Antonio Aradillas Franco y la Iglesia (I)

(Antonio Aradillas).- "Para mayor honra y gloria de Dios", para algunos y, para otros, para deshonra y ludibrio de la Santísima Trinidad, Franco sigue y seguirá estando vivo en España. Resucita, o le resucitan, que es lo mismo, o casi lo mismo, en proporciones parejas tanto dentro como fuera de la Iglesia.

La cultura-incultura del Nacional Catolicismo perdura y no pocos obispos se revisten y actúan "pastoralmente" con ella en España, y sus criterios y comportamientos anti conciliares y anti "franciscanos" se hacen frecuentes y sorprendentes noticias. Reflexionar sobre el hecho, es -será- tarea positiva y esclarecedora, al margen de "memorias y olvidos históricos", muchas de ellas y ellos, partidista y políticamente interesados.

Los antecedentes de la situación y vivencia religiosa, católica, apostólica, romana y española, están diseñados de esta manera en las páginas 11 y ss. de mi libro editado por "Plaza y Janés" en 1986, con el título "La Iglesia en el cambio, piedra de escándalo":

"Si pudiera jugar dos veces, les aseguro que a la segunda jugaría de modo muy diferente. El único que tuvo visión de este asunto fue vuestro Cardenal..." Pero la historia, cuyos hechos son irreversibles, no puede repetirse. Precisamente estas palabras del Cardenal Gomá, arzobispo de Toledo y Primado de España -dirigidas a unos sacerdotes de Tarragona, y con referencia explícita a la "Pastoral Colectiva" del Episcopado español del mes de julio de 1937-, no tienen realmente valor testimonial alguno en vísperas de su muerte, ocurrida el 22 de agosto de 1940.

Tales palabras no pasan de ser una vacua exculpación, sin sentido, que hoy aportan, con las intenciones más contradictorias, quienes quisieran que la historia no se hubiera escrito como se escribió, o quienes hubiesen preferido que fueran otros sus autores....

"El hecho es que la totalidad de los obispos de España, con la excepción de cinco, entre ellos los Cardenales Vidal y Barraquer, de Tarragona, y Segura, de Sevilla, desterrado en Roma, junto con el obispo de Vitoria Mons. Múgica y los eméritos de Ibiza y Tarazona, se identificaron plenamente con el llamado Movimiento Nacional, ya desde el principio de la guerra civil, aceptando y potenciando la interpretación religioso-política de los objetivos de la victoria y de la guerra en sí misma, hasta considerarla, denominarla y sancionarla nacional e internacionalmente como una verdadera CRUZADA".

Franco y Gomá

La teología, la política, la catequesis y la pedagogía "religiosas" la desarrolló con plena e "infalible" autoridad jerárquica el Cardenal Arzobispo de Toledo con frases como estas:

"Tenemos, amados diocesanos, una conciencia nacional católica, porque España, en su una unidad, en su reciedumbre, en su expansión, se ha forjado en la fragua de los principios cristianos"; "Si catolicismo y patria están como consustanciados en España desde los siglos pasados, para formar su genio y su tradición, sería suicidio declarar el divorcio entre ambos"; "Si España no es católica, francamente católica, romperá con su pasado y la historia enseña que fenecen los pueblos que rompen el hilo sagrado que transmitió a las generaciones pasadas el vigor y la identidad espiritual de la raza" (católico siglo XVI)";

"En nuestra patria no hay más que una confesión religiosa que marcaron los siglos con un singular relieve, que es la religión católica, inspiradora de nuestro genio"; "Los grandes rotativos del mundo han dicho hace poco que España representa un papel providencial en nuestros días: el de salvar la civilización cristiana de la acción destructora y antisocial del marxismo, como en otros tiempos la salvó de los horrores de la media luna y de la desviación de la Reforma";

"Los judíos jamás perdonarán a España su expulsión del país y el arraigo en él de la fe cristiana. Los masones obran al dictado de los judíos. Quede pues, por esta parte, como inconcusa, que si la contienda actual aparece como guerra puramente civil, en el fondo debe reconocerse en ella un espíritu de verdadera cruzada a favor de la religión católica"

De todas formas, religiosa o irreligiosamente, -según se mire- resultan significativos datos como los de que en el curso pastoral de 1941-1942, y solo en la diócesis de Madrid, hicieron Ejercicios Espirituales 3,713 personas "en tandas para estudiantes de Caminos, Arquitectura, Filosofía y Letras y Derecho, agentes de policía, periodistas, procuradores y notarios, oficiales del ejército, banqueros y varias tandas de obreros, entre otros, los dos mil de la fábrica Backok Wilcok, que los iniciaron el día 12 de abril de 1945".

Se hace hincapié en el dato de que "para nadie es un secreto que, desde la terminación de la guerra, casi todos los años Franco hizo también Ejercicios Espirituales, dirigidos normalmente por los padres jesuitas y, en una ocasión, por Mons. García Lahiguera, que posteriormente fue arzobispo de Valencia".

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