El papa sabio que supo dar un paso al costado Monseñor Ángel Sixto Rossi sj: "Descansa en paz, Benedicto"
"Uno puede al recorrer la vida de Benedicto XVI considerar muchísimos hitos importantísimos de la vida de la Iglesia de su tiempo que le tocó protagonizar, en los que se manifestó claramente su sabiduría y su innegable lucidez intelectual"
"PDos gestos gestos despertarán para siempre en la Iglesia y en el mundo una profunda admiración y agradecimiento"
| Monseñor Ángel Sixto Rossi sj. Arzobispo de Córdoba - Argentina
Uno puede al recorrer la vida de Benedicto XVI considerar muchísimos hitos importantísimos de la vida de la Iglesia de su tiempo que le tocó protagonizar, en los que se manifestó claramente su sabiduría y su innegable lucidez intelectual.
Sin embargo, creo que lo que quedó y quedará despertando para siempre en la Iglesia y en el mundo una profunda admiración y agradecimiento fue ese gesto inmenso de humildad, de aceptación de los propios límites, de amar a la Iglesia más que a sí mismo, de confiar “descaradamente” en la Providencia y tener la valentía de decidir hacer un paso al costado.
Y el otro gesto, unido a éste, que habla de su grandeza de corazón, de su ser “hombre de Dios” es que una vez ubicado en ese lugar escondido y de silencio, por él elegido, no obstaculizó ni pretendió conducir a la Iglesia desde la sombra, a pesar que no faltaron quienes intentaron usarlo de bandera de la ortodoxia y la seriedad, queriendo hacer de su figura un “anti-Francisco”, de frente a un gobierno del Papa Bergoglio que por ser evangélico, los descolocaba y dejaba al desnudo sus mediocres rigideces. Benedicto XVI sabiamente no entró en ese juego: se dedicó a interceder, a sostener con la oración las decisiones de su sucesor y no a repartir consignas ni apadrinar ideologías.
Intuyendo lúcidamente la cercanía de su pascua nos dirá:
“… no dejo de recordar lo que nos dice Juan al principio del Apocalipsis: ve al Hijo del Hombre en toda su grandeza y cae a sus pies como muerto. Sin embargo, Él, poniendo su mano derecha sobre él, le dice: "¡No temas! Soy Yo...". (Carta, 08 de Febrero de 2022).
Hoy seguramente Benedicto habrá sentido el calor de esa mano paternal y la ternura infinita del ¡No temas… soy Yo!
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