Antonio Aradillas Extremadura peregrina a Madrid

(Antonio Aradillas).- En vísperas, ya inminentes, de masivas concentraciones de extremeños en Madrid, en reivindicación de un tren que comunique las principales ciudades de su Comunidad Autónoma entre sí, con la capital de España y el resto del mundo, en solidaridad con los mismos, no están de más las reflexiones siguientes:

Advierto que en este caso concreto, los destinatarios directos de ellas son los obispos diocesanos residentes en esta región -provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz, Plasencia y Coria-Cáceres, con la añadida mención particular para los 31 pueblos-parroquias que, con inclusión sorprendente de Guadalupe -La Puebla y su monasterio- santuario ("Patrimonio de la Humanidad"), siguen perteneciendo administrativamente a la archidiócesis de Toledo, Por supuesto que también son destinatarios los sacerdotes que pastorean sus pueblos y ciudades en la variedad de cargos y ministerios.

De tal responsabilidad eclesial jamás será cristiano exiliar a los laicos -seglares ellos y ellas-, quienes, por obra y gracia del santo bautismo, son responsables de ser y ejercer como miembros conscientes del Cuerpo Místico de Cristo, con similares derechos y deberes a los de la jerarquía, tal y como lo demanda y lo explica la teología del laicado, hoy todavía en mantillas.

Desde la situación social en la que se halla la Comunidad Autónoma de Extremadura, con los índices de desarrollo por los "santos" suelos, avaladas tales apreciaciones con estudios sociológicos internacionales, reivindicar el tren, y cuanto este significa y lleva consigo, es tarea y ministerio netamente sagrado. No existen otros problemas en Extremadura verdaderamente singulares y religiosos que no sean el paro y la situación de marginación social que define a sus habitantes, comparados estos con los del resto de España y aún de toda Europa.

Por lógica, teología y solidaridad humana y cristiana, se llega con facilidad al convencimiento de que las programadas manifestaciones reivindicativas habrán de tener -y tendrán- la consideración de "peregrinaciones" y de "procesiones" al uso , aunque de sus eslóganes y pancartas se destierren los "¡ora pro nobis¡" y los "¡perdón, Señor, perdón¡"

La seguridad en tal convicción obligará a que obispos y sacerdotes extremeños, con sus correspondientes identificaciones clericales y para- litúrgicas, se hagan activamente presentes en medio de la multitud de quienes reivindican corporativamente tantos y tales derechos, imprescindibles en cualquier colectividad.

Extremadura entera se redimiría y purificaría de la "irreligiosidad imperante actual", si sus obispos y sacerdotes se encarnaran entre fieles e "infieles",devotos, o no tanto, de la Santísima Virgen de Guadalupe, su patrona oficial, en disposición de reclamar y exigir los derechos e índices de desarrollo que conquistaron, o reconquistaron, los habitantes del resto de la España de las Autonomías, en su radical y originario planteamiento de solidaridad.

Aludir a que tal tarea es propia de los políticos y de sus correspondientes partidos, por lo que ella jamás será competencia de la Iglesia y de los eclesiásticos, es una falacia y equivaldría a que muchos se proclamaran "a" o "anti" cristianos y aún "ateos. Lo social es, de por sí, religioso. No lo es lo ritual, lo ceremonial y el culto, por muchas "témporas", "horas canónicas" y tradiciones vetustas que lo avalen y lo testifiquen. La Iglesia no es ni solo ni fundamentalmente "templo", Casa de Dios" o "lugar sagrado". La Iglesia es, y está compuesta, de personas, y más cuando son tan pobres - o empobrecidas- como, hoy por hoy, son y están los extremeños ...

¡Ánimo, señores obispos, arzobispos, canónigos y sacerdotes de Extremadura! Las calles de Madrid y las autoridades nacionales que la identifican y la hacen ser capital de la España de las Autonomías, esperan convertirse en meta y destino de la gran "peregrinación" regional, social- religiosa. Ayudará a despejar cualquier preocupación o escrúpulo ético- moral o canónico, la seguridad de que así lo piensa y estima el mismo papa Francisco.

Por si el hecho resultara ejemplar para otros, es ocioso destacar que sus principales figuras, como las de los obispos, serán captadas por cámaras fotográficas y teléfonos móviles, convertidas y distribuidas como importantes e inéditas noticias en los medios de comunicación social. Sacerdotes y obispos, por suerte o por desgracia, siguen siendo hoy noticia y noticias. Resulta provechoso reseñar que sí, que la Iglesia, pese a todo y a casi todos, es y hace política. Hay que ser ignorantes, para seguir creyéndose lo contrario.

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