Queremos soñar, porque "si no soñamos, nos estancamos" "Escucharnos, la riqueza es esto: escucharnos"
"El compartir heterogénea de nuestro lugar latinoamericano y europeo, a veces genera críticas, pero ahora podemos ver y escuchar desde lo que viven"
"Si es difícil conformar en una parroquia a todos, cómo será de difícil en el mundo entero. La fraternidad es un reto en cada realidad como los es la apertura a la experiencia de los demás"
"Queremos soñar una parroquia a la acción del Espíritu que genere espacios de comunión y participación fraterna de cara al mundo; parroquia en salida, atenta a los olvidados"
"Queda un 'sabor agridulce' porque ha habido temas que no aparecieron o no fueron abordados con profundidad, no por malicia, sino por falta de mayor tiempo, porque la verdad la secretaría del sínodo hizo un trabajo faraónico para llevar adelante este encuentro"
"Queremos soñar una parroquia a la acción del Espíritu que genere espacios de comunión y participación fraterna de cara al mundo; parroquia en salida, atenta a los olvidados"
"Queda un 'sabor agridulce' porque ha habido temas que no aparecieron o no fueron abordados con profundidad, no por malicia, sino por falta de mayor tiempo, porque la verdad la secretaría del sínodo hizo un trabajo faraónico para llevar adelante este encuentro"
| Francisco Benítez
El compartir heterogénea, de nuestro lugar latinoamericano y europeo, a veces genera críticas, pero ahora podemos ver y escuchar desde lo que viven. Si es difícil conformar en una parroquia a todos, cómo será de difícil en el mundo entero. La fraternidad es un reto en cada realidad como los es la apertura a la experiencia de los demás.
Pensando en algún país europeo, se tiene los consejos parroquiales antes del Concilio Vaticano II. Las estructuras son normales para cada sacerdote, pero ahora por el descrecimiento de la iglesia, los laicos han tomado más protagonismo en los liderazgos, y los presbíteros menos. Se necesita una escucha mutua porque a veces se vive un clericalismo laical. Es un desafío para ser una iglesia sinodal.
Nos duele constatar la realidad que, a causa de los abusos a menores, se corta la paternidad espiritual y la pastoral de los sacerdotes con los niños y jóvenes. Estamos pagando un alto costo en la paternidad presbiteral.
A nivel del presbiterio, ¿Cómo abrir los espacios para escucharnos entre sacerdotes? Pues de allí saldrá cómo esta nuestro ministerio, pastoreo y realidad con el obispo. Hay que tener más amor para los demás, para el presbiterio, aceptar las costumbres; pero hay que amar más para implementar el espíritu de la sinodalidad. En el presbiterio, escuchar más (en calidad mas que en cantidad) y a la gente. Resuena el vivir la “Ortopatia” como pasión de la propia experiencia y experiencia del otro.
Los sacerdotes disfrutamos compartir experiencias, como instinto de aprovechar lo bueno, y al mismo tiempo asegurarnos de generar en cada diócesis un intercambio de experiencias en nuestra vida sacerdotal y eclesial. Reclamamos la paternidad del obispo, pero es también un ser humano, a quien debemos escuchar y acompañar como tal. Si hablamos de infabilidad del Papa, y sin embargo él debe escuchar a muchos consejos y discasterios para el gobierno de la Iglesia, cuánto más el presbítero debe escuchar a todos, en especial a los parroquianos. Escucharnos, la riqueza es esto: escucharnos. Pocas veces en nuestras diócesis nos escuchamos porque nos criticamos o tenemos miedo a las criticas. Cuando compartimos la realidad, dejamos de cuestionar la realidad de los otros, abrimos los ojos para ver la historia de Dios en el camino de cada uno.
La experiencia común eclesial nos ayudó mucho, perola dificultad podría ser poner nombres comunes a realidades distintas o poner el adjetivo de sinodal a todo, porque así se va vaciando de sentido a la sinodalidad. Lo esencial es cómo tejer esos lazos de solidaridad y fraternidad en un mundo individualista, un reto que implica prepararnos para eso. En medio de estos retos ¿cómo tener presente que la formación permanente en este camino es importante el compartir experiencia? Que esto no quede aquí, nos ayudaría mucho el intercambio. Es la fraternidad la que ayuda a la misión.
Apostamos por un trabajo articulado con capacidad de incidir en la sociedad, formando estructuras que puedan poner a funcionar la sinodalidad y apuntando a un plan participativo que acompañe a todas las parroquias y desde ahí a las diócesis. Es la importancia del trabajo coordinado, la coincidencia para que la comunidad sea viva y participativa, frente al peligro de un “cura mandón” o viceversa, un pastor abierto a la sinodalidad en comunidades cerradas. Es el consejo pastoral sinodal el llamado a coordinar, integrar y dinamizar la acción pastoral de la parroquia. Es su dinámica la que marca si es sinodal o no. Las respuestas salen creativas e identificadas por el consejo cuando es sinodal. Dar paso de una asamblea de la comunidad expositiva a una asamblea programática desde la dinámica de la escuchar de todos, porque el rebaño tiene su olfato. “El que no junta conmigo desparrama” (Mateo 12,30)
Se trata de apostar por poner en práctica la sinodalidad desde abajo, sin dejar que las estructuras las ahoguen, y desde allí se pueden cambiar y reformar la vida de la Iglesia. Queremos que las estructuras alivianen las cargas, son necesarias sino descarrilamos, pero necesitan conversión. Por eso, hay que volver a la Palabra de Dios, no solo crear estructuras. Necesitamos la fuente. Escuchar a la Palabra y escucharnos entre nosotros; solo así se logra caminar dejando huellas para el futuro para que otros sigan el camino, porque cuando no hay huellas es fácil perderse.
Finalmente, si no soñamos nos estancamos. Queremos soñar una parroquia a la acción del Espíritu que genere espacios de comunión y participación fraterna de cara al mundo; parroquia en salida, atenta a los olvidados y descartados, que sane las heridas y este atenta a la escucha de todos. Por eso, valoramos y agradecemos celebrar lo pequeño, no hay que esperar que la Iglesia sea toda sinodal, hay que celebrar cada paso en el proceso – como este encuentro de párrocos – y buscar el modo de conservar los detalles de todo lo compartido.
Resonancias al final del día:
Se regresa pensando que este encuentro se organizó ante la ausencia de los párrocos en el proceso (primera sesión). Los párrocos somos puentes entre los obispos y la gente. Una gran responsabilidad, carga pastoral para nuestros países. Necesitamos perder liderazgos sin dejar de ser guía. Nos llevamos “el compartir”, la riqueza más grande que hemos tenido. Agradecemos la presencia de párrocos de lengua madre no española, ese esfuerzo nos invita a salir.
El proceso sinodal tiene tensiones, en proceso de reforma. No hemos presentado las tensiones que la Iglesia tiene, conociéndolas y acompañando el camino sinodal. Es un espacio para presentar la Iglesia real. La crisis ha llegado, eso mantiene la tensión y la oportunidad para crecer. Dejar los grandes logros para pasar a los grandes procesos.
Queda un “sabor agridulce” porque ha habido temas que no aparecieron o no fueron abordados con profundidad, no por malicia, sino por falta de mayor tiempo, porque la verdad la secretaria del sínodo hizo un trabajo faraónico para llevar adelante este encuentro. Los temas a seguir profundizando son: los abusos sexuales en la Iglesia, los “hijos sin rostros” (de los sacerdotes); los sacerdotes casados (que no solo es de normativa eclesial, sino también personal); la homosexualidad en el ministerio; la situación del mundo en guerras y violencia, mirar el mundo en que estamos; la salud del clero, física, psíquica y de adicciones. El tema de las mujeres y el celibato merece seguir siendo tratado, y hablado con parresía. Y este tema es más nuestro que de la gente. Hubo mucho involucramiento de lo que nos afecta. Una mayor escucha involucrada que me deje afectar.
Finalizamos con un pedido unánime de la mesa: Que para la segunda sesión de la Asamblea Sinodal en octubre 2024 se convoquen a párrocos. Y nace un compromiso de hacer réplica de este encuentro en las diócesis/arquidiócesis y Conferencias Episcopales.
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