Impulsor del pensamiento de Teilhard de Chardin en España In memoriam de Emiliano Aguirre Enríquez, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1998)
Aguirre publicó en España en 1955 la primera necrológica de Pierre Teilhard de Chardin y animó en los años sesenta diversos grupos de reflexión sobre el pensamiento de Teilhard
Su vocación científica estuvo muy ligada a la Compañía de Jesús y al profesor Miquel Crusafont. Asistió en los años 50 a los cursos Internacionales de Paleontología en Sabadell.
Visitó los yacimientos de humanos fósiles de África con los esposos Leakey
En 1966 dirigió la publicación en la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) un volumen colectivo que hoy es un clásico: “La Evolución”.
En los años 70 arriesgó su prestigio defendiendo los yacimientos con humanos fósiles de Atapuerca (Burgos)
Visitó los yacimientos de humanos fósiles de África con los esposos Leakey
En 1966 dirigió la publicación en la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) un volumen colectivo que hoy es un clásico: “La Evolución”.
En los años 70 arriesgó su prestigio defendiendo los yacimientos con humanos fósiles de Atapuerca (Burgos)
En los años 70 arriesgó su prestigio defendiendo los yacimientos con humanos fósiles de Atapuerca (Burgos)
| Leandro Sequeiros sj
El 11 de octubre de 2021, días después de su 96 cumpleaños, se ha producido el fallecimiento de Emiliano Aguirre Enríquez. Según el diario El País (13 de octubre 2021), cuando el paleontólogo de Ferrol (A Coruña) Emiliano Aguirre comenzó a trabajar en el yacimiento burgalés de Atapuerca en 1976, este enclave era solo una promesa. Sus trabajos iniciales fueron la introducción de un libro fundamental para entender la historia de la humanidad en una zona declarada Patrimonio Mundial hace 21 años por la Unesco.
De él destaca su enorme capacidad científica y docente, que ha dado lugar a “decenas y decenas de investigadores”: “No solo descubrió Atapuerca, sino que inició la investigación y puso en marcha la estructura multidisciplinar que ha convertido el yacimiento en referente mundial. Es el padre indiscutible de la Paleontología moderna”.
Aguirre comenzó a trabajar en la sierra de Atapuerca en 1976 y elevó sus hallazgos a la categoría de descubrimientos de importancia mundial hasta conseguir el reconocimiento internacional de este yacimiento, situado a 15 kilómetros al este de la capital de Burgos, como uno de los más importantes para entender la evolución humana.
Ya en 1983, Aguirre advirtió de que Atapuerca era un yacimiento único e insistía en la necesidad de mantener las campañas de excavaciones ante la falta de fondos, que obligaron a cerrar temporalmente las tareas previstas ese año.
Sus trabajos fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica en 1997, un año antes de que Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell asumieran la dirección de la Fundación Atapuerca.
Licenciado en Filosofía, Ciencias Naturales, Teología y doctor en Ciencias Biológicas, concibió desde el comienzo la cantera burgalesa como un proyecto multidisciplinar y a largo plazo.
Además del Príncipe de Asturias, en 1998 se le concedió el Premio de Castilla y León en Ciencias Sociales y Humanidades y en 1999, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. En 2000 fue nombrado académico numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y, posteriormente, miembro de honor del Colegio de Biólogos de Galicia.
Emiliano de Aguirre fue también uno de los creadores de la escuela de paleontología de vertebrados de Madrid y asumió en 1985 la dirección del museo de Ciencias Naturales, creado en 1771 por Carlos III sobre la base de los fondos donados por Pedro Francisco Dávila, nacido en Guayaquil (Ecuador).
Desde su fundación era Presidente de la Asociación de Amigos de Pierre Teilhard de Chardin y Socio de Honor de la misma.
Emiliano Aguirre y Pierre Teilhard de Chardin
La figura de Emiliano Aguirre está muy unida a Teilhard de Chardin. María Martimón (en un artículo en el Faro de Vigo de 20 de octubre de 2021), lo define como “Aguirre, el Teilhard ferrolano”.
Tal vez el último escrito de Emiliano sobre Teilhard sea el publicado en la Presentación del libro de Ursula King, Cristo en todas las cosas. Explorando la espiritualidad junto a Pierre Teilhard de Chardin (Sal Terrae, 2021)1. Y su primer escrito sobre Teilhard es de 1955 como veremos. Está por terminar la relación de publicaciones de Emiliano sobre Teilhard. Son muchas.
En la España de los sesenta y setenta del siglo XX, la situación cultural y religiosa estaba mediada por un régimen político (el nacionalcatolicismo) que no facilitaba, por su carácter autoritario, la difusión del pensamiento.
Como botón de muestra, consta documentalmente que el Gobierno español prohibió que un hombre tan querido y poco sospechoso de izquierdismo, como Félix Rodríguez de la Fuente, pudiera presentar en televisión (con el asesoramiento de Emiliano Aguirre) una serie de documentales sobre el origen de la humanidad. Podía hablar de lobos y de águilas, pero no de nuestro origen primate.
Pese a las restricciones propias de la época, los seguidores de Teilhard de Chardin se concentraron en dos puntos geográficos: Sabadell (y por extensión, Cataluña) y Madrid. En ambos estuvo muy presente Emiliano Aguirre.
En Sabadell, desde los años 40 del siglo XX, un anticipado a su tiempo, Miquel Crusafont i Pairó, ya hacía sus pinitos literarios sobre temas evolutivos.
Participó activamente con Jesús Aguirre en los años 50, tras la muerte de Teilhard, en la traducción al castellano y al catalán de las primeras obras teilhardianas publicadas en Taurus. Y, sobre todo, a partir de su regreso a Cataluña en 1962, tras obtener la Cátedra de Paleontología de la Universidad de Barcelona, Crusafont va rodeándose en Sabadell, en el incipiente Museo, de un grupo de ávidos conocedores de las ideas de Pierre Teilhard de Chardin. Pero la Asociación de Amigos de Sabadell no se constituye oficialmente hasta 1968.
Por otra parte, como veremos, una mujer adelantada a su tiempo, María Campo Alange, en una visita a París a principios de los años sesenta del siglo XX visitó la incipiente Fundación Teilhard de Chardin y mantiene una fecunda conversación con Jeanne-Marie Mortier. Esta la anima a crear en Madrid un núcleo de seguidores de Teilhard de Chardin. Posiblemente debió darle el nombre de Miquel Crusafont, que ya había colaborado con ellos en la publicación al castellano de las obras de Teilhard, y del entonces joven jesuita paleontólogo Emiliano Aguirre.
Entre 1965 y 1968, María impulsa el Grupo Español de Trabajo sobre Teilhard de Chardin que, pese a la vida efímera, fue capaz de editar un libro “En torno a Teilhard” (Editorial Taurus) en 1969 con las ponencias de sus reuniones.
Además de estos dos polos, resaltamos las actividades en el Ateneo de Santander (1965-1969) y el Grupo de Amigos de Teilhard, que funcionó efímeramente en Madrid en 1974 en torno a Pablo Herce.
Pero en 2013, impulsada entre otros por el Premio Príncipe de Asturias de Ciencia y tecnología de 1997, Emiliano Aguirre y los firmantes de este ensayo, se constituyó la Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin, con sede en Córdoba, y cuya vida guarde Dios muchos años.
De acuerdo con los datos que tenemos, consideramos que el grupo de amigos de Teilhard de Chardin, impulsado por el profesor Miquel Crusafont i Pairó (1910-1983) es el primer intento de aproximación social a Teilhard. Este esfuerzo se materializa en el intento de una primera Asociación de Amigos en 1968.
Y muy probablemente, en la sombra estuvo Emiliano Aguirre, entonces joven seguidor de Crusafont, en los Cursos Internacionales de Paleontologia y luego como alumno y doctorando.
Es un grupo muy firmemente construido en torno a una persona y que, desgraciadamente, pierde su fuerza cuando el fundador debe retirarse por enfermedad.
El arriesgado proyecto “La Evolución” (1966)
Con los doctores Miquel Crusafont y Bermudo Meléndez, Emiliano Aguirre emprenderá en los inicios de los años sesenta un proyecto ambicioso y arriesgado para su momento: editar un volumen sobre los diversos aspectos de la evolución biológica en diálogo con las creencias religiosas. Su enorme capacidad de trabajo y de persuasión hicieron posible lo que en esos años parecía imposible y que hoy es ya considerado un “clásico”.
En 1966 sale a la luz “La Evolución”, un grueso volumen, editado por la Biblioteca de Autores Cristianos, en el que colaboran los científicos, filósofos y teólogos más relevantes. La publicación de este libro supuso la irrupción en España de aires frescos en el mundo científico. Este volumen supuso en su momento un punto de inflexión en las siempre conflictivas relaciones entre las ciencias y la religión2.
Para algunos, resultaron escandalosas las ideas, sobre todo en lo referente al origen y evolución del universo, la vida y lo humano. Son los años en los que la lectura de Teilhard de Chardin cobraba impulso en España y en el mundo3.
Muchas personas opinan que el pensamiento evolucionista, cósmico y poético de Teilhard está pasado de moda. Evidentemente, después de casi cien años muchas de las propuestas científicas de Teilhard están superadas. Pero gracias al profesor Emiliano Aguirre y a la Red Mundial de Amigos de Teilhard, muchas de sus cosmovisiones forman parte del patrimonio de la Humanidad.
1 https://gcloyola.com/fe-y-ciencia/3861-cristo-en-todas-las-cosas-9788429330298.html
2 En 2016 tuvo lugar en Valencia un Congreso rememorando los 50 años de “La Evolución”. Al mismo asistió Emiliano Aguirre, ya muy deteriorado. Las ponencias están accesibles en la revista e-VOLUCIÓN órgano de la SESBE, en los dos números de 2017.
3 Sequeiros, L. (2005) Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), geólogo y paleontólogo. Recuperación de la memoria histórica de su obra científica. Pensamiento, 61 (230), 181-207.
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