No hay Navidad sin Dios

Decía Martín Descalzo que la Navidad era “un misterio de infancia” y es verdad que la Navidad tiene mucho de misterio y no poco de infancia
Cada año llega por estas fechas la Navidad a este convulsionado mundo nuestro con un mensaje cargado de esperanza, para que en todos los corazones, incluso en los que ya están cansados de vivir, renazcan las ansias de volver a ser ese niño, que todos llevamos dentro y que hemos ido perdiendo con el paso del tiempo. Nos hemos hecho adultos con muchas adherencias de egoísmo a nuestras espaladas, de recelos, de envidias, de ansias de poder. Nuestra sangre se ha ido envenenando con impurezas y muchos miligramos de colesterol del malo. Queremos tenerlo todo, poseerlo todo, consumirlo todo. Hemos llegado a pensar que la alegría de vivir está en saciar nuestras ansias insaciables. Hemos perdido la inocencia, y nuestros ojos han dejado de ver el resplandor de la estrella que anunciaba el misterio en aquella Noche Santa, en que los hombres dormían, mientra la tierra se convertía en el epicentro de todas las galaxias y se preparaba para dar cobijo al Rey del Universo.
Todo estaba en calma, María agotaba los últimos momentos de su ansiada espera, José expectante, permanecía en silencio sumergido en el misterio que no acaba de descifrar. Jesús iba a nacer. Todo estaba dispuesto: el pesebre preparado, el heno extendido, los pañales limpios, el inconmensurable amor maternal de una Virgen y la disponibilidad incondicional de un Varón justo, hasta el jumento, fiel acompañante de la pareja, se deja contagiar de esa paz y silencio densos que se respiraba en el ambiente. Ellos estaban destinados a ser los testigos mudos, del más elocuente y grandioso acontecimiento de los siglos. ¿Como sería el niñito que iba nacer? ¿Cómo sería la primera sonrisa de un Dios con rostro humano?.... Había llegado el momento en que la Palabra se hiciera carne de hombre. Es Lucas quien nos lo cuenta. “Cumplido el tiempo del parto, María dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre”. Los cielos se rasgaron por no poder contener el alborozo celestial de un ejército de ángeles que entre las nubes “ alababan a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra”. Y Ya nada volvió a ser lo mismo. La suprema aspiración humana se había hecho realidad, Dios sería ya uno de los nuestros y su gloria inundaría de luz este mundo nuestro, sumido en las tinieblas. Esto es lo que sucedió hace más de dos mil años en nuestra tierra, aunque los hombres parece como que lo hayamos olvidado.

Noche de Paz, Noche en que Dios, en forma de niño se da como regalo a los hombres… Es la Navidad para que podamos contemplar asombrados, como ese Dios inconmensurable a quien cielos y tierra no pueden contener, se nos muestra confinado en un lugar minúsculo, dentro de un punto perdido en la inmensidad del Universo. Es la forma más sublime de decirnos que Dios nos quiere . Nosotros, que sólo somos hombres, no acabaremos nunca de comprender lo que este misterio significa; pero si podemos rendirnos ante él. Nunca nos hubiéramos atrevido a pedir tanto, ni siquiera hubiéramos llegado a sospechar que ello fuera posible; pero sucedió. Ojos humanos pudieron contemplar asombrados, como la gloria y majestad de Dios resplandecía a través de la ternura de un Niño recién nacido. Si aprendiéramos a ser niños otra vez, entonces tal vez se produciría el milagro de sentir una Navidad entrañable de todos para todos y para siempre

A partir de entonces todas las Nochebuenas nos traen el recuerdo de un Dios- Niño que desea que nuestros corazones puedan latir a otro ritmo, que nos invita a olvidarnos de todo , para sentir la alegría de tocar con nuestra manos su amor y su ternura. Éste y no otro fue el motivo de la alegría de los primeros cristianos, ésta y no otra fue la razón de un gozo que no les cabía en el pecho. Contentos de saber que Dios se había hecho presente entre nosotros y que su presencia llenaba de esperanza el corazón humano, contentos de saber que no estamos solos, que Él es uno de los nuestros y que Dios y hombre iban a ser, a partir de ahora, una misma cosa. Algo que los hombre de hoy no acabamos de comprender, porque no nos cabe en la cabeza esta locura divina tan hermosa y sublime. Sí, la Navidad no es otra cosa que “misterio de la Infancia, nada mejor podría sucedernos. Éstas son las Navidades que algunos nos quieren robar y otros ensuciar o adulterar. .

Desgraciadamente, La NAVIDAD hace tiempo que ha perdido autenticidad, porque ha dejado de ser un misterio del amor de Dios al hombre, para convertirse en un pretexto de jolgorio ruidoso y de consumismo compulsivo o tal vez para practicar la cordialidad unos cuantos días al año, en que fingimos lo bien que nos llevamos unos con otros, compartiendo mesa y mantel con los colegas, expresándoles a todos nuestros buenos deseos de felicidad, incluso a aquellos a los que hemos estado haciendo la puñeta todo el año. En el mejor de los casos se trataría de unas fiestas familiares entrañables y cálidas, ambientadas por el árbol iluminado, con luces de colores, adornado con bolitas, serpentinas y regalos en torno al cual se conversa, se ríe, se canta y hasta hay a quien se le escapa alguna lagrimilla nostálgica. Días en los que se recuerda con tristeza a los que ya no están y se espera con impaciencia a los que todavía no han venido Todo muy enternecedor y también muy artificial. Estas son las navidades a las que nos hemos ido acostumbrando en los últimos tiempos y que poco a poco han ido adulterando el sentido de la NAVIDAD . Hemos preferido unas navidades paganas, sin Niño, sin María , sin José, unas Navidades que ya poco tiene que ver con la Navidad de hace dos mil años.

Todo lo demás es fácil de explicar y viene a ser como una consecuencia necesaria. Desaparecida la causa ha desaparecido el efecto. Desaparecido Dios de Las Navidades desaparece todo gozo interior. La crisis económica, lo ha puesto bien de manifiesto. Lo que en estos días tenemos es ruido y desesperanza , mucha desesperanza. Ha llegado la Navidad y andamos cabizbajos, encorvados, soportando como malamente se podemos el peso de la crisis económica , sin gozo en el corazón . No hay alegría en nuestros rostros, parece que no es Navidad. Tal vez es que nunca supimos el significado profundo de la Navidad, porque nunca fuimos conscientes de que unas NAVIDADES sin Dios, es algo imposible
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