"El planteamiento de Bergoglio sobre el conflicto de Ucrania: ni resignado ni partidista" Andrea Riccardi: "Francisco es un ejemplo para todos de esta esperanza concreta. No debemos dejarlo solo, sino buscar la paz con él"
Francisco no se doblega a ninguna de las posiciones que miden sus fuerzas en el escenario de operaciones ucraniano
El suyo es un planteamiento de alguien cuyo objetivo es la paz, en primer lugar para el pueblo ucraniano, pero también para los rusos, arrastrados a una guerra de agresión
Las negociaciones deberían partir de la equilibrada propuesta que presentó el Santo Padre el 2 de octubre, que no humilla a nadie
La atención por el dolor de los niños, las mujeres, los ancianos y de todos es el secreto por el que el Papa no se resigna a la guerra
Las negociaciones deberían partir de la equilibrada propuesta que presentó el Santo Padre el 2 de octubre, que no humilla a nadie
La atención por el dolor de los niños, las mujeres, los ancianos y de todos es el secreto por el que el Papa no se resigna a la guerra
| Andrea Riccardi
El papa Francisco tiene un planteamiento particular ante la tragedia ucraniana que es poco frecuente en estos días. No es un planteamiento resignado, como el de muchos que piensan que es imposible hacer algo. Tampoco es un planteamiento partidista, típico de la lógica de los enfrentamientos. Francisco no se doblega a ninguna de las posiciones que miden sus fuerzas en el escenario de operaciones ucraniano.
El suyo es un planteamiento de alguien cuyo objetivo es la paz, en primer lugar para el pueblo ucraniano, pero también para los rusos, arrastrados a una guerra de agresión. Tener por objetivo la paz no significa ser insensible a los dramas del pueblo ucraniano, puesto a prueba por la guerra, los bombardeos, la falta de electricidad, el frío y mucho más. La paz es, ante todo, el bien que la invasión rusa ha robado a los ucranianos. Hay que devolvérsela. En el ángelus del 2 de octubre, dio muestra de su estado de ánimo: «Me afligen los ríos de sangre y lágrimas derramados en estos meses».
La atención por el dolor de los niños, las mujeres, los ancianos y de todos es el secreto por el que el Papa no se resigna a la guerra. Este secreto también es una propuesta para todos nosotros, para que no nos acostumbramos a que los ucranianos estén en guerra y no miremos hacia otro lado. ¿No existe este riesgo hoy en día ante los refugiados ucranianos, después de haber participado intensamente en su acogida? Francisco sigue la actualidad de la guerra con gran intensidad y muchos contactos: reacciona ante el dolor y expresa su disgusto día tras día. A veces algunos afirman que está de su parte por alguna reacción concreta. Es bueno publicar sus textos sobre la cuestión ucraniana para confrontarse con su visión de fondo, que se centra en la paz, despojada del discurso público.
Sin paz, no hay futuro. En el prólogo, Francisco se pregunta: «¿Cuántas tragedias más tendremos que presenciar antes de que los que participan en guerras comprendan que ese no es más que un camino de muerte que solo hace creer a unos pocos que son los ganadores?» Y añade: «¡Con la guerra todos salimos perdiendo!»
En este sentido, me gustaría sugerir nuevamente la equilibrada propuesta del Papa del 2 de octubre: «Hago un llamamiento ante todo al presidente de la Federación Rusa, y le ruego que detenga, entre otros motivos por amor a su pueblo, esta espiral de violencia y muerte. Por otra parte, adolorado por el inmenso sufrimiento de la población ucraniana tras la agresión sufrida, hago un llamamiento igualmente confiado al presidente de Ucrania para que esté abierto a propuestas de paz serias».
Estas palabras deben ser el punto de partida de una vía negociadora que salve a Ucrania de la guerra y que permita a Rusia salir de este conflicto. La paz es posible.
El viejo patriarca Atenágoras de Constantinopla, que vivió las guerras de los Balcanes en 1914-1918 y sabía muy bien que cada conflicto es un desgarro de la historia de la humanidad, afirmaba: «Todos los pueblos son buenos. Todos merecen respeto y admiración. He visto sufrir a los hombres. Todos necesitan amor... Sé que hay fuerzas oscuras y demoníacas que a veces se apoderan de los hombres, de los pueblos. Pero el amor de Cristo es más fuerte que el infierno».
Esta perspectiva de fe refuerza la visión de la paz y al mismo tiempo hace que seamos realistas en nuestro empeño por poner fin a la guerra.
Francisco es un ejemplo para todos de esta esperanza concreta. No debemos dejarlo solo, sino buscar la paz con él: con la oración incesante, con la solidaridad con los ucranianos, con las acciones que puede hacer cada uno y hablando para que nadie olvide.
Artículo de Andrea Riccardi en Famiglia Cristiana del 11/12/2022
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