"Su ejemplo es luz y camino para vivir con dignidad y autonomía, con profecía y esperanza" Pedro Casaldáliga, portador y guardián del Cristo liberador en nuestro mundo moderno

1- El Planeta Tierra es lugar de existencia y convivencia para todos los humanos, caracterizado desde hace dos mil años, por el nacimiento de Jesús de Nazaret, hijo de Dios, que vino para mostrarnos el camino, la verdad y el destino de nuestra vida humana.

 2- La historia avanza y se proyecta desde entonces en una doble dirección: de aceptación de ese hecho por considerarlo pura realidad o de rechazarlo por estimarlo mero  bulo.                                                                                                

3- El momento actual se desenvuelve dentro de esta duplicidad imperante, convertida en  odio, hostilidad y guerra de unos contra otros en dos bandos irreconciliables.                                   

4- Pedro Casaldáliga resulta para la mayoría un desconocido. Sería inacabable analizar  los lugares con las tareas que realizó. Pero, aludirlas resulta necesario para descubrir en todas ellas lo más peculiar de su personalidad: ese hilo interior que une a todas, sea al principio como seminarista y posteriormente como sacerdote, formador de seminaristas, director de una revista, protagonista en el Capítulo General de los claretianos y finalmente como obispo.

Multifome actividad

En todo este recorrido, Pedro no es un improvisador, no cambia según sea el lugar y la gente. Tras su multifome actividad, Pedro expresa su opción fundamental: “Mi corazón  siempre se me quiebra al ver la pobreza de cerca, soy incapaz de presenciar un sufrimiento sin reaccionar, me es imposible ser rico si quiero ser libre en todo y para todo, no puedo encontrarme con Dios si no tomo en serio al pobre, mi fe y mi  amor a Dios Padre son imposibles sin la fe y el amor a los hermanos”.

En requerida confesión pública de su fe, declara: “He tenido un explícito encuentro con Dios, en Jesucristo, dentro de la comunidad de fe, que es su Iglesia. Y ese es un misterio  que me abruma y que me obliga a creer que Dios es mayor que nuestro corazón y nuestros dogmas y nuestra comunidad”.

Y, en este sentido, para Pedro, “la ciencia, la técnica y el progreso solamente son dignos si sirven para humanizanos y juntos transformar el mundo”. En cierta ocasión un periodista taimadamente le preguntó: “¿No le duele ahora sentirse cuestionado por los  reiterados anatemas que se lanzan contra la Teología de la liberación?. Pedro, sagradamente indignado, contesto: “Estoy harto de oír la pregunta. A cuantos siguen haciéndola, les pido por lo menos, por vergüenza, no sigan nombrando las barbaridades que colgaron de la teología de la liberación. Todos nosotros no hemos optado por Marx sino por el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su Reino y sus pobres. Nuestro Dios quiere la liberación de toda esclavitud, de todo pecado y de la muerte. Es a los enemigos del pueblo a los que no gusta la teología de la liberación ¡Celebrarían tanto que los cristianos pensasen sólo en el cielo, despreciando la tierra!”.

El proyecto homicida del neoliberalismo

Pedro no habla como si no estuviera informado y no pudiera dictar pautas de comportamiento para el Primer Mundo. “Mira Benjamín, me dijo en una entrevista que le hice: Si el Primer Mundo no se suicida como Primer Mundo, no puede existir  humanamente el Tercer Mundo. Para mí esto es dogma de fe, porque mientras haya un Primer Mundo, habrá privilegio, exclusión, dominación, explotación, lujo y marginación. Si vosotros, en el Primer Mundo, no resolvéis ser un mundo humano, nosotros no podemos serlo… Hay en el Tercer Mundo tanto retraso y miseria, tanta deuda, porque en Europa y el Mundo Ocidental es interminable el robo, la incautación y la dominación. Los colonialismos  e imperialismos, viejos y modernos, se atienen siempre a su lógica: ignorar y despreciar la alteridad, humillar, destruir e imponer la ley del más fuerte. Se trata, en definitiva, de romper el proyecto homicida del neoliberalismo, hoy globalizado, lo cual no es posible sin contar con personas que le hagan frente desde su dignidad y derechos inalienables, desde una fraternidad que erradique el egoísmo y la avaricia, la soberbia y la prepotencia, la desigualdad, la injusticia, la rivalidad, las guerras, que matan la libertad y la paz”.

En esta sociedad, tan manipulada y esclavizada, el ejemplo de Pedro Casaldàliga es  señal, luz y camino para vivir con dignidad y autonomía, con libertad y pobreza, con profecía y esperanza:

“Me llamarán subversivo. Yo les diré: lo soy. Por mi pueblo en marcha, vivo. Con mi pueblo en marcha voy. Tengo fe de guerrillero. Y amor de revolución. Y entre Evangelio y canción sufro y digo lo que quiero. Quiero subvertir la Ley  , que pervierte al pueblo en grey, al Gobierno en carnicero" 

(Mi Pastor se hizo Cordero, Servidor se hizo Rey)