(Antonio Aradillas).- Ni de ociosa, y menos de ultrajante y ofensiva, y por supuesto, de patológica e interesada, podría considerarse mi insistencia en exponer la conveniencia-necesidad de dimisión general del episcopado, que reclaman los tiempos eclesiásticos que tan bendita y evangélicamente llaman ya a las puertas de la sensibilidad religiosa en España.
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