"Jubílese ya, Santo Padre" Alegato antipontificio

(Antonio Aradillas).- Como periodista y como sacerdote y, sobre todo, en calidad de cristiano de a pié, recopilo y suscribo con el debido respeto las reflexiones siguientes:

. Por amor de Dios, jubílese ya, Santo Padre. Así lo mandan los sagrados cánones y, por muy teólogo que se sea, o se haya sido, por mucha y ponderada que sea la acción del Espíritu y su promesa de especial vigilancia que le preste a sus ideas y a su proceder como Pastor Supremo de la Iglesia Universal, los años son los años para todos, y su capacidad de ser libre y prescindir de influencias colaterales se limita "por la gracia de Dios" y las leyes de las que la sabia naturaleza se sirve con humanidad y eficacia.

. Con hermenéuticas presentadas en contextos y tonos pretendidamente dogmáticas, y casi dictatoriales y a la defensiva, ni es ni parece oportuno y correcto proclamar ser doctrina esencial en la Iglesia, y como emanada de la voluntad expresa de Cristo Jesús, la aseveración de que jamás será lícito en ella la aspiración de tantos cristianos/as de que las mujeres lleguen a ser y a ejercer el orden sacerdotal en la Iglesia.

. La situación de marginación en la que viven el otrora "devoto sexo femenino" ya no está en disposición de que se les clausuren las puertas de su liberación " en el nombre de Dios", y teniendo a su favor el asentimiento de preclaros y sensatos teólogos y biblistas , porque así lo demande el Papa.

. Solo o casi solo esto le faltaba al hombre-varón, a las leyes por él ideadas, a las costumbres por él mantenidas con particulares intereses de todo tipo, tanto personales como colectivos, con flagrante y radical afrenta y agravio para la mujer, para afianzar aún más doctrinas y comportamientos antifeministas, sacramentalizándolas y hacer de ellas precepto divino.

. El sentido común, generalizado en los países civilizados, y a punto de universalizarse, y ya con tan felices grados de aceptación, también en Iglesias tan cristianas como la nuestra, pero con más acentuada praxis y vocación de ecumenismo, con oportunidad y mayor entidad de aforo y discernimiento de la realidad y de la coyuntura actual en todos los frentes -también en el religioso-, reclaman evangélicamente el reconocimiento de la legitimidad de la mujer para aspirar al ejercicio ministerial como sacerdote .

. Muchas de ellas, y de ellos, aunque estos en proporciones todavía minoritarias, están evangélicamente convencidas "por la gracia de Dios", de que el único obstáculo que existe en la Iglesia Católica a la negación cuasi-doctrinal de la mujer sacerdote, radica en el antifeminismo ancestral que ha caracterizado a la mayoría de las religiones paganas, con tantas y tan dramática secuelas respeto a la discriminación femenina, aún como seres humanos.

. Pero de este alegato no se excluyen otros temas, tales como el de la minoría de edad en la que de por vida se les supone y hace vivir a los laicos/as en la Iglesia, con la única opción de decir AMEN, el del gigantismo infalible de sus responsables, la vehemente aspiración canónica y canonizadota de condenar a la infelicidad eterna -en esta vida y en la otra- a los pobres cristianos infieles y al resto de la humanidad empedernidos en sus convicciones , aunque las vivan en conformidad con su cultura y sus tradiciones.

. El alegato sigue,- y por desgracia seguirá por más tiempo y dolor- lamentando pecados de pederastia y asimilados en miembros, cualificados o no, de la Iglesia, que en contadas ocasiones no tuvo otro remedio, por exigencias de la justicia penal de diversos países, que subsanar sus desventurados efectos para sus protagonistas y para su fama de benefactores de la humanidad. La seguridad que tienen muchos de que, de no haber sido noticias hechos tan luctuosos, todo o casi todo hubiera seguido igual, expresa funestamente formas y maneras de ser y de actuar en otras circunstancias y al servicio hipócrita del "buen nombre" de la Iglesia.

. Dejaría de ser "alegato" y "antipontificio" esta crónica, anticipo de otras posibles, si al menos no se reseñaran siquiera, aunque sin valoración por ahora, informaciones relativas a bancos, bancas, valores, fondos, dineros, cambios, acciones, caudales, monedas, patrimonio, peculio, bonos y tan rica y plural terminología de operaciones, con fulgurante descalificación para el dato de que todo un banco se apellidara "Vaticano". A la sombra de santos y santas, en lugares sagrados o para-sagrados, a las òrdenes de monseñores y de prebendados, con indulgencias o sin ellas, con frecuencia los miembros del Pueblo de Dios y de otros pueblos han sufrido y sufren escándalos insufribles en su diversidad de estamentos, clases y estados. Precisamente en estas estancias, tan discretamente anotadas, es en las que quisiéramos escuchar la palabra de Dios, acaudalada y pudiente, y con más severos acentos pontificales.

No reconforta pensar que alegatos similares, y más resonantes que estos, pudieran firmarlos multitud de cristianos -también sacerdotes- , aunque se apresuren a encubrir las razones-sinrazones por las que no se decidan a hacerlo.

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