"La jornada en la que experimentamos la potencia de la muerte y de lo que 'no es'" Jesús M. Gordo: "El silencio del Sábado Santo, la jornada en la que Jesús 'desciende a los infiernos'"
"Es una experiencia que nos sigue horrorizando y que nos deja sumidos en la perplejidad"
"'Descender a los infiernos' equivale a experimentar hasta el fondo el poder de la muerte y, por tanto, la fuerza de la nada y del fracaso"
"Es mentira que Dios llena ese silencio. Dios no lo llena cuando, como muchas veces sucede, es fruto del Amor"
"Es mentira que Dios llena ese silencio. Dios no lo llena cuando, como muchas veces sucede, es fruto del Amor"
El Sábado Santo es la jornada en la que experimentamos la potencia de la muerte y de lo que “no es”, así como del silencio, del vacío y de la nada que, en cuanto tales, no pueden ser llevados al concepto, es decir, racionalizados y controlados. Es una experiencia que nos sigue horrorizando y que nos deja sumidos en la perplejidad.
Según el credo cristiano, es también la jornada en la que Jesús “desciende a los infiernos”, es decir, en la que la nada se constituye en la única y definitiva respuesta al grito de Jesus en la cruz. “Descender a los infiernos” equivale a experimentar hasta el fondo el poder de la muerte y, por tanto, la fuerza de la nada y del fracaso. Es cierto que no faltan quienes interpretan este “descenso a los infiernos” como un adentramiento en el Sheol para sacar a los justos que también moran allí, pero, dejando al margen la procedencia o no de esta exegesis, el descenso a los infiernos es, primera y fundamentalmente, la victoria de la muerte, así como la experimentación de su potencia “en carne ajena” y, de manera empática, en la propia. Y esto forma parte también del corazón del Triduo pascual.
Como igualmente lo forma la experiencia de que, muchas veces, el silencio y la nada son las mediaciones que nos quedan para seguir relacionados con quienes, habiendo partido, nos han dejado su vacío y ausencia. Es mentira que Dios llena ese silencio. Dios no lo llena cuando, como muchas veces sucede, es fruto del Amor. Lo mantiene abierto porque esa es la manera que tenemos de seguir conectados con quienes hemos amado y de quienes hemos recibido tanto amor; aunque sea (que lo es) una conexión dolorosa. De ahí que cuanto más fuerte haya sido el amor compartido, mucho mas punzante resulte la ausencia, el vacío y el silencio.
El Sábado santo, como el Viernes, no es solo una fecha del calendario, sino una experiencia y un modo de vivir y afrontar la existencia que, frecuentemente, se actualiza a lo largo de los días, semanas, meses y años que jalonan cada vida en concreto. Y si es cierto que el Sábado santo es el día del triunfo del silencio y de la nada, también lo es del Amor en la mediación de su ausencia y vacío; de la misma manera que el Viernes lo es de la muerte y de los que siguen siendo crucificados en nuestros días.