El devenir histórico: Tránsito a la posmodernidad

Las XIII Jornadas de Estudio, aquí en Salamanca, organizadas por ASPUR, Asociación de Profesores Universitarios Retirados) nos ofrece la ocasión de convivir y de reflexionar sobre LA TRANSICIÓN DEL SER HUMANO: EXPERIENCIAS. Mi intervención , esta mañana va a girar en torno al devenir histórico en su tránsito hacia la Posmodernidad; lo que según pienso se ajusta al pretendido plan de las cabezas pensantes de la Asociación

La transición del ser humano va asociado tanto al proceso de hominización como al de humanización, el primer permite hablar de mutaciones morfológicas sometidas a las leyes biológicas de la naturaleza, asunto éste en el que los biólogos siguen trabajando tratando de encontrar el eslabón, que permita reconstruir la continuidad en la cadena que va de los homínidos al “homo sapiens”. El segundo se refiere a la condición humana en su desarrollo personal y mental, condicionado por la educación recibida, el entorno cultural, las experiencias vividas etc. que ha sido objeto de estudio y sigue siéndolo de los filósofos y estudiosos de la historia y que va a ser el punto de mira de esta mi intervención en la XIII Jornadas de Trabajo de ASPUR. No sin razón se ha dicho que los hombres y las mujeres somos hijos de la época y de la sociedad en que nos ha tocado vivir. El ser humano viene a ser en gran medida un producto de la socialización; pero por otra parte no deja de ser menos cierto también que las civilizaciones , las culturas, las estructuras sociales son un constructo del ser humano. Esta mutua interrelación entre individuo- sociedad constituyen los hilos con los que se han ido entretejiendo el tejido humano y a través de ellos es por donde tendremos que buscar el entramado de las trasformaciones habidas a lo largo de la Historia de la Humanidad . El caso más próximo y a nivel familiar lo tenemos en la reciente transición española de finales de 1970. De este tiempo a esta parte ¿ Quien ha cambiado España, los españoles o ambos a la vez ?
Grandes Intérpretes de la Historia

La apasionante aventura humana, iniciada ya hace muchos miles de años, sigue ahí con un pasado testimonial, un presente provisional y un futuro incierto. Uno de los primeros relatos de esta historia nuestra, lo tenemos en el Génesis, donde aparece una pareja humana formada por un hombre y una mujer , salidos de las manos de Dios, con el mandato de poblar y dominar la tierra. Desde aquel lejano amanecer han sucedido muchas cosas cuyo significado tratamos de desvelar. Los filósofos de la historia se han esforzado en dar con las claves que nos permitan interpretar este discurrir histórico; intentan aclararnos cual es su origen, su meta y su dirección, cual sus ritmos y sus leyes. A modo de muestra yo voy a hacer mención de los cuatro modelos clásicos que la Filosofía de la Historia nos ofrece en orden a interpretar lo que ha sido y seguirá siendo el largo discurrir de la Humanidad

A diferencia de Darwin, Lamarck o Heckel defensores de un proceso evolutivo que va de abajo a arriba de lo simple a lo complejo ; G. Hegel nos ofrece una filosofía de la historia en sentido inverso, que va de arriba a abajo, sometida a un proceso dialéctico con tres estados. Lo primero es la IDEA (ABSOLUTO)-tesis. ”In principium erat Verbum” había dicho también S Juan. Como contraposición a la Idea, la NATURALEZA-antítesis y como superación de ambas el ESPÍRITU-síntesis. La Idea está en el origen y viene a ser el fundamento de la realidad, es también la fuerza que domina al mundo, de tal modo que todo lo racional es real y todo lo real es racional, así en la historia universal todo ocurre según la razón que representa la sabiduría divina creadora. En definitiva la historia universal, hay que verla como la explicitación de la Idea.

Cierto que el mundo engloba tanto la naturaleza física como el espíritu; pero es éste el que representa la parte sustancial, él es autoconciencia, por cuanto el espíritu se conoce así mismo; pero sobre todo es libertad, que viene a ser la esencialidad del espíritu. La libertad se constituye como fin último del mundo y de la historia universal A través del proceso dialéctico de tesis antítesis y síntesis la Idea va manifestándose de forma cada vez más explícita hasta llegar al Estado totalitario, representación de lo divino en el mundo. El Estado es la realidad por la que el individuo posee y disfruta de su libertad. Todo valor y toda realidad espiritual que el hombre tiene la posee únicamente gracias al Estado, que viene a ser el representante de la Raza Superior y cuya misión es la de dominar el mundo; a ello contribuyen las guerras entre los estados, también las pasiones y ambiciones, incluso inmorales de los grandes hombres ( Cesar , Napoleón) pues para filósofo alemán, nada grande se ha realizado sin pasión, más aún , en cierta manera, la desarrollo de la historia es el redescubrimiento de sus pasiones. Estos grandes hombres de la historia son prácticos y políticos, constituidos en guías, a quines les siguen los demás, sus fines particulares encierran lo substancial que es la voluntad del Espíritu del mundo. No olvidemos, que Hegel fue el referente del Nacional Socialismo.

Desde otra perspectiva Nicolás de Condorcet nos ofrece una visión diferente de la historia, inspirada en la física de Newton que nos habla de un devenir histórico lineal, proyectado de forma escalonada y siempre en ascenso. La filosofía de la historia expresada por Condorcet nos habla de un progreso indefinido e irreversible de perfeccionamiento intelectual, material y moral de la humanidad , que podrá ser más o menos rápido, pero siempre continuado y jamás en retroceso, toda vez que la perfectibilidad del hombre es ilimitada. Para Condorcet, la historia de la humanidad es un proceso de perfeccionamiento a lo largo de diez periodos progresivos. No se trata de periodos reiterativos o alternancias cíclicas con avances y retrocesos, no, para Condorcet el progreso está sometido a una ley ineludible siempre en ascenso más o menos rápido hacia la consecución del ideal humano, por eso, el futuro siempre es y será inevitablemente mejor que el presente. El progreso queda identificado como perfeccionamiento intelectual material y moral que hace referencia no sólo al mejoramiento de la condición humana en términos materiales, económicos, científicos y técnicos, sino también al perfeccionamiento humano en términos políticos y morales. Además la ley ineludible del progreso es para todos, alcanza a la totalidad de los individuos, pueblos y sociedades, llegando al conjunto de la humanidad entera. Dicho progreso ilimitado no está dirigido por un providencialismo religioso sino regido por la propia dinámica de la historia , así el hombre por propia naturaleza aspira a ella. El progreso humano va asociado al poder de la razón, capaz de vencer la ignorancia y de superar la minoría de edad. El filósofo francés muestra una fe inquebrantable en la razón humana y en los conocimientos por ella adquiridos, ellos permitirán al ser humano dominar y domesticar su entorno, convirtiéndole en dueño y poseedor de la naturaleza.

Giambattista Vico es el filósofo de “los corsi e ricorsi” nos ofrece una interpretación del devenir histórico recurrente. Su teoría fue reelaborada posteriormente por Benedetto Croce. Para Vico la historia discurre según una cierta alternancia cíclica de vueltas y revueltas, flujos y reflujos en los que no hay avances, ni regresos definitivos, sino algo así como un complicado juego de ruleta donde a veces se gana y a veces se pierde, a veces se avanza, a veces se retrocede y repítase la jugada con algunas variantes. Diríase, “nihil novum sub sole”. En este vaivén de la historia todo vuelve a suceder, con nuevos matices, eso sí, incluso situaciones que se creían ya superadas reaparecen. En este constante dar vueltas a la noria, las culturas van desapareciendo, para volver a empezar con algunas variantes a lo largo de tiempo, como si se tratara de una interminable interpretación del bolero de Ravel, donde las diversas culturas son los instrumentos orquestados que van interpretando la misma melodía con algunas modificaciones según el paso del tiempo. Según Vico, las historias particulares trascurren en consonancia con la Historia Ideal Eterna que en última instancia es la que explica la naturaleza común de todas las naciones con sus muertes y renacimientos, sus avances y retrocesos. Toda la historia de las sociedades humanas, las antiguas y las modernas, discurren de forma paralela, repitiéndose indefinidamente determinadas situaciones típicas, que van marcando la curvatura de la historia humana y que la hacen volver sobre sí misma.

Este trascurrir está regido por un providencialismo no exento de crisis que se hacen necesarias para el devenir humano y que marcan el inicio de nuevas épocas enmarcadas en un proceso cíclico, evolutivo y dinámico que nos permite hablar de un constante renacimiento de la historia humana, donde lo posterior viene condicionado por lo anterior. Vico nos lo expresa gráficamente recurriendo a la imagen de un río en que hay momentos en los que llega a desbordarse produciendo inundaciones y también remansos que son el comienzo de una nueva situación. Así es la historia, donde flujo y reflujo se alternan, muerte y renacimiento se suceden, nada hay definitivo, sin que se puede hablar de triunfalismos. Trátase de la Historia Ideal Eterna dentro de una y la misma entidad, si bien cada civilización sigue teniendo su propia alma, que hay que saber entenderla a través de la escala de valores e ideales que le son característicos y no a través de un patrón universal. Ello no impide que se pueda seguir hablando de un común denominador en cada una de las historias particulares de las sociedades civiles y, en general, en el de la Humanidad. A veces las crisis son resueltas de forma diferente por las culturas lo que explicaría las diferencias entre ellas o no son superadas por alguna dando lugar a su desaparición . La teoría de la historia que Vico nos ofrece arranca del estudio de las civilizaciones de Grecia y Roma que han pasado por tres etapas diferentes: divina, heroica y humana. La primera es la más mística ; pero también la más primitiva, con mucho de fantasía y poco de racionalidad; los dirigentes son sacerdotes y se rigen por códigos sagrados, expresión de un jusnaturalismo divino. La etapa heroica es una etapa intermedia en la que imperan los héroes, seres a mitad de camino entre los dioses y los hombres, regida por leyes simbólicas expresión del jusnaturalismo heroico. La última etapa tiene como protagonista al hombre a quien se le reconoce artífice de la historia , es una etapa racionalizada que se rige por la ley positiva en consonancia con el iusnaturalismo humanista.

Estas tres etapas son las que según Vico representan el devenir de la historia en general, sin olvidarnos como ya queda apuntado que no se trata de algo definitivo, sino que la etapa humanizada cuando haya concluido, habrá de tener su continuidad en la teocrática, como si se tratara de un eterno volver a empezar. Es así como el punto de llegada y el punto de partida están unidos en la historia. Einstein dijo que si en nuestro planeta se produjera un conflicto nuclear, la siguiente confrontación de los humanos tendría que hacerse con piedras y con palos. Sería un volver al principio. Ello nos lleva a recordar la teoría el eterno retorno de Nietszche, si bien con matices diferentes .

Muy otra es la opinión de Oswald Spengler para quien las civilizaciones, son como organismos vivos con los que guardan cierta analogía, como ellos se rigen por a una ley cíclica de desarrollo fisiológico que progresivamente se va manifestando a través de la infancia, la juventud , la edad adulta, la vejez , la decrepitud para desembocar en la muerte y desaparición, lo que significaría el final de nuestra historia. Todas las culturas tienen su primavera, verano, otoño, también el invierno que representa el punto final. Spengler pronostica el final de la última gran cultura, todavía vigente en Occidente, igual que lo había hecho Nietzsche.

Si pasamos revista a las diversas culturas habidas en Egipto, India, Babilonia, China, Árabia, América Central, Occidente Antiguo, ( helénico-romana) Occidental faústico… en todas ellas encontramos un progresivo desarrollo a lo largo de cuatro etapas que van de la juventud a la decadencia lo mismo que si se tratar de unos organismos vivos. En todas ellas apreciamos unos mismos rasgos distintivos, que hacen pensar que todas las culturas guardan una cierta analogía. Basándose en esta similitud, cree Spengler poder predecir con fundamento el futuro de la historia de Occidente, para ello pone en funcionamiento el método que el llamó “morfología comparativa de las culturas” Más allá de los hechos singulares, contingentes e imprevisibles, aspira a encontrar la estructura metafísica de la humanidad histórica. La base fundamental de la que arranca es el convencimiento de que el mundo y el momento que a él mismo le está tocando vivir está ya en declive. La civilización occidental atraviesa su fase terminal, estamos pues ante la decadencia de Occidente , que es exactamente el título de su obra más significativa y que tal como dice Ortega y Gasset en su prólogo, representa la peripecia intelectual más estruendosa de los últimos años. Con esta obra se ponía fin al mito del progreso indefinido de corte modernista. Su tono pesimista hace presagiar que Occidente seguirá el mismo camino que las culturas que le precedieron. ¿ Se podrá hacer algo por evitarlo? No parece. Spengler ajustándose al método comparativo y analógico acaba por admitir que las leyes biológicas de nacimiento, madurez y muerte son la clave de la lógica de la historia y que ellas han de cumplirse también inexorablemente en las organizaciones sociales. La única duda que nos cabe es ¿ cuando este hecho inexorable habrá de suceder? La respuesta de Spengler es que las sociedades mueren cuando dejan de ser culturas para pasar a ser civilizaciones y esto tiene lugar, cuando las sociedades dejan de ser organismos vivos, cesa el devenir y aparece la civilización que ya no es el devenir sino lo devenido. Este paso se dio en las culturas antiguas y todo indica su repetición en el Occidente actual. Así nos lo hacen ver los signos que tenemos ante de nuestros ojos, tales como la suplantación de la patria por el cosmopolitismo, la pérdida de las tradiciones y de la religiosidad, predominio de los valores económicos, la preeminencia de intereses egoístas y afán de lucro, olvido de los valores esencialmente culturales. Signo claro de decadencia para Spengler son también el racionalismo, el materialismo y el escepticismo, el predominio de la ciencia y de la técnica, el ateismo , la democracia y el igualitarismo socialista. Como fácil es de imaginar estas ideas no responden a los intereses políticos de los tiempos que corren y la obra del filosofo alemán ha sido relegada, cayendo en un cierto ostracismo

. Podíamos continuar con la interpretación de la Historia hecha por Marx por Dilhtey, Bergson o por Ortega y Gasset .. y tantos otros filósofos. El desarrollo por separado de cualquiera de estas interpretaciones de la Historia hecha por alguno de estos grandes filósofos, hubiera sido un buen tema para esta ponencia; pero he preferido ofrecer mi visión personal de los momentos más relevantes de nuestra historia, con especial referencia al momento que nos está tocando vivir, por lo que me hago responsable directo de cuanto voy a decir en esta mi intervención

Mi Personal Visión de la Historia

Yo siempre he creído que mirando al pasado es como se puede entender el presente y prever el futuro; pero para aprender de la historia hay que desprenderse antes de los prejuicios y saber descifrar sus claves y entonces, sí , la historia se convierte en maestra de la vida y nos ayuda a descubrir muchos secretos . Lo primero que la historia nos enseña, es que en el escenario de lo humano todo fluye, como un río, nada hay constante, todo es cambiante y provisional. Lo que ayer era novedoso hoy es obsoleto para perderse finalmente en el olvido, el tiempo acaba con todo. Cambian las personas, las instituciones, los sistemas, las ideologías, las sociedades. Los imperios y los reinos pasan. Las culturas y civilizaciones desaparecen , los reyes y personajes mueren y sólo nos queda su recuerdo en la memoria. Todo resulta tan efímero…
“¿Qué se fizo el rey Don Juan? , se preguntaba J. Manrique
Los infantes de Aragón, ¿qué se ficieron? /¿Qué fuede tanto galán? /¿Qué fue de tanta invención como trujieron?”
Todo viene a ser la expresión de un momento fugaz….
“Paramentos, bordaduras y cimeras / ¿qué fueron sino verduras de las eras?”

Este sentido dinámico de la filosofía de la historia guarda cierto paralelismo con la historia de la filosofía. En mis tiempos de estudiante lo que más me llamaba la atención era que cada sistema filosófico se presentaba como definitivo; pero pronto le salía un competidor que acababa desplazándole; ninguno resistía al desafío del tiempo, acabando todos en el cementerio de la historia. En cierto modo es lo mismo que sucede con las civilizaciones, que se han ido acumulando a lo largo del tiempo unas tras otras. No hay una sola sino muchas culturas, cada cual poseedora de un alma propia, que hay que saber respetar e integrar en el conjunto y ésta sería otra de las lecciones que debiéramos aprender de la historia. Lo mismo que no hay nadie en posesión de la verdad absoluta, tampoco hay una sola cultura que por si sola sea el exponente universal de la humanidad entera. Ninguna está legitimada para erigiéndose en juez y árbitro en base al sentimiento imperialista.

El gran error de la cultura occidental ha sido su etnocentrismo. Basta leer a Hegel para ver como Occidente siempre se ha creído el ombligo del mundo y en esas estamos, aunque en Japón comienzan a aparecer nuevas aspiraciones en consonancia con las exigencias de un mundo globalizado. En este País se está trabajando en un proyecto ambicioso, consistente en preparar a las nuevas generaciones, para vivir una experiencia no nacional, sino global, sin prejuicios étnicos, fundamentada en el conocimiento de los principales idiomas, culturas y religiones. “Cambio valiente” se le llama, porque rompe con todos los prejuicios y va destinado a hacer de las personas, ciudadanos del mundo.

La filosofía de la historia nos enseña a ver la unidad en la diversidad, a ver la humanidad como esa gran familia, donde es más lo que nos une, que lo que nos separa. Las experiencias de los seres humanos fundamentalmente vienen a ser las mismas , estamos sacudidos por las mismas pasiones humanas, vivimos las mismas emociones, lloramos con las mismas lágrimas, dibujamos en nuestros labios las mismas sonrisas y se nos pone la misma cara de tontos cuando nos enamoramos, sentimos los mismos miedos y esperanzas, todos queremos ser felices y compartimos naturaleza y destino por el hecho de ser hombres. Todos somos importantes en esta tierra nuestra, donde no sobra nadie. Ello no es obstáculo para que se pueda hablar de niveles distintos de desarrollo entre las culturas, así como de acontecimientos relevantes en los que hay que apoyarse, sin duda, a la hora de trazar la trayectoria de la historia de la humanidad .

Entre estos sucesos sobresalientes, hubo uno, especialmente uno, que cambió el signo de la historia. Fue el momento en el que nuestro planeta tierra , punto minúsculo perdido entre mil galaxias, se convierte en el epicentro de todo el universo y sus moradores en seres privilegiados, que acaparan el centro de todas las miradas . Es el momento en que el cielo se funde con la tierra y el tiempo con la eternidad, desde entonces ya nada volvería a ser lo mismo. “Llegada la plenitud de los tiempos la Palabra se hizo carne”. Dios entra en la historia de los hombres, haciéndose uno de los nuestros. Nunca la mitología de las culturas clásicas, ni la fantasía de hombre alguno había llegado tan lejos. Jesucristo se convierte en referencia obligada con un antes y un después. La era anterior o posterior a Cristo, decimos. Él va a ser el alfa y el Omega, el principio y fin de nuestra historia. A partir de Él. el misterio del hombre quedaba iluminado a la luz del misterio del Verbo Encarnado, lo cual supuso un salto cualitativo. Los planes y expectativas de los seres humanos quedaron substancialmente trastocados. A partir de aquí, el cristianismo está llamado a expandirse con mayor o menor arraigo y celeridad por todos los confines de la tierra; primero como fermento, luego como elemento constitutivo y siempre como telón de fondo. Su punto álgido hay que situarlo en la Europa Medieval con la aparición de la CRISTIANDAD que representa un nuevo orden político-social llamado a impregnar de sentido trascendente la vida de los hombres y de los pueblos. Ningún historiador serio pone en duda, que el cristianismo haya sido la nodriza en cuyos pechos se han ido nutriendo la raíces culturales de un Occidente a la cabeza de la ciencia y el progreso

La vida de las personas y de las naciones en la Europa del siglo IX al siglo XV sólo es comprensible desde una experiencia religiosa cristiana. Fueron los tiempos en que todos los pueblos de Europa eran como una sola nación, La ONU, diríamos hoy, unidos bajo el signo de la cruz y de la espada también, todo hay que decirlo, donde todos hablaban una misma lengua, el latín, había una sola fe, la católica, todos se regía por un mismo código moral , inspirado en el decálogo, tiempos en que trono y altar eran una misma cosa. Decir Europa entonces era tanto como decir Cristiandad y decir Cristiandad era tanto como decir Europa . Fue el largo periodo dominado por el teocentrismo, donde Dios lo era todo para todos, como bien dice Daniel- Rops. “Nada se hacía que no tuviera a Dios como fin, como testigo o como juez” Todo estaba impregnado de su presencia. Los que vivieron este periodo histórico tenían la impresión de que habían logrado una construcción político-social que podía ser considerada como una obra maestra irrepetible y perdurable, que resistiría el paso de los siglos al igual que las catedrales. Imposible era pensar ya en un orden distinto que no fuera el establecido por la Cristiandad; pero como todos sabemos, esto no fue así y el devenir de la historia siguió su curso, demostrando una vez más, que nada es definitivo, que todo está sometidos a un proceso imparable en el que los cambios y renovaciones se hacen inevitables.

Este humanismo trascendente religioso, iría dejando paso a un humanismo descristianizado, en el marco de una sociedad cada vez más secularizada, que se olvidaba del más allá para volcarse en el más acá, restando importancia a Dios y dándosela al hombre. Comenzaba a emerger una nueva sensibilidad; aunque no bruscamente ni de forma simultanea en todos los países; era el presagio de la modernidad, en la que habremos de detenernos; porque la posmodernidad no se puede entender sin referencia a la modernidad que le precede y que representó un periodo de renovación y cambios, pues como bien dice Heidegger, “el hombre moderno vive devorado por el afán de novedades.

Modernidad

La aparición de la modernidad y su posterior desarrollo no fue un acontecimiento casual, sino el resultado de muchos factores concomitantes, que se dieron cita en este periodo histórico, como pudo ser el resurgir de la cultura clásica, el descubrimiento del nuevo mundo, la reforma protestante, la Revolución política -social del siglo XVIII, la revolución industrial del siglo XIX y con posterioridad la Revolución Rusa de comienzos del XX . Todo en su conjunto supuso no pocas innovaciones teóricas que fueron plasmándose en la vida real

El hombre moderno cambia la vida austera por el goce de los placeres temporales. La vuelta a los clásicos le invita a poner los ojos sobre la tierra que pisan sus pies, le ayuda a valorar en todo su esplendor la belleza natural así como las prendas y cualidades humanas Se trata de un sujeto seguro de sí mismo, que aspira a ser independiente y autónomo, libre de todo tutelaje, a quien le gusta el riesgo y las innovaciones. Los cambios comienzan a manifestarse en la política, las leyes, las instituciones, la moral, el arte, la cultura. En política se apuesta por la separación de trono y altar para que cada cual siga su rumbo. El nombre de Maquiavelo lo dice todo. Las leyes y las instituciones quedan instaladas en el marco constitucional. El comportamiento ético comienza a regirse por códigos morales, dictados por la conciencia autónoma. Bueno y malo yo no es lo impuesto por la autoridad lo que la humana razón define como tal. En arquitectura la novedad está en la aparición de los suntuosos palacios y engalanados templos. En pintura, aparecerán nuevas inquietudes como preludio de los vanguardismos que veremos aparecer en épocas sucesivas: naturalismo, realismo, impresionismo, expresionismo, cubismo, surrealismo. En música y literatura la modernidad va asociada al clasicismo en el que se alcanzan cotas difícil de superar, con nombres tan univeresales como Bach, Bethoven, Mozart, Cervantes, Shakespeare, Goehte etc ; pero va a ser sobre todo en el terreno del conocimiento, donde se produzca la gran novedad.

La fe del carbonero va a ser remplazada por el conocimiento racional. La filosofía deja de ser la ancilla teologíae para convertirse en una disciplina independiente y autónoma. En mi opinión, la modernidad se define sobre todo como la época de la racionalidad, encarnada en la persona de Descartes, pues aunque es verdad que hubo científicos como Galileo y Newton o filósofos como Espinosa, Leibniz o el mismo Kant; lo cierto es que él fue el primero y más representativo de esta gran revolución, por lo que con toda justicia ha sido considerado como el padre de la modernidad.

Descartes, digamos, que en su vida ordinaria se comportaba como un hombre normal, no iba por ahí haciendo tonterías. En el riguroso invierno 1619, le vemos en Baviera al amor de la lumbre, convencido de que no hay nada mejor que una buena estufa, para combatir el frío y cuando llueve se proteje del agua, ni más ni menos que como el resto de los mortales; sólo cuando por esta fecha coge la pluma para dar expresión a sus “Meditaciones metafísicas” se nos muestra extremadamente riguroso y profundamente exigente, llegando a dudar de todo. ¿ Por qué?... pues porque los sentidos a veces nos engañan, como bien saben los daltónicos y si a veces me engañan pudieran engañarme siempre. ¿Por que? Porque a veces creo estar viviendo la realidad y estoy soñando, incluso a veces, sueño despierto. ¿ Quien me aseguran a mi cuando estoy en vigilia y cuando no?. Descartes no era el único atormentado por esta duda; su coetáneo Calderón de la Barca andaba también enredado en estas disquisiciones :
“¿ Que es la vida? Un frenesí
¿ Qué es la vida? Una ilusión
Una sombra, una ficción
Y el mayor bien es pequeño
Que toda la vida es sueño
Y los sueños, sueños son”

Pues si los sentidos me engañan y no soy capaz de distinguir la vigilia del sueño, lo más prudente es abstenerse de emitir juicio alguno sobre el mundo físico y poner en práctica la duda metódica; porque no olvidemos que la duda cartesiana es sólo metódica. Si esto pasa en el mundo de la física, en el mundo de la matemática sucede algo parecido. Las supuestas evidencias matemáticas podrían ser no más que simples invenciones de un genio maligno, superior a nosotros, que disfruta, haciéndonos creer lo que no es, tal como hacen los ilusionistas. Así las cosas lo más prudente es comenzar dudando de todo y partir del kilómetro cero. Si no quieres errar, no emitas juicio alguno hasta que no estés completamente seguro y esto es precisamente lo que hizo Descartes; pero mira por donde, estando sumido en este mar de dudas, se le muestra de súbito una primera verdad como caída del cielo, que no está, ni puede estar amenazada por nada , ni por nadie. Podrá ser que lo que yo crea verdadero lo sea o no lo sea, es igual , lo cierto es que verdadero o falso mi pensamiento está ahí, que existe. Es así como nace la proto -verdad “ cogito ergo sum” y con ella también el criterio que me servirá para discernir lo verdadero de lo falso y que no es otro que la claridad y la distinción. Después de esta primera verdad vendrá la segunda. Si miro a mi interior encuentro ideas que son innatas, una de ellas me muestra que Dios es el Ser mayor que se puede pensar, el Ser de la suma perfección, quien todo lo posee pues de otra forma no sería Dios. Entonces si esto es así y no puede ser de otra manera, Dios tiene que existir , pues de lo contrario le faltaría algo a quien todo debe poseerlo. Ahora bien si Dios existe quedan garantizadas las evidencias matemáticas, por cuanto que la hipótesis del genio maligno que comprometía su certeza, queda descartada al ser incompatible con la idea del Dios bueno y perfecto que no podía consentir que los hombres fueran engañados por ese poder maléfico. Descartes podía ofrecernos ya la imagen de un mundo especializado a base de cuadraturas, triángulos, esferas, todo lo geometrizado que se quiera, pero con garantía de certeza . El camino hacia la conquista de la verdad quedaba expedito. La razón pensante había triunfado.

A partir de ahora ya sólo es cuestión de ir avanzando por este camino de la racionalidad, para hacer realidad las aspiraciones humanas. Así llegamos a la ilustración del s. XIII que se mostrará heredera directa del pensamiento cartesiano proclamando a los cuatro vientos el triunfo de la racionalidad, sobre la que se fundamentará el nuevo orden político, social y religioso y no por el principio de autoridad. Ya no valdrá lo del “Magíster dixit”, ni “lo de L'État, c'est moi ”. Los ilustrados van a comenzar a regirse por los principios de la razón, de modo que en el dominio de la ciencia, de la religión, de la moral o de la organización política y social, prácticamente en todos los campos, el juez que todo lo sanciona es la razón pensante; aunque conviene observar que la Razón Ilustrada basada en la observación y la matemática no es la Razón Cartesiana de las verdades innatas. En cualquier caso el “sapere aude” de Kant se convertirá en el lema de este periodo histórico.

La Diosa Razón será la encargada de ahora en adelante de consolidar los Derechos del Hombre y del Ciudadano y de garantizar la igualdad de libertad y fraternidad. Son los tiempos de los libre-pensadores iluminados que tiene sus ojos puestos en el progreso indefinido, y miran el futuro con esperanza. Son los tiempos de un optimismo que se ve reflejado en el naturalismo rousseauniano que da por bueno todo lo que procede de la madre Naturaleza. De este optimismo natural se deja contagiar el pensamiento político-social. El hombre es bueno por naturaleza, originalmente inocente, por ello se piensa, que de la soberanía de Dios se debe pasar a la soberanía del pueblo, en orden a conseguir la sociedad moralmente perfecta. El talante optimista de la Revolución Francesa seguirá presente en la Revolución Rusa ; aunque eso sí de distinto signo, el primero responde a las aspiraciones de corte liberal y el segundo a las aspiraciones de corte socialista. Dostoyeski dejó reflejado en su novela los “Demonios” el curioso fenómeno del cambio generacional diciendo que de padres liberales nacieron los hijos socialistas. No es fácil de explicar; pero así fue.

Como todos sabemos, el pensamiento de Marx estaba llamada a ser una de las grandes contribuciones al cambio social de la Europa moderna. A modo de profeta de su tiempo y con tono mesiánico, ofreció al mundo de los trabajadores un humanismo utópico que hizo renacer en muchos espíritus la esperanza de ver restaurado el paraíso en la tierra, por medio de la dictadura del proletariado. Éste iba a ser el último sueño de la modernidad; pues por el horizonte comenzaban a aparecer signos, que hacían presagiar que el tiempo de las utopías estaba contado. Volvía a ponerse de manifiesto una vez más el carácter dinámico de la Historia.





Posmodernidad

Va a ser Nietzsche quien rompe con el espíritu de la modernidad. En él adivinamos ya un cierto tono de desencanto y de inconformismo. La razón deja de ser para él una diosa y se convierte en “una vieja hembra embustera”. Las seguridades racionales que se creían tan bien fundadas son puestas bajo sospecha. Es el momento en que el filósofo alemán comienza a disparar sus dardos al viejo corazón de la modernidad que da muestras de cansancio. No es la razón por la que hay que apostar ya, sino por la vida, no por Apolo sino por Dionisos. La muerte de Dios y la muerte de la razón iban a ser portadoras de un virus mortífero con el que se contagia la posmodernidad, como iremos viendo . “ Dios ha muerto pero no para que viva el hombre, sino para que viva el Super-hombre” por eso hay que colocar a Nietzsche en los orígenes de la posmodernidad. Adelantándose a su tiempo, este filósofo singular, intuyó como nadie la crisis de la modernidad, previó el ocaso de los sistemas filosóficos, de las ideologías, y también la subversión de los valores morales de la cultura occidental, fue el oráculo anunciador de nuevos tiempos en los que ahora nos encontramos. A él le deben mucho, sin duda, la generación del Mayo del 68 y en general todos los hijos de la posmodernidad.

Los metarrelatos o cosmovisiones que Lyotar sintetiza en cuatro: Cristianismo, Ilustración, Capitalismo y Marxismo iniciaban su decadencia, para dar paso a los no- relatos o relatos cortos. El hombre posmoderno tenía que ir acostumbrándose a vivir en el vacío, sin referencias, sin ninguna clase de seguridades, porque todas las verdades del pasado iban a ser cuestionadas. Con la llegada de la posmodernidad sólo va a existir lo provisional y lo evanescente. “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, dirá Marshall Berman. Son los tiempos en que se está de vuelta de todo. La nuestra es la era posmoderna , poscristiana, posmarxista, posliberal, posfilosófica, postodo…. Se ha dicho, que es como si estuviéramos viviendo la resaca después de una noche de desenfreno. Nuestra época según G. Vattimo que es uno de los pensadores más cualificados del posmodernismo, queda caracterizada como la era de una Ontología débil, de pensamiento débil, sin verdades, sin certidumbres, sin filosofía, porque para nada interesan ya sus planteamientos teóricos, lo que interesa es la vida. Del “primum vivere deinde filosofare”, se pasa al “Solum vivere”, lo del filosofare, sobra. Lo que existe hoy es una repulsa generalizada a todo lo que suene a metafísica ¿Quien se atreverá hoy a hablar en clave filosófica, cuando la expresión de uso corriente “no me vengas con filosofías” equivale a decir , “déjate de tonterías? Hay que ser valiente para hacerlo.

Ante el fracaso de la razón filosófica para explicar la realidad, desaparecen los criterios de verdad objetiva, sólo queda el escepticismo, que viene a ser algo así como el reino del nihilismo, donde la duda es compañera inseparable del pensar, donde la verdad absoluta es una quimera inalcanzable, y ni siquiera estamos seguros de que ésta exista. Tendremos así que contentarnos con verdades subjetivas, que a lo más, valen para andar por casa , verdades para ti y para mi, que son las que van conformando propuestas parciales o conocimientos fragmentarios que nos recuerda al perspectivismo orteguiano. Cada cual ha de crear su propia verdad. Del escepticismo reinante hoy no se salva ni la física ni la matemática. Si la filosofía ya no nos vale. ¿De donde iban a tomar su fundamentación las ciencias? ¿ Quien podrá garantizar, por ejemplo, que la naturaleza está obligada a actuar siempre de forma constante, regular y determinada?

Después de Heisenberg las certezas científicas se van desvaneciendo quedando reducidas a meras probabilidades, su principio de incertidumbre resta fundamentalidad a la física de Newton, que en un momento fue tenida como contundente y ahora no pasa de ser una física fáctica, en la que los hechos suceden cuando sucede, sin que podamos estar seguros totalmente de que así va a seguir sucediendo siempre. Las reflexiones de Kuhn y sobre todo de Karl Popper encajan perfectamente en este marco. Según la teoría de falsación de este último, un solo caso es suficiente para echar a bajo una teoría científica avalada por miles de casos constados durante siglos. Lo que quiere decir que nunca las adquisiciones científicas son definitivas, sino provisionales. Siempre hay que estar a la expectativa con las leyes científicas, supuestamente bien probadas, por si se produjera un fallo en cualquier momento, tal y como sucediera con el pavo del granjero británico que se había acostumbrado a que su amo abriera el cerrojo puntualmente, con un puñado de granos de trigo en su mano, hasta que un día, cuando menos lo esperaba, la víspera de Navidad, se abrió el cerrojo y como de costumbre apareció el granjero; pero esta vez no con granos de maíz en las manos, sino con un cuchillo para cortarle el cuello. Cuando yo me subo al avión, confío en que las leyes aerodinámicas por las que se mantiene en movimiento en medio del cielo este mastodonte de acero, no fallen; pero tengo miedo hasta de estornudar para no violentar a dichas leyes y provocar así de forma inesperada la falsación de Popper ¡Ojalá que esto no ocurra cuando volemos a 9000 metros de altitud.

Con las matemáticas sucede algo parecido. Después de Göedel los axiomas de la geometría euclediana, también dejan de serlo en el sentido que se les venia dando. Tal como pone de manifiesto el teorema gödeliano se puede construir una geometría no euclediana igual de consistente que la de Euclides. Incluso proposiciones como por ejemplo que 4 es la mitad de ocho y el doble de dos, serían incontestables en nuestro entorno terrestre; pero en otro contexto no lo serían, además la paradoja que se produce cuando tratas de creer a quien te dice: que es un mentiroso, tiene su equivalencia en las matemáticas, tal como pone de manifiesto el teorema gödeliano de la incompletitud, con lo que ello supone de limitación para esta ciencia. La teoría de la relatividad de Einstein apunta en esta misma dirección. ¿Con qué nos quedamos?.

Como consecuencia y también como complementación del escepticismo gnoseológico hace su aparición el relativismo moral, que viene a cerrar la órbita en la que se desenvuelve el entorno posmodernista. Al cuestionamiento de la Verdad le sigue el cuestionamiento del Bien, lo que significa la desaparición de la ética como ciencia objetiva y universal, capaz de regular el comportamiento de todos los hombres en referencia a una ley universal. En la modernidad aún quedaba en pie esa pretensión universalista de la ética. Kant nos hablaba de un imperativo moral categórico basado en “el respeto al deber por el deber” de obligado cumplimiento para todos, que hacia posible una ética universalista, todo lo formalista que se quiera; pero al fin y al cabo ética para todos; con la llegada del posmodernismo todo esto se acabó, cada cual tiene su propio código de comportamiento.

La legalidad ha suplantado a la moralidad, la forma al fondo, el parecer al ser. Todos sabemos cual es el trato que se le dispensa en nuestra sociedad, al inmoral encorbatado de guante blanco que va por ahí disfrazado de persona decente y que todo el mundo respeta y baila el agua. De modo que si has de hacer una fechoría, hazla de forma aseada y elegante, al modo de lo políticamente correcto, pues hacerlo de forma chapucera es lo que hoy, resulta inaceptable. Es así como la Ética se ha convertido en Estética. La aprobación o desaprobación responde ya a criterios de buen gusto. La falta de valores objetivos nos ha conducido al nihilismo moral. Aunque resulte paradójico es obligado decir que del no hay principios, ni valores morales universales válidos para todos, “del nada vale” hemos pasado al “ todo vale”; de modo que todo es justificable; lo es por ejemplo, que haya políticos de izquierda que viven a lo grande como si fueran de derechas, políticos de derechas acomplejados carentes de ideologías, que haya niños con dos padres y ninguna madre y otros con dos madres y ningún padre, incluso la obsesión enfermiza por la pornografía, ha llegado a ser una bendición porque con todo el cinismo del mundo se dirá ¿ Cómo el sexo puede llegar a ser malo con lo bueno que está?. En una sociedad donde todo se relativiza pocas cosas hay que puedan sorprendernos ya.

A falta de principios universales, sólo nos quedan propuestas referenciales, dentro de un contexto cultural determinado, de tal modo que nuestras construcciones mentales, representan el mismo papel que las hipótesis mágicas en la sociedades primitivas, lo que nos coloca en la órbita del igualitarismo multicultural, que da pie a muchos antropólogos para poder afirmar, que todas las culturas son igualmente recomendables, ya que dentro del relativismo posmodernista en que nos movemos, el que algo sea considerado válido o no, depende del momento y las circunstancias culturales. “Todas las culturas son iguales”, es la expresión que puede leerse en una enorme placa a la entrada del Museo Nacional Antropológico de la ciudad de Méjico. Ello permitiría seguir hablando de lo verdadero y de lo bueno, pero sólo en referencia al paradigma propio de cada cultura.

El relativismo posmodernista lo más que acepta son verdades y valores culturales que habrán de ser evaluados dentro de un contexto cultural determinado y si los idiomas no son valiosos sino para las culturas en que se hablan y no en otras y si carece de sentido preguntarse si un idioma es más verdadero que otro, tampoco lo tendría preguntarse si una cultura inspirada en el formato greco-romano es más verdadera y válida que otra inspirada en el Vudú, toda vez que se trata de mundos a parte, que hay que juzgarles en razón de su propia coherencia interna y no en razón de un patrón universal que no existe. “Salvaje dirá Levi-Straus solamente es aquel que llama salvaje al otro”.
En consonancia con el espíritu multiculturalista de nuestra época comienzan a aflorar sentimientos antisoberanistas como protesta al etnocentrismo imperialista; pero esto no sería lo censurable, al contrario,.¿ Cómo va a ser censurable decir que todos somos ciudadanos del mundo?
lo verdaderamente preocupante es que puestos a comparar una cultura de corte greco-romano con una cultura canibalista, por ejemplo, pudiera haber alguien capaz de decir que todo es cuestión de preferencias gastronómicas; pero; bien sabemos que una cosa es la teoría y otra la realidad de la vida. No creo yo que haya alguien que ante una apendicitis aguda, eligiera ponerse en manos de un chamán y no en las de un buen cirujano. Hay mucho cinismo oculto, sin duda. Consideraciones como ésta, nos dan idea de lo difícil que resulta asumir el relativismo sin caer en contradicciones.

Si no existe ningún signo orientador ¿ Cómo mantener en pie la idea de progreso? ¿A donde mirar para avanzar en la vida? No nos sirven de consuelo las palabras de Popper cuando dice “ Aunque hoy hemos renunciado a la idea de conocimiento absolutamente cierto no hemos renunciado a la idea de buscar la verdad”. No, nos sirven de consuelo estas palabras porque ¿ con que ánimo se puede seguir buscando en un cuarto oscuro un trapo negro que , según se nos dice, lo más seguro es que no exista?

La crisis generalizada de pensamiento y de moralidad nos ha llevado a prescindir del pasado y del futuro, ni uno , ni otro existe ya en la posmodernidad; solo existe el presente y ésta es la cuestión. Pues si como se ha dicho, las cosmogonías no tienen ya sentido, tampoco ha de tenerlo la historia. Esto precisamente, según muchos estudiosos, sería lo más característico de nuestro tiempo. Con lo único que contamos es con un conjunto de acontecimientos diseccionados, despiezados, sin sentido, sin una meta , sin una referencia, sin una teleología. Si el pasado no es aleccionador para nuestras vidas, entonces la historia carece de sentido, por tanto ha dejado de ser un valor que conviene conservar para convertirse en los escombros de un edificio viejo y en ruinas del que conviene deshacerse cuanto antes. ¿ Para qué sirve entonces la conciencia histórica, para qué…?

La pérdida de un Absoluto nos ha traído, así, la ausencia de perspectiva en que pudiera fundamentarse la unicidad histórica. No nos queda más que lo inmediato, sin referencia alguna, lo cual supone en palabras de J. Baudrillard la liquidación de la historia. Nada tiene pues sentido y todo carece de importancia, llegamos así a un final sin historia. Es lo que tantas veces habíamos escuchado decir a Sartre y a Camus. “ Todo es absurdo” El hombre posmoderno es individualista, interesado sólo en el instante presente, un sujeto sin historia que ha cortado el cordón umbilical con el pasado. Para nuestra desgracia la pérdida de perspectiva histórica ha supuesto también que la vejez sea devaluada y que los mayores no tengan un sitio en nuestra sociedad donde lo que cuenta es el momento presente donde lo que se lleva es ser joven.

Por otra parte, la suspicacia, fruto de muchos desengaños sufridos, tampoco nos permiten mirar al futuro con ojos esperanzados. Los sueños modernistas que hablaban de un desarrollo progresivo en el terreno de la moral y político, hasta alcanzar la plenitud humana, han quedado olvidados y en su lugar ha aparecido el desencanto. Dos títulos pueden ser indicadores de lo que estoy diciendo “ “Era del Vacío” de Gilles Lipovetsky y “ Pensamiento débil de G. Vattimo. Nuestra época queda caracterizada como la de una Ontología sin verdades, sin certidumbres, sin valores, sinsentido, sin capacidad de interiorización. El posmodernismo trata de deshacerse de la herencia recibida; pero no tiene previsto una alternativa de repuesto. No le satisface el proyecto ideado por la modernidad; pero se muestra incapaz de diseñar un mundo mejor. Se dice que caminamos sin cartografía y sin brújula, conscientes de que estamos en el final de una época; pero sin saber todavía muy bien a donde nos dirigimos, el vaciamiento y la orfandad nos acompañan en nuestro caminar

Los hijos de la posmodernidad después de haber sido testigos de unos acontecimientos trágicos no pueden seguir mirando al futuro con optimismo en la forma que lo hicieron los hijos de la modernidad. De la Ilustración a esta parte han pasado muchos cosas y los hombres y mujeres del siglo XXI han perdido la inocencia, llegando a pensar que los grandes sueños e ilusiones engendrados por la diosa razón, no estaban exentos de cierta ingenuidad. Un conjunto de acontecimientos como pueden ser las dos guerras mundiales, el holocausto judío, los gulags soviéticos, el atentado a las torres gemelas en Manhattan, El 11 de Set. “2001 el atentado del 11 M. 2004 en Atocha, hace muy difícil seguir creyendo en la bondad natural del hombre. El fracaso estrepitoso de la experiencia comunista, el Mayo francés de 1968, la caída del muro de Berlín, suponen un duro golpe a todas las ideologías . La desigualdad Norte –Sur nos impide hablar de fraternidad La gran depresión de 1929, la actual crisis económica, la corrupción , el paro y la mala gestión administrativa, han traído descontento y cara al futuro han engendrado desconfianza en el sistema político de corte modernista que está dando muestras inequívocas de agotamiento. Un conglomerado de cosas que hace que el hombre de hoy haya perdido la esperanza de futuro y se refugie en un presente provisional y anárquico para ser vivido a tope, y a ritmo vertiginoso, salpicado de proyectos a corto plazo, con contratos laborales pactados por semanas, meses o para un año, con planes políticos de desarrollo nacional que no van más allá de la legislatura vigente, ni siquiera el amor de la pareja es ya para toda la vida , sino mientras dure.

Reflejo de todo esto es la moda al uso, bastante versátil y baladí a veces, incluso, estrafalaria, sin que se sepa ya que inventar, las tendencias artísticas vanguardistas controvertidas y esperpénticas, no exentas de provocación y exhibicionismo, la arquitectura funcional o caprichosa, según los casos, carente siempre de ornamentación, la pintura, escultura y literatura trasgresoras y atrevidas, la música estridente y ruidosa, sobre todo esa escandalosa música electrónica que no deja dormir al vencindario los fines de semana. En fin que todo resulta bastante banal, disperso o provisional y lo mismo que hablamos de una filosofía sin razón, de una historia sin pasado, de una religión sin fe, podríamos hablar de una estética puramente decorativa, sin esencia artística. Así son los tiempos posmodernos que nos toca vivir

Hablando de la moda y del momento cultural que nos está tocando vivir, merece capítulo a parte la televisión, con capacidad par ser uno de los instrumentos más eficaces de socialización. Su poder es tan grande que, como se viene diciendo, aquello que no tiene presencia televisiva o bien no existe o carece de importancia. Seguramente en toda la historia de la humanidad nada había tenido tanto poder y había ejercido tanta influencia en las masas. Bastante de lo que hoy somos y sabemos se lo debemos a este medio de comunicación. La culturización ciudadana, sobre todo en aquellos ambientes de nivel más bajo, tiene su aliado principal en el televisor, que ha resultado ser un elemento imprescindible en el hogar, como si fuera un miembro más de la familia.. Las horas que tanto niños y mayores pasan pegados a él, es una prueba más de su importancia en nuestras vidas En Gran Bretaña a niños entre 4 y 7 años se les pidió que eligieran entre el televisor o su madre y el resultado fue que el 67% eligieron el televisor . Sobra cualquier comentario al respecto.

Que la televisión en teoría está llamado a ser un poderoso medio de culturización, nadie lo pone en duda ; pero la realidad es que también puede convertirse en un arma mortífera de propaganda, manipulación y alienación. La televisión mucho está teniendo que ver, sin duda, con este mundo que entre todos vamos entretejiendo. Un mundo intrascendente lleno de banalidades, con mutuas interferencias, sin que se sepa muy bien, si es este medio de comunicación el que está en el origen de tanta banalidad o es más bien el subproducto de una sociedad superficial que se ha olvidado de las esencialidades y del sentido trascendente de la existencia

En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que la “caja tonta” como a veces se le llama, desgraciadamente es portadora de no poca telebasura que curiosamente es el producto más apetecido por los televidentes , lo cual no deja de ser un signo revelador que nos pone delante del espejo y nos delata; aunque no es sólo esto. Se le acusa también, seguramente con razón, de que su consumo resta iniciativa a quien se pone delante de ella, convirtiéndole en un mero espectador pasivo. El sujeto recibe mensajes de forma unidireccional sin posibilidad de réplica y esto entraña el peligro de adormecer al sujeto televidente condicionando su forma de sentir y de pensar, siendo así que lo que hoy más estamos necesitando es de una gran dosis de estimulación y no de adormecimiento.

Es así como nos hemos ido olvidando de los compromisos serios con la verdad , el bien o el sentido de la existencia humana; lo que importa ahora es vivir la vida. “ Vive y deja vivir” es el lema de nuestro tiempo. Lo valioso en palabras de G. Vattimo, son los sentimientos , la diversión, el juego, la frivoli¬dad, el placer. Lo que cuenta es ese presente efímero que hay que disfrutar plenamente porque nunca volverá”, o dicho de otra manera: estamos instalados en la cultura del “Carpe diem”. El hombre posmoderno viene de vivir muchas experiencias amargas. Alguien le ha comparado a Ulises, no al Ulises de las grandes hazañas y aventuras sin cuento, sino al Ulises en su regreso a Itaca, pues lo que ambos buscan es ya una vida placentera y tranquila, para holgar de los deleites de la vida, después de tanta decepción y desengaño. El hombre de hoy es consciente de que los esfuerzos por salvar al hombre, han servido de bien poco y no quiere, al menos por ahora volver a intentarlo. Al faltar convicciones fuertes, faltan también apuestas y decisiones arriesgadas, por eso lo que existe hoy es pasividad, lo que existe es apatía.

Si la modernidad se había caracterizado por la muerte de Dios, la posmodernidad, según muchos, se caracteriza por la muerte del hombre, en el sentido de que desde el momento que es eliminada la razón, es eliminado también el sujeto cognoscente, incapaz ya de interpretar la realidad y de dar un sentido a la existencia; lo que equivale a decir que el hombre está muerto y si aún no lo está del todo, cuando menos se encuentra muy malito, con el mórbido consuelo, eso sí, de que poco es ya lo que le queda por perder

Uno de los pocos compromisos serios del hombre pragmático de hoy es el que tiene con la ciencia; pero se trata de una ciencia de resultados prácticos, tecnificada, comercializada, ésa que puede dar respuesta solo a las necesidades materiales. Una ciencia capaz de alargar la vida, de producir trenes de alta velocidad, coches más seguros y confortables, de sacar al mercado móviles y productos digitales cada vez más sofisticados, una ciencia, en fin, convertida en instrumento eficaz al servicio de la sociedad del bienestar, reflejada en el sueño americano. A este tipo de ciencia es a la que nos estamos agarrando como a un clavo ardiendo, porque es la única que puede proporcionarnos ese tipo de felicidad canalla de la que habla Gustavo Bueno, con la que, según las estadísticas, se encuentran satisfechos un 80% de nuestros conciudadanos. ¡ Que horror!...

Nadie discute que la razón técnico-científica nos haya llevado a una situación de desarrollo envidiable, en la que ahora nos encontramos. Con ella hemos llegado a alcanzar tasas altísimas de producción; pero también de un consumismo feroz, hasta ahora desconocido. En esta sociedad de la sobreabundancia ha hecho su aparición el hombre devorador de todo lo que pilla a su paso y a quien Eric Fromm le dedica estas certeras palabras. “Es el consumidor eterno; que se traga bebidas, alimentos, cigarrillos… Consume todo, engulle todo. El mundo no es más que un enorme objeto para su apetito, una gran mamadera, una gran manzana, un pecho opulento”. Este consumista compulsivo ha elevado el bienestar a la categoría de ideología y ha hecho del disfrute de la vida su particular religión. Es cierto que hemos alcanzado niveles de civilización inimaginables pocos años atrás, que gracias al desarrollo técnico estamos disfrutando de beneficios innumerables por lo que debiéramos sentirnos seres privilegiados; pero no lo es menos que la excesiva tecnificación nos está costando un alto precio en forma de amenaza nuclear, de deshumanización y de desestabilización ecológica, por lo que habría que decir con Salustio: “poco vale aquella ciencia que no sabe hacer virtuoso al que la profesa”.

El mundo posmoderno ha llegado así a ser rico en lo técnico ; pero pobre en lo humano y ésta es la cuestión que más debiera preocuparnos. En cualquier caso es más que dudoso que la razón técnico- científica sea la que tenga que salvar al hombre y dotar de sentido nuestra existencia. Hoy más que nunca debiéramos preguntarnos si seguimos siendo humanos o nos hemos robotizado ¿ Qué es lo que nos está pasando? Hablamos de crisis moral, política, religiosa, humanista, económica, crisis en todos los órdenes; pero en realidad quien esta en crisis es el propio hombre. No es ya que tengamos problemas, sino que nos hemos convertido en un problema para nosotros mismos. En fin como ya queda apuntado estamos asistiendo a un proceso de disolución del hombre.

Estamos asistiendo a la aparición de una nueva época , presidida por la informática en la que muchas de las funciones que hasta ahora eran propias y exclusivas de operatividad humana van a quedar encomendadas a las máquinas. Todo indica que estamos dando los primeros pasos en el campo de la cibernética y que el Internet nos está abriendo las puertas del futuro. Quisiera detenerme un poco en esta singular experiencia que estamos viviendo y con ella quisiera concluir.

Según mi modesta opinión y pase lo que pase, lo cierto es que Internet va a quedar íntimamente asociada a la posmodernidad. Los hábitos, el trabajo, los usos, las actividades las formas de vida, las interrelaciones personales muchas cosas han cambiado con Internet, tanto que podría hablarse de un antes y un después. He hablado de lo que significa la posmodernidad en el campo del conocimiento, la moral , la ciencia, la moda, la estética y ahora toca referirme al mundo de la informática, para decir en expresión algo exagerada de Juan Urrutia que la posmodernidad es Internet. La informática ha sido la más grande revolución de todos los tiempos en el campo de las comunicación y seguramente del progreso. Si en la Ilustración se aspiraba al desarrollo tecnológico en la posmodernidad éste se ha hecho realidad. El momento que vivimos está condicionado por las posibilidades que nos brinda el potencial virtual de Internet, lo que hace que la vida en nuestro planeta haya cambiado sustancialmente. A través de las redes sociales, sin salir de casa, podemos viajar, conocer nuevos lugares y nuevas gentes, reencontrarnos con viejos amigos a miles de kilómetros; desde la distancia podemos estudiar, realizar trabajos de todo tipo, comprar mercancias, hacer negocios, intercambiar información y productos etc. etc. Al contrario de lo que sucede en televisión los sujetos por medio de Internet son participativos e interactivos con libertad plena y absoluta para expresar sus opiniones. Ahí tenemos a nuestra disposición las páginas web los blogs, los foros, los chats, el messenger, donde cualquiera puede establecer relación con cualquiera.

El mundo de hoy dejaría de serlo sin el Internet . Lo real y lo virtual discurren paralelos con interconexiones y mutuas influencias, donde las comunicaciones interpersonales llevan el sello de la inestabilidad, la rapidez y la prisas, que nos hace vivir a una velocidad de vértigo múltiples experiencias en poco tiempo, para luego poder contarlas en el marco de un escenario globalizado en el que los hombres y mujeres del mundo pueden hacerse oír y exponer sus propias opiniones, como si todos estuvieran sentados en torno a una misma mesa, lo cual hay que considerarlo como algo positivo, pero se da la paradoja de que hoy la soledad y aislamiento puede ser más angustiosa que nunca para quienes no han sabido o no han podido adaptarse a las exigencias de esta nueva cultura posmoderna.

Si nos ponemos a comparar el posmodernismo con el Internet encontramos ciertas analogías, ya que en ambos prevalece el individualismo, el anonimato, el provisionalismo del momento presente, lo práctico e inestable , lo superficial e intrascendente. ¿ Quien no aprecia un cierto parecido entre las relaciones virtuales y las existentes en la vida real? En ambos casos se ha ganado en cantidad y se ha perdido en calidad , las relaciones son más frecuentes ; pero poco intensas, espontáneas ; pero poco cálidas y en cualquiera de los casos faltas de compromiso ; porque ya casi nadie piensa que haya algo que pueda durar para toda la vida. Twitter, Facebook, Tuenti y demás redes virtuales vienen a ser un reflejo de lo que nos sucede en la vida real. En los espacios virtuales volvemos a encontrar con las mismas veleidades y los mismos sujetos devorados por la inmediatez y por las prisas. Diríase que realidad y virtualidad se parecen y se complementan . Todo se resuelve en el marco de la funcionalidad e inmediatez

Quienes podemos presumir de muchas primaveras a nuestras espaldas, somos conscientes que el mundo de nuestra infancia, poco tiene que ver con este mundo ruidoso y acelerado de la comunicación y de la informática en el que nuestros jóvenes son unos verdaderos magos; incluso por dentro ya no somos los mismos; los hábitos, los modos, las actitudes, las formas de entender la vida son diferentes y ello no es sólo debido a que nos hemos hecho mayores, sino también porque ha habido un cambio en nuestro entorno al que nos hemos tenido que ir adoptando. Nos podrán gustar más o menos estos tiempos que nos está tocando vivir; pero como hijos de la posmodernidad que somos, estamos llamados a compartir sus preocupaciones e inquietudes, sin perder la esperanza. No podemos renegar de ésta nuestra época que no es ni mejor ni peor que otras , sólo diferente; tenemos, eso sí, que amarla más que a ninguna otra, precisamente porque es la nuestra, porque forma parte de nuestra existencia. Bien sabemos por experiencia que todo es mejorable, que las crisis, incluso la económica, tienen su fecha de caducidad, porque no hay mal que cien años dure y sobre todo porque los hombres y mujeres de nuestra generación hemos creído siempre y seguiremos creyendo en las posibilidades del ser humano y en su capacidad de resurgir de las cenizas y remontar el vuelo como el Ave Fénix




BIBLIOGRAFÍA

BAGUÉ, Enrique, Edad Media. Diez siglos de civilización, Luis Miracle, Barcelona, 1942.
BAUMAN, Zygmunt (2009). La modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de cultura económica.
BERGER, Peter L. y Thomas Luckman (1997). Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. Barcelona: Paidós.
BERMAN, Marshall (2003). Todo lo sólido se desvanece en el aire. México: Siglo XXI.
CALDERÓN Bouchet, Rubén, Apogeo de la ciudad cristiana, Dictio, Buenos Aires, 1978
CALDERÓN, Fernando (comp.) (1988), Imágenes desconocidas. La modernidad en la en
CASAUBÓN, Juan A., El sentido de la revolución moderna, Huemul, Buenos Aires, 1966.crucijada posmoderna, Clacso, Santiago
DANIEL-ROPS (= Henri Petiot), La Iglesia de la Catedral y de la Cruzada, Luis de Caralt, Barcelona, 1956
D’HAUCOURT, Genevieve, La vida en la Edad Media, Panel, Colombia 1978

DÍAZ ARAUJO, Enrique, Prometeo desencadenado o la Ideología Moderna (separata de «Idearium» nº 3), Mendoza, 1977.
FOSTER, Hal (2002). La posmodernidad. Barcelona: Kairos.
ESCALANTE, Evodio (1988), “El marxismo en la época de la posmodernidad”, en Topodrilo núm. 3, otoño, México
FUKUYAMA, Francis (1992), El fin de la historia y el último hombre, Editorial Planeta, Madrid
GUTIÉRREZ SANZ, Ángel. Laicismo y Nueva religiosidad. Mensajero. 2012 . Bilbao
GUTIÉRREZ SANZ Ángel “Dialogo Interreligioso” . Artículo aparecido en el periodico LA RAZÓN. “ de 2 Julio de 2012
HARVEY. D. “ La condición de la posmodernidad” Amorrortu 2008
HABERMAS, Jürgen. “El discurso filosófico de la modernidad” Madnd: Taunis, 1989
HEGEL. J. “ Filosofía de la historia. . Edicines Zeus. 1970 . Barcelona
BRAUDILLARD, Jean. “El éxtasis de la comunicación”. pp. 187-198.
KEHL, Medard, «Nueva Era» frente al cristianismo, Herder, Barcelona, 1990
LECHNER, Norbert -----[1988] (1990), “Ese desencanto llamado posmoderno”, en Los patios interiores de la democracia. Subjetividad y política, FCE, México, segunda edición -----(1985),
LYOTAR. “ La condición posmoderna” ( Traductor . Antolín Rato. ) Planeta- Agostini 1993
LIPOVETSKY, Gilles (1995). La era del vacío. Barcelona: Anagrama.
KUNT Th . “ La estructura de la revoluciones científicas”. Mexico F.C. E, 1976
PICO. J. “Modernidad y posmodernidad” Madrid : Alianza, 1994
POPPER K. R.. “ La lógica de la investigación científica. Madrdi . Tcnos. 1977
RODRÍGUEZ, Jaime Alejandro. “Autoconciencia y posmodernidad”. Instituto de Investigación signos e imágenes, Bogotá 1995
LAKATOS. I. “ La falsación y la metodología de los programas de investigación
cintífica. En La Critica y desarrollo del conocimiento, . Barcelona Grijalbo 1975
SÁENZ, A. S.J. La Cristiandad. Una realidad histórica . Descarga en ZIP
SÍBATo E. “En la crisis de la modernidad . -- Buenos Aires Cambeiro, 1985
SPENGLER O “ La decadencia de Occidente”. Colección Austral. Traducción de M Gracía Morente. Colección Austral . 1998 . Madrid. ( 2 Volúmenes)
TOURAINE, Alain (1999). Critica de la modernidad. México: Fondo de cultura económica.
VATTIMO, Gianni (2000). El fin de la modernidad. España: Gedisa.
VATTIMO, G. El pensamiento débil / (1983); editado por G. Vattimo y p. a. Rovatti, Milán, Feltrinelli
Volver arriba