No dejemos que nos roben el espíritu de la Navidad
No deja de ser triste muy triste que haya hombres y mujeres entre nosotros que se sientan ofendidos por la presencia en nuestras calles y plazas de un Niño que sólo nos habla de amor, de paz y de ternura durante un par de semanas al año. Es triste que haya quienes quieran robarnos el significado religioso de la Navidad y acabar con el sueño más sublime que el hombre nunca jamás pudo imaginar. Ciertamente cada cual es muy libre de creer o dejar de creer; esto nadie lo discute, allá cada cual. No estoy hablando de eso. Lo que quiero decir es que hay que aprender a convivir con quienes piensan distinto y también a ser respetuosos con la tradición y con la historia de un pueblo milenario
Por otra parte no sirve de nada tratar de negar la historia y ocultar el hecho portentoso acaecido hace dos mil años en nuestra tierra. Podemos silenciarlo, podemos esconderlo pero lo que pasó, pasó y ahí seguirá por mucho que nos empeñemos en borrarlo de la memoria. Podemos adulterar y cambiar el significado de la Navidad convirtiéndola en un sucedáneo amañado a nuestros gustos o intereses; pero con ello lo único que conseguimos es hacer traición a una de nuestras más sagradas tradiciones que se viene manteniendo desde que España es España .
La prueba más reciente de esto que estoy diciendo la tenemos en el discurso del Jefe del Estado Español en víspera de Navidad “en una noche, dijo, que debe ser de celebración familiar”. Como comentario a esta frase para mi bastante desafortunada, lo mínimo que habría que decirle a un rey católico que así se expresa, es que esa noche a la que él se refería es algo más que una noche de celebración familiar , es sobre todo y por encima de todo la Noche Santa del Verbo Encarnado de Dios, porque eso es lo significa Noche Buena y con ello quedaría también aclarado que es lo estamos celebrando, pues de otra forma caeremos en el sin sentido de que su Majestad, está hablando “de celebración familiar” sin saber que es lo que se celebra
Triste, tristísimo lo que se pudo presenciar por televisión la noche del 24 de Diciembre, en que comparecía nuestro Rey. Ninguna alusión directa al Misterio que estos días recordamos a no ser la presencia por unos segundos de un trozo diminuto y ridículo de escayola que más bien parecía el juguete que un niño hubiera dejado olvidado en una estantería de libros. Por lo demás nada de nada. Hasta el mismo Nicolás Maduro ha demostrado tener algún tipo de sensibilidad religiosa, implorando para “¡Que el niño Jesús nos de sus bendiciones”!
Difícil de explicar la laicidad y tibieza religiosa de quien ostenta el título de Católica Majestad, aunque siempre habrá quien trate de justificarlo diciendo que estamos en un país aconfesional y yo digo precisamente por eso; en un país así, debiéramos de contar todos; pero a lo que parece no es así . Solo preocupa lo que puedan pensar los agnósticos, sólo se procura tenerles contentos a ellos y evitar a toda costa que puedan sentirse incómodos; en cambio ninguna satisfacción a los católicos que también son ciudadanos como los demás; pero por lo que se ve nosotros no contamos, los creyentes como si no existieran. Después de todo, ellos nunca se quejarán de nada, sus enormes tragaderas lo soportan todo.
La actitud del Rey no es un hecho aislado sino que prácticamente es compartida por todos nuestros dirigentes políticos, incluso por aquellos que debieran estar agradecidos a los votantes católicos. Nadie parece estar dispuesto a dar la cara por defender algo que ha sido santo y seña durante nuestra historia milenaria como Nación. Después de lo sucedido con el Rey quedamos a la espera de lo que próximamente pueda suceder con la Cabalgata de Reyes , seguramente los creyentes asistiremos a un agravio más y seremos testigos de cómo se convierte en carnavalada cutre y vergonzosa una de nuestras más sagradas tradiciones. Es así como poco a poco todo lo más valioso de la cultura y tradición de nuestro pueblo va desapareciendo con el silencio y la complicidad de quienes no somos capaces de defenderlo.
¿No habrá ni tan siquiera uno de nuestros dirigentes que se atreva a decir lo que en su día proclamara el Sr. Cameron con tanta claridad y valentía? Merece la pena que recordemos algunas de sus palabras, pronunciadas poco antes de dejar de ser Primer ministro británico: “Tengo para mí que la cristianofobia no es el mejor camino para hacerse con el liderazgo de Europa; éste sólo está reservado para quienes apuesten por la reivindicación de los valores cristianos….Todos debiéramos sentirnos orgullosos de poder decir este es un país cristiano”. Se imagina alguien estas palabras en boca de algún político español? Y si esto llegara a suceder , que lo dudo mucho , los primeros sorprendidos y tal vez escandalizados serían nuestros propios conciudadanos. Por eso a lo mejor lo único que cabe decir es que tenemos lo que nos merecemos.
Si un día caemos en la cuenta de que por este camino no podemos seguir tendremos que preguntarnos ¿qué podemos hacer o mejor que es lo que no tenemos que hacer, para que los políticos acaben con lo poco que nos queda?, porque no nos llamemos a engaño, ellos están ahí porque nosotros les hemos puesto. ¿Hemos de seguir haciéndoles el caldo gordo con nuestro voto? Alguna decisión tendremos que tomar antes de que sea demasiado tarde.