Extremadura es idea, región y comunidad Guadalupandia
(Antonio Aradillas).-Extremadura pudiera muy bien haberse llamado, y llamarse, "Guadalupandia". Las razones históricas, etimológicas y aún las climáticas, que se aportan para la justificación de su nombre, con indecisas referencias a "marcas fronterizas" al reconquistado río Duero -·"Dourum", y a la dureza-rudeza de sus fríos y calores estacionales, tienen poca, o nula, consistencia.
Las verdaderas razones son sustantivamente religiosas , concordantes con cuanto ha significado, y significa, nada menos que Nuestra Señora la Santísima Virgen de Guadalupe, patrona de la región , con reconocimiento político, además del religioso, al haber sido elegida su festividad litúrgica también como "Día Oficial de su Comunidad Autónoma", con plena aquiescencia de sus "fuerzas cívicas".
Y este marco vuelve a ser justificación y recordatorio para la redacción de este nuevo comentario, limitándome a recopilar los de tantos otros extremeños, y foráneos, a quienes les parece increíble, y hasta esperpéntico, tener que seguir aceptando, como "católicos, apostólicos y romanos", que precisamente la "Puebla" y el santuario de la Virgen de Guadalupe, gracias a cuya patrocinio celestial, Extremadura es idea, región y comunidad, pertenezca canónicamente a la Archidiócesis Primada de Toledo, y no a cualquiera de las tres diócesis extremeñas, que son Plasencia, Coria-Cáceres o Mérida-Badajoz.
Resulta tan incomprensible, inescrutable, misteriosa y chocante tal anomalía, incoherencia y excentricidad, que no es de extrañar que nuestros lectores no lleguen siquiera a entenderlo, por lo que, para su comprensión, habría que aducirles el impensable ejemplo de que la Virgen del Pilar y su basílica- santuario no pertenecieran "religiosamente" a Zaragoza, ni a ninguna otra diócesis aragonesa, sino, por ejemplo, a la de Tarragona, Burgos o Soria.
Es decir, que el prelado- arzobispo, cardenal "primado" en su día, de Toledo, con las remembranzas caducas feudales correspondientes al "Tercer Rey de España", es quien en la actualidad sigue "pastoreando" la "pobrecita y humilde" comarca extremeña en la que se ubica el riquísimo santuario de su Patrona, centro y eje de peregrinaciones, de donaciones- limosnas, de celebraciones cívico- religiosas y del espíritu patriótico con el que los conquistadores - "Cuando los dioses nacían en Extremadura"- hicieron posible el descubrimiento y evangelización de los países hispanoamericanos, en los que la Virgen se sigue llamando "María", de nombre, pero "Guadalupe" de sobrenombre y apellido.
Todo intento de reconquistar diocesanamente el santuario de Guadalupe de la archidiócesis imperial de Toledo para alguna de las extremeñas ha resultado hasta ahora inútil. Es explicable, por tanto, que cristianos, "ex" y "anti" cristianos, consideren el hecho además como una verdadera ofensa, tanto personal como colectiva, por cuya pronta reparación claman desde instancias religiosas, sociales y aún políticas. Por mucho que se pretendan guardar las formas, y cuidar los gestos y las palabras, junto con los comportamientos y los respetos, el riesgo de que el clamor se eche masivamente un día a la calle, debiera concitarse lo antes posible. Ya se registran demasiadas noticias clericales escandalosas, como para que la "posesión y disfrute" administrativos de un santuario de renombre internacional como el de Guadalupe sea también causa de "dimes y diretes" intra-eclesiales.
Por favor, por amor de Dios y por simples y elocuentes motivos de educación cívica y religiosa, que los oficialmente expertos en el tema nos expliquen de una "sacrosanta" vez cuales son las razones que todavía sustentan la anomalía "religiosa" de que la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura, pertenezca a la diócesis de Toledo.
Lo del facilón e indulgente "silencio administrativo" vigente hasta hoy en instancias diocesanas, o supra- diocesanas, con mención personal para los propios "pastores" extremeños, es hoy respuesta carente de validez y respeto. Estoy convencido de que, por ejemplo, el señor arzobispo de Mérida- Badajoz, difícilmente hubiera sido consentidor de que la Patrona de Valencia perteneciera a la diócesis de Sigüenza- Guadalajara. Extremeño de nacencia, el nuevo Secretario- portavoz de la Conferencia Episcopal Española, es de esperar que colabore a "desfacer" este entuerto, del que, si llegara a tener noticia directa el Papa Francisco su solución sería instantánea.
Extremadura está, y se siente ya, marginada, con índices de desarrollo a ras de los suelos, tal y como lo proclaman las estadísticas en todos - casi todos- los órdenes. El hecho de que ellas afecten, de idéntico modo y proporción, al territorio eclesiástico y a la sensibilidad de la devoción y de la piedad, acrecienta los motivos de desesperanzas. "El nombre de Dios" y decisiones jerárquicas discriminatorias al servicio de "honras, dignidades" y otras monsergas mitradas, en beneficio de la "Sede Primada" no son términos con los que el Papa Francisco pretende que se viva en la Iglesia y en sus aledaños. La educación, el respeto, la cortesía y la fe demandan ya otro espíritu y otros modales