"Un texto en línea con el magisterio de las últimas décadas, que refuerza la contrariedad católica a toda ley pro-eutanasia" José Carlos Bermejo: "La miseria más grande es la falta de esperanza ante la muerte"
"Cuidar es siempre posible particularmente al final de la vida, que es un tiempo de relaciones en el que promover la esperanza como mirada sobre el presente, que lo llena de significado"
El provincial de los Camilos y responsable del Centro de Humanización de la Salud analiza para RD 'Samaritanus Bonus'
Presidido por el cardenal prefecto, Luis Francisco Ladaria, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha promulgado el documento Samaritanus Bonus, el 22 de septiembre de 2020. El documento recoge el magisterio de la Iglesia sobre el cuidado al final de la vida, promoviendo particularmente los cuidados paliativos y reforzando la necesidad de formación tanto de profesionales como de agentes de pastoral para acompañar de manera humanizada.
Insiste el texto en una formación específica sobre cuidados paliativos y sobre las claves del acompañamiento: la empatía, la compasión, el consuelo. Desde estas actitudes se podrá promover la vida en medio del sufrimiento, sabiendo que la respuesta cristiana al misterio del sufrimiento no es una explicación, sino una Presencia.
Se pretende, en este documento, recordar el magisterio sobre la eutanasia y el suicidio asistido, como contrarios a la enseñanza de la Iglesia, constituyendo estos un fracaso para quienes los teorizan, los deciden y los practican.
Un texto continuista
Samaritanus Bonus recoge los planteamientos de los documentos anteriores y les da continuidad, promoviendo el enfoque paliativo, la necesaria limitación del esfuerzo terapéutico para evitar el ensañamiento, aclarando de nuevo la cuestión de la hidratación y nutrición como cuidados, con sus excepciones; así como la correcta sedación paliativa que pudiera adelantar involuntariamente la muerte.
Se reclama una creciente capacidad de discernimiento moral para evitar un uso desproporcionado y deshumanizante de las tecnologías. Cuidar es siempre posible –se afirma- particularmente al final de la vida, que es un tiempo de relaciones en el que promover la esperanza como mirada sobre el presente, que lo llena de significado.
El documento insiste en que la vida humana es un bien altísimo y la sociedad está llamada a reconocerlo. La vida es siempre un bien, porque es condición del disfrute de todos los demás. Se promueve, ante todo, el enfoque paliativo, extensivo a la pediatría.
Compasión y muerte
Para quienes argumentan defendiendo la autonomía de las personas, el documento afirma que “suprimir un en enfermo que pide la eutanasia no significa en absoluto reconocer su autonomía y apreciarla, sino al contrario significa desconocer el valor de su libertad, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor”. El error de quien argumenta a favor de la eutanasia es situarse en una perspectiva antropológica utilitarista y considerar la muerte digna como aquella que arroja un nivel aceptable de calidad, según las funciones psíquicas o físicas logradas. La compasión humana no consiste, ni puede consistir, en provocar intencionalmente la muerte.
El documento entra en algunos detalles sobre la objeción de conciencia individual e institucional de los católicos, así como en algunas implicaciones de una pastoral que ha de apuntar en una genuina compasión ante el sufrimiento humano. La miseria más grande, concluye, es la falta de esperanza ante la muerte.
Un texto en línea con el magisterio de las últimas décadas, que refuerza la contrariedad católica a toda ley pro-eutanasia.