Es y se llama 'Hospital de campaña'. Así la rebautiza el papa Francisco La Iglesia cambia de nombre (y de función)
"A la Iglesia -burocracia, oficina y horarios de despacho, curia, museos, sala de fiestas por litúrgicas o para- hay que cambiarle su nombre. El de Iglesia-templo o institución, no le es ya válido. Engaña, confunde y perturba. Carece de teología y de pastoral"
"En tal dirección y propósito parece empeñado el mismo papa Francisco, que promociona en los últimos tiempos, es el de 'Hospital de campaña' con notables índices de aceptación ecuménica"
"'Hospital de campaña' podría ser, es ya, y seguirá siendo, no solo nombre, sino función esencial de Iglesia"
"Las campanas, los ritos, las ceremonias, los retablos con imágenes de santos y santas, el olor a incienso, el canto por “gregoriano”, no garantizan ni su fundación, ni su función divinales"
"Lo que de verdad lo acreditan, son las batas de los profesionales del ramo, el olor de los medicamentos y los “ay”-quejidos y suspiros- de familiares y amigos de los enfermos o heridos…"
"'Hospital de campaña' podría ser, es ya, y seguirá siendo, no solo nombre, sino función esencial de Iglesia"
"Las campanas, los ritos, las ceremonias, los retablos con imágenes de santos y santas, el olor a incienso, el canto por “gregoriano”, no garantizan ni su fundación, ni su función divinales"
"Lo que de verdad lo acreditan, son las batas de los profesionales del ramo, el olor de los medicamentos y los “ay”-quejidos y suspiros- de familiares y amigos de los enfermos o heridos…"
"Lo que de verdad lo acreditan, son las batas de los profesionales del ramo, el olor de los medicamentos y los “ay”-quejidos y suspiros- de familiares y amigos de los enfermos o heridos…"
Tal y como hoy se les están poniendo las cosas a la Iglesia -“comunidad formada por todos los cristianos que viven la fe de Jesucristo”- , no resulta extraño, ni menos hereje o blasfemo , que a no pocos, comenzando además por el papa Francisco, se les ocurra la idea de que cambie de nombre. “Comunidad” ,”cristianos” ,“vivir la fe” y “Jesús”, son términos de los que solo puede hacerse uso con hondo sentido, compromiso , coherencia y ayudados por la gracia de Dios, desde su jerarquía suprema hasta el último de los acólitos, y por convicción y catequesis , de laicos y laicas.
A la Iglesia -burocracia, oficina y horarios de despacho, curia, museos, sala de fiestas por litúrgicas o para- litúrgicas que sean, mantillas, medallas, procesiones, cirios y velas, promesas, celebraciones y ritos, oratoria, colorines, mitras e incienso, paramentos sagrados, protocolos y autoridades militares, políticas y civiles, además de las religiosas, mausoleos de obispos, reyes, infantes y benefactores-, hay que cambiarle su nombre. El de Iglesia-templo o institución, no le es ya válido. Engaña, confunde y perturba. Carece de teología y de pastoral.
En tal dirección y propósito parece empeñado el mismo papa Francisco y, de entre tantas definiciones posibles -nombres y apellidos- que promociona en los últimos tiempos, es el de “Hospital de campaña“. Creo que ha apostado por una nueva y óptima opción, de gran calado en el pueblo y con relevantes aspiraciones a imponerse prestamente, lo mismo entre los de dentro que entre los de fuera, con notables índices de aceptación ecuménica por parte de quienes lo del “Cristo Roto” les suena a blasfemia, tal y como sigue siendo administrado y diferenciado por otras Iglesias, con méritos similares y aún superiores, que se apellidan cristianas.
Y es que en la intención redentora de Jesús, al inspirar su continuidad salvadora en la Iglesia, difícilmente sería posible prescindir de conceptos que no incluyeran de por sí y esencialmente , en su doctrina y en su práctica, -fe y comportamiento- aquellos que no hicieran activamente presentes los relacionados con “hospital” (trato de enfermos), “hostal” (establecimiento público donde se da comida o alojamiento benéficamente), “albergue” (cobijo o vivienda temporal para necesitados), “campaña” (primeros auxilios) con el compromiso y denominador común de facilitarles a los acogidos formas y fórmulas duraderas para vivir y convivir como lo hace el resto del pueblo, como Dios manda y, en definitiva, en calidad de personas.
“Hospital de campaña” podría ser, es ya, y seguirá siendo, no solo nombre, sino función esencial de Iglesia. Lo de simplemente Iglesia está ya rebasado, ha sido y es mal interpretado o apenas si es inteligible aún para los parroquianos y parroquianas, ni tampoco para quienes todavía alientan la esperanza de llegar a serlo algún día, aún con frecuentes y tristes noticias relativas a personas y a comportamientos de por sí paganos y al margen o en contra del Evangelio.
La Iglesia ya no es Iglesia. Tiene otro nombre, tanto o más sagrado. Es y se llama “HOSPITAL DE CAMPAÑA. Así la rebautiza el papa Francisco.
Las campanas, los ritos, las ceremonias, los retablos con imágenes de santos y santas, el olor a incienso, el canto por “gregoriano” y salmodiado que sea y esté, el personal revestido litúrgicamente, sobre todo con colores purpúreos, no garantizan ni su fundación, ni su función divinales.
Lo que de verdad, en mayor proporción y dogmáticamente, lo acreditan, son las batas de los profesionales del ramo, el olor de los medicamentos y los “ay”-quejidos y suspiros- de familiares y amigos de los enfermos o heridos…
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