"El pan, el aceite, el agua, el vino… son elementos claves, definitivos y definitorios, de los sacramentos" Antonio Aradillas: "Sin el campo no hay Eucaristía"
"Desaparecido el campo, nos quedamos sin multitud de los sólidos valores que durante siglos definieron a sus moradores"
"Es de extrañar y lamentar, que la palabra de Dios, identificada con las de los obispos y los curas del ámbito rural no se haya hecha presente en las manifestaciones que han recorrido tantos kilómetros de reivindicaciones por esos pueblos de Dios"
"Mayoritariamente las partidas bautismales de los obispos, arzobispos, cardenales y curas que hoy pastorean las diócesis y pueblos de España se conservan en archivos de parroquias eminentemente rurales"
"Los benditos y siempre ajetreados curas agrícola-ganaderos del arciprestazgo de Miajadas, se hicieron presentes y activos en las protestas del sector"
"Mayoritariamente las partidas bautismales de los obispos, arzobispos, cardenales y curas que hoy pastorean las diócesis y pueblos de España se conservan en archivos de parroquias eminentemente rurales"
"Los benditos y siempre ajetreados curas agrícola-ganaderos del arciprestazgo de Miajadas, se hicieron presentes y activos en las protestas del sector"
El campo está hoy que arde en España. Se quema por todos sus costados. Y sus llamaradas no solo arrasan multitud de hectáreas de su territorio, con incendios provocados, o sin provocar. Los incendios son de otra clase y aún más arrasadores. El sector agrícola-ganadero no puede más y se ha echado a la calle (¿pero si en él no hay calles?) y, cortando autovías, autopistas y carreteas comarcales de las 17 Comunidades Autónomas, con sus herramientas de trabajo, mecanizadas o no, han conseguido llegar hasta el Ministerio de Agricultura en Madrid y hablar directamente, y por primera vez, con el mismísimo titular del sector.
Sí, el campo no puede más. Nos quedamos sin campo. Lo de la España vacía o vaciada, es una de las más tristes realidades que registra la historia. Los pueblos se despueblan, y tal situación y conjugación de tan mortífero y cruel verbo, llevan implícitos el irrevocable finiquito de una civilización y cultura difícilmente recuperable en el tiempo y en el espacio. Las razones/sinrazones de desaguisado tan inhóspito y hasta irracional, son de tipo y de signo diverso, con eminente mención, como no podía dejar de ser de otra manera, para los de carácter político, y más los partidistas.
El drama de la desaparición, o deterioro tan grave que padece, por definición, el campo, es realmente sobrecogedor. Es apocalíptico, con todas sus consecuencias bíblicas y los gramaticales esdrújulos correspondientes. Desaparecido el campo, nos quedamos sin multitud de los sólidos valores que durante siglos definieron a sus moradores. De entre tantos, destacan los familiares, los ético-morales, convivenciales, culturales, tradicionales, festivos, folklóricos, artesanales, gastronómicos…
Desaparecido el campo y el sector agrícola- ganadero, se secarán automáticamente y para siempre, multitud de palabras relacionadas con las que nos relacionamos unos con otros y hasta los manaderos de la contemplación y el silencio. A las canciones de cuna, a las rondallas juveniles, a no pocos festejos folklóricos, a sus letras, con sus respectivos acentos musicales, será preciso echarles el cerrojo a consecuencia de su falta masiva de práctica y al olvido de los ritmos…
El drama es ciertamente espectacular, analizado a la luz de la fe y del más elemental sentido y sentimiento religiosos, alma del pueblo-pueblo y más del sector al que se hace aquí cumplida referencia.
Sin campo, nos quedamos sin sacramentos. El pan, el aceite, el agua, el vino… son elementos claves, definitivos y definitorios, de los sacramentos que les facilitan al cristiano el acceso a la salvación y a la vida…Sin campo, nos quedamos sin sol, de sus ortos –nacimientos- y ocasos, de sus tiempos calificados por el frío o el calor propios de las estaciones del año, de la mayoría de los colores y olores que no sean los artificiales y los generados por el caos circulatorio de las grandes urbes… Desaparecen de la vida la luna, las estrellas y las constelaciones. Sin campo, se nos artificializa y burocratiza la vida. Se nos pierden las palabras, o se estas se convierten en “palabros” o en ruidos cargados de ensordecedores decibelios que impiden el diálogo, la oración y el discernimiento, los arrullos, las caricias y el beso…
Así las cosas y ante este panorama también tan sustantivamente religioso y pastoral, además de cívico y social, escandaliza, y es de extrañar y lamentar, que la palabra de Dios, identificada con las de los obispos y los curas del ámbito rural no se haya hecha presente en las manifestaciones que han recorrido tantos kilómetros de reivindicaciones por esos pueblos de Dios, con carácter y sentido más penitencial que las peregrinaciones y procesiones “religiosas” de turno, que suelen presidir con sus capisayos, ornamentos sagrados, báculos, bajo palios y con mitras, “si el tiempo así lo permite”
Mayoritariamente las partidas bautismales de los obispos, arzobispos, cardenales y curas que hoy pastorean las diócesis y pueblos de España se conservan en archivos de parroquias eminentemente rurales. Son de pueblo- pueblo, aunque por eso de “tener” que vivir en mansiones palaciegas, solamente ejerzan de vecinos y visiten su casa natal cuando son objetos o sujetos de homenajes por su condición jerárquica...
No obstante, es de justicia destacar que precisamente en la apaleada manifestación-procesión campesina “celebrada” (es un decir), en la ciudad de Don Benito, de la provincia de Badajoz y de la diócesis de Plasencia, -con legítimas aspiraciones a ser, algún día, capital de la posible provincia de La Serena-, los benditos y siempre ajetreados curas agrícola-ganaderos del arciprestazgo de Miajadas, se hicieron presentes y activos en las protestas del sector, expuestos a que también a ellos les correspondieran algunos de los golpes que les sobraron a sus distribuidores en el nombre de la ley.
Por cierto que estos curas redactaron un documento de solidaridad con los gritos y demandas del resto de la “procesión “, pero del mismo documento no se hicieron eco los medios de comunicación social regionales, con inclusión de las hojas diocesanas, todavía sin incluir tan anhelada de Guadalupe…