El misterio de un Dios omnipotente y bueno
Decía Dostoiewski : “Si la felicidad de los hombres hubiera de lograrse al precio del dolor inmerecido de un niño, lo digno sería rechazarlo” El llanto de los niños y los gritos desgarrados de las víctimas de este cruel terremoto interpelan al Dios bueno. Algunos teólogos, ante el horror que les produce la imagen de un Dios que pudiendo evitarlo, no quiso hacerlo, se han inventado un Dios que quiso; pero no pudo. Ninguna de las dos respuestas resulta satisfactoria. Si no quiso no entendemos porque hemos de llamarle bueno. Si no pudo , no entendemos por qué hemos de llamarle Dios.
Algo se revela en nuestro interior cuando somos testigos de catástrofes como ésta, porque nos parecen humanamente absurdas , humanamente injustas. Más aún nos sentimos tentados a decir: sufren los ancianos, sufren los inocentes, sufren los niños, sufren todos de forma indiscriminada, luego Dios no existe.
Querido Ramoneda no encuentro respuesta a la pregunta que nos formulas a estas horas de la noche; pero como filósofo que eres, sabes muy bien que si los hombres tuviéramos respuesta a los interrogantes divinos, entonces Dios dejaría de ser Dios y es que en la mente de los hombres no nos cabe su infinitud, ni sus espacios, ni sus tiempos, ni sus medidas, ni sus designios. Humildemente todo lo que podemos decir es que nos encontramos ante un misterio que nos rebasa.
Algo sí te puedo asegurar con toda certeza y es que Dios está al lado de las víctimas de Puerto Príncipe, sufriendo y muriendo con ellas, debajo de los escombros. El Dios del Gólgota no nos deja lugar a dudas de que esto es así. Él fue quien voluntariamente cargó con todo el dolor del mundo, para sufrir con el joven y la viuda, para padecer violencia con la mujer maltratada, para sentir el desamparo de millones de niños de ojos tristes y de los que nunca verán la luz, que agoniza de soledad con el anciano. Si no lo crees así es porque has olvidado aquella tarde del Viernes Santo. Otra certeza más: el misterio de Cristo doliente no acaba con la cruz , sino con la resurrección