El Papa no sólo busca 'hermanos', sino 'socios' por un bien común Una Encíclica para revalorizar la Política
En su tercera Encíclica como Papa, Francisco confirma la herencia de san Francisco de Asís pero, especialmente, la continuidad histórica con el san Pablo VI del postconcilio y la revalorización de la política como “la más alta forma de caridad” frente a la sucesión de fallidos experimentos mercadocéntricos
¿Y cuál es la herramienta que puede transformarnos para pasar de ser hermanos que viven en fraternidad a socios por un bien común que viven en sociedad? La Política, con P mayúscula, esa práctica que san Pablo VI calificó como “la más alta forma de caridad”
Lee aquí Fratelli Tutti, la tercera encíclica de Francisco
Lee aquí Fratelli Tutti, la tercera encíclica de Francisco
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
Según su propia definición, la nueva Encíclica del papa Francisco, Fratelli tutti” (Hermanos todos en español) es un texto que versa sobre la “fraternidad y la amistad social”, con las pistas evidentes de la influencia de san Francisco de Asís (en el título y en el lugar de la firma) y del documento de Abu Dhabi, como el propio pontífice reconoce haberse sentido “estimulado”.
Así como la Laudato si’ de 2015 era una enorme encíclica social y no puramente “ambiental” como pretendieron (y aún hoy) minimizarla algunas voces, Fratelli tutti es también, según la define su autor, una encíclica social, en el sentido en que convoca a toda la humanidad ya no a ser sólo “hermanos”, sino también “socios” para el futuro.
¿Y cuál es la herramienta que puede transformarnos para pasar de ser hermanos que viven en fraternidad a socios por un bien común que viven en sociedad? La Política, con P mayúscula, esa práctica que san Pablo VI calificó como “la más alta forma de caridad”.
La dictadura del Dios dinero
Y Fratelli tutti es ante todo un llamado urgente a revalorizar la Política. El diagnóstico del Papa en el primer tramo de la Encíclica es claro: la dictadura del Dios dinero, basada en la meritocracia y la creencia en las bondades infinitas del “efecto derrame”, provocaron una situación en la que “los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único”.
Francisco enfatiza a lo largo de la Encíclica este diagnóstico, como cuando plantea que “algunos pretendían hacernos creer que bastaba la libertad de mercado para que todo estuviera asegurado”. O, aún con más firmeza, al desarrollar sus críticas a un mercado, que según el Papa “solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal”.
A ese modelo repetitivamente fallido basado en “un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”, Francisco le hace frente y pasa del “juzgar” al “actuar” para convocar al mundo a mirar hacia la ¿única? herramienta posible para el futuro: “Una vez más convoco a rehabilitar la política”, llama Bergoglio en la Encíclica de cara a la postpandemia, y plantea que “la fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado”.
Una política "sana"
En ese marco, el Papa pide una política “sana” y que “no esté sometida al dictado de las finanzas”.
“Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto”, convoca.
Por eso el empeño del pontífice en rehabilitarla y recuperarla: Ir en búsqueda de esa “mejor política”, a la que le dedica por completo el quinto capítulo de la Encíclica y que recuerda al san Pablo VI de Octogesima adveniens, cuando planteó que “tomar en serio la política en sus diversos niveles ―local, regional, nacional y mundial― es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad”.
No al un futuro de "todos contra todos"
Francisco pide revalorizarla como instrumento de cambio para el futuro porque, advierte, el riesgo para el futuro es un “todos contra todos”, aún peor que la pandemia que “irrumpió de manera inesperada” durante la escritura de la Encíclica.
Y pide revalorizarla también porque la Política está herida. En ese punto es muy certera la mirada de un Francisco para quien “la política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz”.
E insiste en revalorizarla porque las consecuencias de esa política maltrecha ya son palpables y así “se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el ‘divide y reinarás’”, reclama.
“¿Puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”
La ve malherida a la Política el Papa. Describe con acierto cómo son muchos los que siguen “pensando en la política o en la economía para sus juegos de poder” y por eso se pregunta: “¿Puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”.
La respuesta parece clara a lo largo de toda la Fratelli tutti. Porque, en medio de la pandemia, y en búsqueda de volver a una normalidad que no sea la que conocíamos, “la sociedad mundial tiene serias fallas estructurales que no se resuelven con parches o soluciones rápidas meramente ocasionales. Hay cosas que deben ser cambiadas con replanteos de fondo y transformaciones importantes”.
“Sólo una sana política podría liderarlo, convocando a los más diversos sectores y a los saberes más variados”, escribe para que lean “todas las personas de buena voluntad”.
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