"El caso Sostres ha tenido mucha repercusión porque nos ha puesto en evidencia, nos ha descrito como sociedad" Guerra de patanes: Sostres, ABC, el Papa y la polarización
"El artículo de marras está escrito con indisimulada rabia y es una síntesis muy lograda de todos los clichés y motes ofensivos que, a diario, circulan en las redes sociales y mass media contra Francisco"
"No es de extrañar que uno de los periódicos más importantes de España brinde su espacio a un señor que ni siquiera ha terminado su grado en periodismo para que opine sobre un delicado asunto de organización intraeclesial"
"Las diatribas de Sostres contra el Papa ponen de manifiesto su deseo de silenciarlo, triturando a insultos su persona y su mensaje para que nada favorable pueda rescatarse de él"
"Las diatribas de Sostres contra el Papa ponen de manifiesto su deseo de silenciarlo, triturando a insultos su persona y su mensaje para que nada favorable pueda rescatarse de él"
| por Leandro Gaitán, profesor de la Universidad de Navarra
Populista, comunista, sordo a la Gracia, incapaz de entender el Misterio (¿alguien lo entiende?), peronista, tercermundista, y resentido. Estas son sólo algunas de las cualidades que Salvador Sostres destaca del Papa Francisco en su controversial artículo de opinión titulado “Esto se ha llenado de patanes” (publicado en ABC). El artículo de marras está escrito con indisimulada rabia y es una síntesis muy lograda de todos los clichés y motes ofensivos que, a diario, circulan en las redes sociales y mass media contra Francisco.
Vivimos, nos movemos, y existimos en una cultura que pendula entre la sátira y el grotesco, en el sentido artístico-literario del término. Una cultura de trincheras en la que la ridiculización, la caricaturización, la burla y el insulto, campan a sus anchas. Una cultura hiper-agonística en la que, quien no piensa, habla, o actúa según “mi” propio esquema de ideas es, sencillamente, un patán. En esta cultura (que en realidad es una anti-cultura) todos son filósofos, psicólogos, sociólogos,historiadores y jueces. Por eso no es de extrañar que uno de los periódicos más importantes de España brinde su espacio a un señor que ni siquiera ha terminado su grado en periodismo para que opine sobre un delicado asunto de organización intraeclesial.
Este artículo es una vergüenza y una patada a la centenaria historia de @abc_espic.twitter.com/QFjjPjm8cg
— Jesus Bastante (@BastanteJesus) August 13, 2023
El artículo de Sostres refleja la paradoja comunicacional en la que estamos instalados (como afirma el filósofo Hartmut Rosa): queremos ser escuchados (lo cual es entendible y bueno), pero no queremos escuchar a los demás. Más aún, queremos que los demás permanezcan en silencio, especialmente quienes piensan distinto. Las diatribas de Sostres contra el Papa ponen de manifiesto su deseo de silenciarlo, triturando a insultos su persona y su mensaje para que nada favorable pueda rescatarse de él. A ese efecto, llega incluso a imaginar estrambóticos diálogos entre las Personas de la Santísima Trinidad (como si quisierameter el océano en un dedal).
Pero este no es un problema exclusivo de Sostres. Como decía recién, vivimos, nos movemos y existimos, en una matriz cultural que antepone el conflicto al diálogo. Los de derechas y los de izquierdas, los liberales y los socialistas, los conservadores y los progresistas, las personas religiosas y las no-religiosas, parecen estar tozudamente empeñados en dar la razón al filósofo postmarxista Ernesto Laclau para quien una sociedad sin conflicto, sin polarización y sin lucha, es imposible. En esta dinámica del “si piensas distinto eres mi enemigo”, los ciudadanos nos ladramos unos a otros defendiendo inflexiblemente diversidad de opiniones, no obstante, repetimos el mismo patrón laclauniano de comportamiento. Discutimos con los “enemigos” construyendo líneas Maginot a nuestro alrededor, pero lo hacemos respetando el mismo modelo de conducta. Todos hacemos lo mismo (si se me permite la hipérbole).
Esta cultura del antagonismo nos arrastra a la barbarie, si por barbarie entendemos la falta de capacidad o voluntad para comunicarse. Y la barbarie deriva en malestar y violencia. La alternativa a la barbarie es la civilización, que significa, principalmente, conversación/diálogo(según el historiador Rémi Brague). En otras palabras, la civilización designa un ideal de comunicación lingüística que favorece y promueve la dimensión relacional y cooperativa del ser humano.La barbarie nos inmuniza, nos blinda, nos cierra, nos vuelve sordos a los demás. La civilización, en cambio, supone una actitud de escucha mutua, de diálogo y apertura. El bárbaro se repliega sobre símismo, el civilizado sale al encuentro del otro. El bárbaro ve al otro como desagradable y molesto, el civilizado ve al otro como una oportunidad de crecimiento, aprendizaje y entrega.
Nuestra forma actual de relación va a contrapelo de lo que constituye el núcleo de toda civilización. Sostres es, en este sentido, un claro síntoma de la deriva barbárica en la que nos encontramos inmersos. Toparse con artículos como los suyos en periódicos de referencia invita a reflexionar acerca de los riesgos que conlleva la lógica de la contienda y el enfrentamiento. Nos invita a pensar si no será más inteligente (¡más humano!), entender que quizás el “otro” tiene algo significativo para decirme, que me puedo dejar afectar por ese “otro” y que, eventualmente, puedo cambiar y mejorar mi perspectiva gracias a ese “otro”, sin que ello suponga para mí una humillación o una pérdida de dignidad.
El caso Sostres ha tenido mucha repercusión porque nos ha puesto en evidencia, nos ha descrito como sociedad. Ha puesto de manifiesto, de forma obscena, nuestra dinámica comunicacional-relacional (que es ruptura de toda comunicación y de toda relación). Si aún somos capaces de tomar conciencia de la situación grave en la que nos encontramos, entonces es factible que podamos reconducirnos y cambiar. Es factible que podamos desembarazarnos de la lógica “winner/loser”, del “turn down for what”, de las gafas oscuras y el cigarro en la boca, y de querer imponer nuestro punto de vista incluso a golpe de insulto, actuando como déspotas inmisericordes.
No es de extrañar que la “civilización” europeo-occidental tenga su origen en los “diálogos” platónicos. Resulta imperioso, pues, aprender de los grandes maestros que nos precedieron, que el diálogo es de vital importancia para la búsqueda de la verdad y el entendimiento mutuo, a no ser que prefiramos seguir enzarzados en esta amarga guerra de patanes.
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