si es que tan indignados estaban; pero no, ellos prefirieron recibir la distinción, viniera de manos de quien viniera. ¿ Cómo llamaríamos a esto?

A quienes se empeñan en justificar semejante comportamiento, yo les preguntaría ¿ Si a la inversa, hubiera sido el Ministro el mal educado, que hubiera negado el saludo a estos estudiantes, no estarían a estas horas pidiendo su dimisión? Lo malo es que algo de esto es lo que está pasando también en las aulas, donde se practica la ley del embudo; para los alumnos pocas responsabilidades , para los profesores todas. No es extraño que los docentes se quejen y pidan que se les otorgue más autoridad para poder llevar a feliz término su cometido. Seguro que muchos de ellos saben de lo que estoy hablando, seguro también que ahora mismo se están viendo reflejados en el Ministro a quienes nos gustaría, desde aquí desagraviar y darle nuestro apoyo, a la vez que le pediríamos que aproveche la ocasión para hablar a los docentes con el ejemplo. Nadie mejor que él sabe, que reforzar el principio de autoridad es hoy una necesidad urgente en la enseñanza y que si esto no se consigue, va a ser inútil seguir hablando de reformas, de cambios de sistemas o planes de estudio, que dicho sea de paso, las actualmente en marcha a mi me parecen insuficientes; pero esa es otra cuestión. Lo que sí me gustaría decir es que al final, la educación será , lo que sean los profesores y un profesor sin autoridad no es nadie.

No se puede dejar pasar la ocasión para poner las cosas en su sitio y dar a cada cual su merecido. La falta de consideración ha existido y no estaría mal que el propio señor Ministro la desaprobara públicamente y exigiera a los mencionados sujetos que se disculparan como se hace en cualquier orden de la vida. Ésta es la lección que cabría esperar del Sr. Ministro de Educación en semejantes circunstancias; no por venganza, ni siquiera por exigencias de estricta justicia, sino sobre todo por ejemplaridad que tanta falta nos está haciendo. Sr. Ministro bien sabe que educar es algo más que instruir, es también formar, por eso la última lección que están necesitando estos estudiantes que acaban de finalizar sus carreras, es la de que , siendo importante el estar bien preparado para ser un profesional competente, lo es mucho más, aprender a ser persona y tratar a los demás como cada cual quisiera ser tratado. Intente, hacerles llegar este mensaje. Hágales este ese favor, yo estoy seguro que un día se lo agradecerán.

Hay más, son muchos los profesores sufridores de estas y otras humillaciones que tienen los ojos puestos en Vd. para ver cual es su reacción. Les decepcionaría que Vd. mirara para otra parte y pasara por alto este mal ejemplo, les decepcionaría sí, porque piensan que con dejar hacer, con permitirlo todo no se va a ninguna parte. Basta ya de retroceder, algún día habrá que plantar cara a quienes de forma solapada defienden que la mejor educación es la que no existe, a quienes defienden que hay que soportarlo todo, que todo hay que permitirlo. Ha llegado el momento de decir que sin el respeto a la autoridad no vamos a ninguna parte.
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