"Examen de conciencia" de la Conferencia Episcopal española Antonio Aradillas: "Al pueblo fiel le da la impresión de que el episcopado no vive en sintonía con los tiempos"
(Antonio Aradillas).- Se celebran durante estos días los 50 primeros años de la constitución de la Conferencia Episcopal Española y, entre no pocos "fieles cristianos", se alienta la esperanza de que podrían ser de utilidad y provecho algunos puntos de reflexión como los siguientes:
- Para la valoración de su desarrollo y actividad habrá de tenerse sagradamente presente, tal y como recogen sus estatutos, que este órgano colegiado, fruto del
Concilio Vaticano II, "tiene por finalidad promover la vida de la Iglesia, fortalecer su misión evangelizadora y responder de forma más eficaz al mayor bien que la Iglesia debe procurar a los hombres".
Los conceptos de "promoción", "vida", "eficacia", "Iglesia", "fortalecimiento", "misión evangelizadora", "eficacia", "mayor bien", "procurar " y "los hombres" (y por qué no también a las mujeres) son, o debieran ser, en su terminología humana y cristiana, puntos de referencia y autocrítica, tanto personal como colectiva, mucho más exigentes.
- De por sí, y dado el sistema seguido en la elección de los miembros de la CEE - presidencia general y Comisiones- , es gozoso constatar que por primera vez en la Iglesia sus componentes lo son por elección, aunque sea honesto reconocer que, al no haber seguido tal camino los nombramientos de los obispos, a la democracia, para serlo de verdad, le faltan por recorrer estaciones, tiempos y procedimientos largos y enojosos.
- Hubo tiempos en los que el sigilo sacramental, o no tanto, observado con rigor entre los muros de la Conferencia y de sus Comisiones, imposibilitó que los fieles tuvieran conocimiento de lo tratado en las sesiones. La prensa dejó de ser libre y, por tanto, y a la vez, prensa, al negársele, o dificultársele, la información de manera tanto o más obtusa que en las demás instituciones y acontecimientos de carácter socio-político.
Algo es algo, y en los últimos tiempos, excomuniones y "mónitums" para los "excesos" de los informadores han sido mitigados, siempre "dentro de un orden", y con largueza de indulgencias para aquellos medios de comunicación "afines", es decir, obedientes y sumisos. (Por cierto, ¿qué pasó con el ex obispo auxiliar, hoy prófugo e incolocable, que estuvo al frente del Gabinete de Prensa de tan honorable institución episcopal?)
- De la hipotética pluralidad de ideas y procedimientos que se presupone existen en el seno de la Conferencia, apenas se tiene constancia, porque "en bloque" todos los obispos españoles por obispos y por españoles, han de pensar de modo idéntico. La explicación se halla en la procedencia de todos -al menos, de la mayoría- de conventículos, o de "viveros episcopales", similares, en los que la piedad, la docilidad, la tradición, del culto, el alejamiento de la "grey" y del resto de los sacerdotes, el conservadurismo, el sentido de la superioridad y el "ordeno y mando", los "anillos amorosos" y, sobre todo, la condición de oficial poseedor de la "palabra de Dios" y de los cánones, han de marcar el territorio de su actividad omnímoda y sin posibilidad de entrometimientos ajenos.
- Estas circunstancias, entre otras, explican que las sesiones de la Conferencia sean desconocidas para el mismo pueblo de Dios, para los sacerdotes y más para el resto de la ciudadanía. Todos estos sectores "pasan" de cuanto elucubren los obispos, convencidos de que ellos han de tratar siempre de "sus cosas", sin consecuencias directas en los problemas reales que atañen a sus vidas diarias.
- A quienes no son obispos, les da la impresión de que el episcopado español no vive en sintonía con los tiempos, ni con las orientaciones y pautas de comportamiento del Papa Francisco. Desde la dirección a los asesores de las Comisiones, la Iglesia a la que dicen servir y representar, no es la del Papa "franciscano", Esta se halla a muchas y dolorosas estaciones de distancia en los episodios del "Vía Crucis" de sus testimonios y de sus doctrinas.
- Al "pueblo fiel", y al otro, no le consta, por ejemplo, que hayan sido, y sean, temas de ocupación, y de preocupación, episcopal en sus reuniones, los palacios episcopales, las rentas, la ausencia masiva de los templos y actos de culto, la educación de los Colegios Religiosos, en los que fueran "educados" los futuros corruptos, las mitras, sus medios de comunicación como la COPE o la "13 TV", la ausencia de las vocaciones sacerdotales, la misoginia, el reducido aprecio y consideración religiosa, social y política que hoy caracteriza y define al colectivo episcopal, más interesados sus componentes en los ascensos de sus respectivas carreras eclesiásticas.
- De modo significativo y notorio, al "pueblo fiel" le preocupan los signos y señales que de la Conferencia se transmiten, de estar ella aupando, con ayudas materiales, espirituales e indulgencias, movimientos "religiosos" con unívoca vocación de conservadores y retrógrados, con denominaciones como "Legionarios" o "Millonarios", "de Cristo Rey", "Cruzadas" y "Cruzados", "ejércitos" y "ejercicios", "Milicias", "Obras de Dios", tanto en latín -"Opus Dei"- como en castellano y otros, con procedimientos poco o nada evangélicos.
- Los cincuenta años de la Conferencia Episcopal Española proporcionan, por la gracia de Dios, tiempo y ocasiones audaces, y propicias para revisar y examinar la conciencia y, como fruto de esta tarea -misión penitencial, comprometerse con el correspondiente propósito de enmienda. El testimonio de la "común unión" Comunión -entre sí, con el Papa y con el mundo, dentro y fuera de la Conferencia- es inexcusable en el desarrollo de su ministerio.
- El exceso de símbolos y fastuosidades, junto con las riquezas y la capacidad de gestión y administración de las mismas, que caracteriza al colectivo, destaca en el panorama episcopal español, generando multitud de preguntas, que hasta el presente las enceldaban el misterio y las condenaciones "eternas" dictadas con fundamentos canónicos, con olvido o marginación del evangelio y, en ocasiones, hasta del sentido común.