Antonio Aradillas Por Dios, por la patria y el rey

(Antonio Aradillas).- San Jorge es arquetipo del santo, cuya historicidad está tan cuestionada, como que su introducción y permanencia en el Año Cristiano oficial apenas si tiene otro fundamento que los inspirados por la patriotería, el entusiasmo milagrero, fervoroso y beato, o por los incontenibles afanes de interpretar los símbolos religiosos a la luz, ya extinta, de querer vencer en el imbécil juego de las batallas entre buenos y malos, y de hacerlo además "en el nombre de Dios".

La figura de san Jorge se desgaja de las leyendas áureas que todavía configuran en gran parte el Santoral católico, a la espera de ser revisado con criterios elementalmente históricos y teológicos , con el convencimiento de que la referencia a unos personajes míticos e inexistentes jamás podrá mantener la justificación de su ejemplaridad para los cristianos, y la de los beneficios de su mediación entre estos y Dios, redentoramente encarnada en Cristo Jesús. El bien -la virtud- "ángel de Dios"-, vence al "mal" - el "Maligno" por antonomasia"- y los nombres de san Jorge y de Satanás se hacen iconografía y catequesis para ilustrar la fe de doctos e indoctos, en tiempos pretéritos en los que el término "clérigo" se identificaba con "sabio", y el de "laico" lo hacía con el de "ignorante".

Así se escribía, y se escribe, la historia, y no por eso la de la Iglesia ha de ser menos veraz y educadora que la del resto de la humanidad, ahíta de leyendas, de tradiciones y de fantasías.

. Por multitud de sinrazones, hoy difícilmente "religiosizables", elementos, personajes, ideas, testimonios y comportamientos guerreros acamparon a perpetuidad e hidalguía en los aledaños de la Iglesia católica, con toda clase de bendiciones y consagraciones. Todavía, por citar un ejemplo, el rito de la " bendición de las espadas" perdura en los devocionarios. "Compañía", "milicia", "cruzados-cruzadas", "legión- legionarios"...campean en las denominaciones oficiales de Congregaciones e instituciones de carácter y "espíritu" religiosos, con estructuras y ordenanzas propios de los más aguerridos e hirsutos estamentos marciales.

. El organigrama que en líneas generales - títulos, grados, disciplina, práctica y concepción de la jerarquía -"ordeno y mando" y poder-, términos, símbolos y ornamentos con el que en mayor proporción se identifica la Iglesia, es el propio y específico de la militancia castrense. En los últimos tiempos, y en consonancia con lo que refieren los "Años Cristianos", santos militares, beatificados o canonizados oficialmente por la Iglesia, han desaparecido, y no porque lo hicieran las guerras, antes llamadas de "religión", sino nada menos que a consecuencia de cambios de criterios teológico- pastorales.

. La milicia como profesión- vocación tiene hoy pocos santos. Por ahora, mucho menos santas. Tampoco tiene santos- santas lo que llamamos "política" o "ciencia y arte de gobernar y dictar leyes y reglamentos para mantener la tranquilidad y seguridad de un Estado en sus asuntos internos y exteriores". Aún más, el pueblo- pueblo, que en definitiva, e infaliblemente, es quien canoniza, a los políticos, por políticos, les cierra "a cal y canto" las puertas -todas las puertas- de su estima, consideración y alteza. La corrupción es la etiqueta que los/as define, sin ahorrarse descalificaciones fundamentadas en documentos, experiencias propias y ajenas y en sentencias judiciales firmes e irrevocables, a pesar de haber tenido que salvar toda clase de obstáculos y procedimientos privilegiadamente "legales o forales".

.Y ahora resulta, es de suponer que contando con las indulgencias y bendiciones debidas, que se gestiona ya en Cataluña la posibilidad de hacer coincidir el día de san Jorge del próximo año, con el de su independencia política. ¡Por favor, no enrolen a los santos en rivalidades y batallas fraternas¡. ¡Déjenlos tranquilos, en paz y en gracia de Dios¡.¡Arrebátenles la espada de sus arcangélicas manos y hagan con ellas cítaras para salmodiar letanías de adoración, y arados para cultivar campos de esperanzas y de convivencia.¡. Quienes jerárquicamente puedan sentirse obligados a intervenir en el ejercicio pastoral de su pueblo -pueblo de Dios-, que se despojen de mitras y báculos, y exentos de ellos, blandan tizonas, catanas y alfanjes, revestidas sus cabezas con morriones o yelmos.

. Contribuir a enrolar a un santo, como el legendario san Jorge, en conflictos o escaramuzas bélicas, ni es sensato ni mínimamente cristiano. Las armas -todas las armas-, y más las de la intransigencia y la de los intereses, "las carga indefectiblemente el Diablo", y con el ruido infernal que generan, se acallan las voces y los cánticos anunciadores del Nacimiento del "Príncipe de la Paz", que no es otro que Cristo Jesús.

La politización de los santos y de lo "santo" y su militarización es tarea irreligiosa. "La fórmula del "¡por Dios, por la patria y el rey¡" es, y seguirá siendo, blasfema.

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